Por Roberto Itzep
En Guatemala los gobiernos neoliberales desde mediados de los años 80s del siglo XX desmantelaron el Estado y vendieron sus principales bienes, enriqueciendo a empresarios, empresas multinacionales y políticos corruptos. Uno de los resultados fue el descuido y desfinanciamiento de los servicios que constitucionalmente los gobiernos deben prestar a la población, entre ellos el de salud. El gasto del Estado en salud representa actualmente apenas el 2.4% del Producto Interno Bruto, mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda un 6%. La cobertura en salud a la población alcanza solamente el 25%, y la cantidad de camas en hospitales por persona es la más baja de Latinoamérica junto con Haití.
Con la llegada al país de la pandemia del Covid-19 en marzo, era inevitable el colapso del sistema hospitalario público; a medida que el número de contagios fue aumentando, las instalaciones de los hospitales revelaron ser insuficientes, al igual que el personal médico, de enfermería y también los insumos. Quedó al descubierto la enorme ineficiencia y la engorrosa burocracia del Ministerio de Salud, así como la corrupción que campea entre sus funcionarios.
El mes de junio inició una escalada en la cantidad de contagios. El día 19 se reportó la mayor cantidad de nuevas infecciones diarias, 641 casos; en lo que va del mes han fallecido 406 personas y desde marzo se contabiliza 12,755 contagios y 514 muertes.
En este contexto de agudización de la pandemia, el 19 de junio el presidente Alejandro Giammattei anunció cambios en la cúpula del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. Fue removido el ministro Hugo Monroy y varios viceministros. El mandatario no mencionó las razones del cambio de responsables en el Ministerio, aduciendo solamente “cansancio físico y mental” (Prensa Libre 20/06/2020); pero los múltiples problemas por los que atraviesa el sistema público de salud son de sobra conocidos, en especial la falta de insumos en los centros y la lentitud en los procesos de adquisición de medicinas e implementos de protección y seguridad; esto además de la incapacidad para contratar personal médico y cancelar en tiempo los merecidos honorarios de los que están laborando sacrificadamente.
A inicios de abril el Congreso de la República aprobó préstamos para enfrentar la emergencia provocada por la pandemia. De estos, más de Q 1,600 millones están destinados al Ministerio de Salud, pero hasta la fecha se ha ejecutado apenas un 4 por ciento. Pero eso no es todo; el sistema de salud ha recibido millonarias donaciones de entidades y empresas privadas, sin que se vea una mejora en la atención. Entre esas donaciones encontramos Q 16.1 millones en insumos médicos y hospitalarios, incluyendo ventiladores y equipo de protección; medicamentos por un valor de Q 14 millones 247 mil; equipo de cómputo y software por Q 1 millón 846 mil; 11 vehículos por Q 925 mil; pruebas de detección del Covid-19 por Q 802 mil. Esto además de donaciones que han llegado de la Unión Europea y Estados Unidos. En gran parte estas donaciones han salvado a los hospitales y centros asistenciales, porque el Ministerio ha sido incapaz de ejecutar el presupuesto asignado (Prensa Libre 19/06/2020). Por estas razones y por la falta de transparencia en la divulgación de datos relacionados con la pandemia, el Procurador de los Derechos Humanos, la Comisión de Salud del Congreso y organizaciones de la sociedad civil habían pedido ya la renuncia del ministro Monroy.
Hugo Monroy es amigo personal del presidente Giammattei y fue candidato a diputado por el oficialista partido Vamos, cuya filial coordinó en Petén. Por ello no fue echado del Ministerio de Salud, sino que su ineptitud fue premiada con un nuevo cargo: una recién creada comisión de construcción de hospitales, que manejará un presupuesto de US$ 293 millones, procedentes de préstamos del Banco Centroamericano de Integración Económica y del Banco Interamericano de Desarrollo. La comisión deberá ejecutar los fondos construyendo nuevos hospitales en el interior de la república y ampliando algunos ya existentes.
En lugar de Monroy y su equipo, el gobierno nombró a la Dr. María Amelia Flores como ministra, quien tuvo cargos en la cartera de salud durante los gobiernos de Álvaro Arzú y Óscar Berger, además de haber trabajado para algunos organismos internacionales. Los nuevos viceministros son: Dra. Nancy Pezzarossi, Dra. Ana Garcés del Valle, Dr. Francisco José Coma y Dr. Edwin Montúfar.
Las organizaciones de médicos y empleados hospitalarios, sindicales y populares debemos estar vigilantes y alertas a las acciones de la nueva ministra y su equipo, exigiéndoles que remedien las deficiencias del ministro Monroy; ni un gramo de confianza.