Por Leonardo Ixim
Se acelera el clima pre-electoral en Guatemala, pese a que el evento se realizará hasta junio del 2023. Varios candidatos se dedican ya a realizar giras en los departamentos del país y a regalar cosas a los potenciales votantes, en una de las prácticas comunes de los partidos burgueses del país como es el clientelismo.
Contexto político
El clientelismo es una relación que ha sustituido a los partidos con más raigambre ideológica, generando clientelas que se aprovechan de las condiciones de subsistencia y extrema pobreza de la población, para generar una masa que se mueve a favor de x o y candidato, ya sea para diputado, alcalde o presidente; con el único compromiso que votar por ellos a cambio de algo que le saca de penas momentáneamente.
Por otro lado, los partidos políticos han iniciado una campaña de proyección en la población bajo la posibilidad legal de campaña de afiliación, algo que les es permitido según las nuevas reformas aprobadas en 2016 a la Ley Electoral de Partidos Políticos, poniendo propaganda llamando a la afiliación, sobre todo en colonias populares de la periférica capitalina y de las ciudades del interior de país.
Ahora, si bien esto es permitido como forma de ir posicionando las figuras partidarias en el afán de detener el desprestigio de estas, la campaña de afiliación es también para ir enfocando políticamente situaciones de las problemáticas nacionales. Por otro lado, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), árbitro electoral, ha emprendido procesos legales contra varios precandidatos, pero tenemos el debate de hasta dónde estos realmente han hecho campaña –la cual, con las reformas mencionadas, se limita a tres meses previo al evento electoral- y hasta dónde o qué posiciones podrían ser hechas públicas por los posibles precandidatos.
Sin embargo, un hecho real es que el pleno de magistrados del TSE actual, igual que la mayoría de las instituciones públicas, está controlado por los actores de derecha que han gobernado el Estado, proclives a entronizar en el poder al bloque conservador que ha dirigido en los últimos tres gobiernos, y con el peligro real, tomando de ejemplo Nicaragua, de que limiten los espacios de expresiones críticas o de izquierda a este bloque.
En este marco, les corresponde a los partidos armar sus asambleas municipales, departamentales y nacionales para elegir candidatos a cargos de elección. Esta situación debe ser tomada en cuenta por las izquierdas ante la posibilidad de que veden diversas candidaturas críticas al régimen político; los partidos de izquierda, por su parte, están más preocupados por llenar candidaturas, lo cual repercutirá a la hora de elegir alianzas, y lo que es peor, sin una visión estratégica, considerando que estas nacen por generación espontánea sin un trabajo de base organizativo.
Candidatos y partidos para la próxima contienda
Los candidatos que se mencionan para la próxima contienda electoral en su mayoría pertenecen al arco de los partidos conservadores que han co-gobernado en los últimos dos gobiernos desde el Congreso de la República, toda vez que los partidos de gobierno, primero el Frente de Convergencia Nacional de Jimmy Morales y segundo, el partido Vamos por una Guatemala Mejor (VAMOS), del actual presidente Alejandro Giammattei.
Tenemos a Zury Ríos Sosa, hija del ex dictador Efraín Ríos Montt, que está postulada por el partido Valor, herencia del desaparecido Frente Republicano Guatemalteco de su padre; ella tiene impedimento constitucional para presentarse como candidata porque al ser hija de un “caudillo” que protagonizó un golpe de Estado, le tendría vedado este derecho. Sobre esto hay mucho debate jurídico, en torno a si esto viola el derecho a ser electo y asumir responsabilidades por responsabilidades que no son directamente de ella. Con una Corte de Constitucionalidad controlada por las estructuras de poder conservadoras, es casi seguro que su candidatura tendrá el visto bueno de los magistrados de la CC.
Sin embargo, más allá de los debates doctrinarios, tienen que ver los intereses que esta candidatura representa. Es la síntesis de actores reaccionarios que tiene su origen en la que en el siglo pasado se llamó la burguesía burocrática militar, que surgió a partir del control que el ejército tuvo del Estado durante la dictadura y que se ha seguido enriqueciendo a partir del control del Estado en los últimos cuatro gobiernos. Además de encarnar ideológicamente el ethos anti-comunista y enemigo de toda conquista social de la clase trabajadora, esta candidatura representa los intereses de los grupos oligárquicos monopolistas.
Otro personaje que hace ruido es Edmundo Mulet, con el apoyo de algunos otros grupos capitalistas. Este un ex funcionario de las Naciones Unidas, encargado de las operaciones de paz, representante de la interventora Misión de Estabilización de la ONU en Haití, un mecanismo neocolonial para controlar la movilización revolucionaria en ese país. Además, está señalado de que en la década de los ochenta fue parte de estructuras que, con el amparo del ejército, realizaron adopciones ilegales de algunos de niños víctimas de la represión militar. Mulet está organizando su propio partido llamado Cabal.
Una candidatura que genera polémica es la de Sandra Torres, la cual sería su segunda participación si logra inscribir su candidatura. Tras su participación en los comicios anteriores, un grupo de diputados y alcaldes, muchos provenientes de organizaciones de izquierda que fueron fundamentales en el triunfo de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) en 2007, se separaron de Torres y están formando el partido Vos. Esto inició un enfrentamiento en varios tribunales por el control de la UNE, hasta que el actual TSE le entregó momentáneamente a Torres el control de ese partido, pero según la reciente resolución de un tribunal de justicia, este partido no puede generar su asamblea general porque no logró formar estructuras departamentales y municipales previamente, lo cual le da nuevas posibilidades al grupo antes mencionado (Carlos Barreda, Orlando Blanco y otros) de recuperar este partido.
Otra candidatura del campo burgués, es la de Roberto Arzú-Granados, hijo del ex presidente Álvaro Arzú, quien ya fue candidato por una alianza de varios partidos en 2019. Ernest “Neto” Bran alcalde del municipio de Mixco, caracterizado por su discurso demagógico y populista; Enrique Degenhart Asturias, ex ministro de gobernación en el gobierno de Morales, por el Partido Unionista, dirigido Álvaro Arzú hijo, el otro hijo del ex presidente Arzú; Juan Carlos Eggenberger, directivo del programa de beneficencia Teletón; Isaak Farchi, ex diputado del extinto FRG y también candidato en 2019 ahora bajo el Partido Azul.
Las candidaturas en el campo del progresismo pequeño burgués
Por el campo de partidos pequeño burgueses, se menciona a Manuel Villacorta, quien fuera candidato por el partido de izquierda Winaq en 2019. Evelin Morataya, actual diputada del partido Bienestar Nacional y ex primera dama en el gobierno de Alfonso Portillo, posiblemente candidata del partido Elefante, formado por Portillo, aunque también se menciona que podría ser candidata del partido Vos. Por el Movimiento Semilla, al actual diputado por ese partido Bernardo Arévalo.
...Y la izquierda reformista
Desde el campo de la izquierda reformista, el partido Winaq, de orientación indigenista, presentó al actual diputado por el Parlamento Centroamericano Amílcar Pop; por el Movimiento de Liberación de los Pueblos, la ex candidata en 2019 y líder maya Thelma Cabrera, que en la contienda pasada quedó en cuarto lugar. Se menciona además como candidato de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, al juez Miguel Ángel Gálvez, quien ha llevado importantes casos de corrupción contra políticos y empresarios del bloque conservador gobernante y ha sido víctima de campañas de difamación de parte de éste.
Las elecciones son las formas en que los partidos de la burguesía se distribuyen el poder formal del Estado capitalista. La mayoría de estos partidos no cuestionan el modelo económico neocolonial y extractivista vigente; para la izquierda, en su mayoría copada por orientaciones reformistas, cree erróneamente que asumiendo cargos de elecciones lograrán satisfacer las necesidades de los pueblos y de la clase trabajadora; de estas, la que más diseña un programa cuestionador al modelo es el MLP, aunque con una fuerte orientación pequeño burguesa.
Nosotros llamamos a la unidad de las fuerzas de izquierda reformista, a que las candidaturas procedan de liderazgos populares, por medio de un congreso de luchas sociales donde éstas sean dirimidas; que a su vez se tenga claridad en que la estrategia principal es la movilización revolucionaria del pueblo y donde lo electoral es importante, pero como una táctica para desacreditar la política burguesa.