Por Maximiliano Fuentes
José Manuel Zelaya Rosales, el Presidente constitucional de la Republica de Honduras que fue derrocado el pasado 28 de junio del año anterior por un golpe de Estado perpetuado por las fuerzas militares. El mismo que por orden de los distintos sectores que emprendieron el golpe, secuestraron, extraditaron del país y mantuvieron encerrado en la sede de la embajada de Brasil tras su retorno clandestino al país en septiembre del año anterior, así mismo, el que exiliaron tras al haber asumido el nuevo presidente después de haberse realizado un proceso electoral fraudulento e ilegal, aboga por el reconocimiento del gobierno nacionalista de Porfirio Lobo Sosa.
De todos es conocido, que en las últimas semanas Zelaya ha realizado una serie de acciones en aras de lograr el reconocimiento político del Estado de Honduras. Basta citar la carta enviada al Presidente Rafael Correa el 9 de mayo del año en curso para ejemplificar lo anterior. En ese documento, el gobernante depuesto se dirige al mandatario del Ecuador para que “….conozca la agenda que ha propuesto para la reconciliación nacional del pueblo hondureño y contribuir con una solución pacífica aceptable para el pueblo a efecto de que se incluya el reconocimiento de Honduras en la comunidad internacional.”
De igual manera, expone una serie de puntos para limpiar el golpe de Estado y obtener su retorno sin ninguna repercusión legal.
El silencio de Zelaya
Después de la salida obligada de Manuel Zelaya Rosales de la embajada de Brasil y haber sido exiliado a la República Dominicana con sus más cercanos colaboradores y familia, esté se ha caracterizado por estar en un total silencio, a excepción de algunos pronunciamientos el gobernante depuesto no ha intervenido de forma directa en ninguno de los procesos de lucha en el periodo post golpe. A pesar de contar con un amplio respaldo popular y con un enorme poder de convocatoria no ha hecho ninguna acción en aras de dirigir o convocar movilizaciones populares, a pesar de contar con todas las condiciones para emprender un proceso de lucha. Contrario a esto, ha jerarquizado las instancias burguesas y del derecho internacional, por lo que sigue siendo fiel a su tradición burguesa y ni siquiera ha retomado de pasado inmediato los enormes errores cometidos por haber establecido el dialogo y los acuerdos con los golpistas como mecanismo para su restitución.
La condición del chavismo
Paradójicamente, los organismos internacionales como UNASUR, CARICOM, SICA, grupo RIO y el conjunto de naciones integradas en el plan ALBA ponen como condición para la aceptación del gobierno de Lobo la llegada de Zelaya al país. Como podemos observar, todos los organismos internacionales donde tiene alguna injerencia o control Hugo Chávez se oponen de forma directa al reconocimiento del Estado de Honduras.
No obstante, la extrema derecha norteamericana y algunos sectores de la burguesía nacional se siguen oponiendo a su retorno. El mismo Zelaya lo manifiesta de la siguiente forma: "Estados Unidos se opone a mi retorno, como es evidente, protegen la impunidad de los golpistas (...) Quiero regresar a mi patria y que se respeten mis ideas a pesar del peligro que corro desde el día que decidí recuperar la base de Palmerola (centro-suroriente) e inicie el proceso de licitación de los combustibles y me negué ante ciertos banqueros a devaluar la moneda"
La necesidad de Lobo
A pesar de haber avalado el golpe de Estado y haber mantenido un silencio total durante el desarrollo del gobierno ilegitimo, la violación profunda de los derechos humanos y de la supresión de los derechos fundamentales, esto más, de ser un representante directo del imperialismo norteamericano y de la burguesía nacional, Pepe Lobo ha contemplado la necesidad de retornar a Zelaya al país. No es extraño, dado que la debilidad del actual gobierno ha consistido en su aislamiento internacional y por atravesar una profunda crisis económica como consecuencia de la crisis internacional y del golpe de Estado perpetuado al gobierno liberal de Manuel Zelaya. Ante los condicionamientos de los distintos gobiernos Porfirio Lobo ha visualizado la necesidad del retorno del gobernante depuesto, obviamente por la enorme necesidad del Estado de acceder a préstamos tras el reconocimiento internacional.
No es casual que haya declarado en los distintos medios de comunicación tras su retorno de Perú “…..el ex presidente Zelaya puede venir a Honduras cuando quiera, nadie lo va a meter preso, él puede venir aquí, y para que usted vea, alístemelo y yo lo voy a ir a traer (…..) yo voy a ir a Dominicana a traer a “Mel” Zelaya para que venga a Honduras, que venga, que esté el tiempo que quiera, que se regrese, que vuelva, es un hondureño, yo no puedo negarle su derecho de estar aquí en su país”. Así mismo, “aseguró que no hay problema para el retorno de Zelaya, que este es un tema “plenamente convencido y hablado con la Corte y con la fiscalía que no hay problema. Es más ofrecí yo ir a traerlo para que no haya ninguna duda de que él puede venir aquí tranquilo”. Lo anterior bajo el propósito de obtener el reconocimiento de la comunidad internacional para acceder a créditos y programas de financiamiento internacional.
Es muy probable que la llegada de Zelaya logre reactivar el amplio movimiento de masas que se gesto tras la ruptura del orden constitucional, pero de lo que estamos seguros es que la actitud del gobernante depuesto no contribuye para la transformación social y política de Honduras. Como hemos observado, Zelaya siempre ha dado giros, o bien a la izquierda o a la derecha, no obstante, en este momento se ha propuesto lograr a través de sus distintas gestiones el reconocimiento del gobierno ilegitimo de Porfirio Lobo Sosa.