Por Silvia Pavón
La crisis económica en la que estamos sumidos es el resultado directo del golpe de Estado del 28 de Junio del 2009, ya que dejó una crítica situación financiera en la que están sucumbiendo todas las instituciones del Estado, las cuales en un intento por salvarse están haciendo ajustes y recortes masivos de personal. En el caso de las empresas privadas, apoyándose en un gobierno continuista del golpe de Estado, que no logra armonizar el discurso de sus funcionarios.
Una prueba de ello es que una Comisión, nombrada por el presidente Porfirio Lobo Sosa, sería la encargada de fijar el ajuste al salario mínimo. No obstante, esta Comisión encabezada por el secretario del Trabajo, Felicito Ávila, ha dicho que la decisión está en las manos del mismo Presidente Lobo y que él es un vocero. Los días pasan y hasta hoy no hay nada definido en torno al aumento del salario mínimo. Ávila teme que cualquier ajuste al salario mínimo tenga un impacto en otros sectores sociales, como en el magisterio por el Estatuto del Docente.
El anti obrero ministro Ávila, para justificar la larga demora, argumenta que “por esa razón el aumento debe ser de una manera ponderada para que no impacte tanto en la economía”.(Diario Tiempo 22/09/10), Obviamente que estamos ante un intento desesperado del gobierno que perjudica a los trabajadores.
Empresarios delegan responsabilidad al Presidente
Después de la última reunión que se realizó a finales de abril, los empresarios como era de esperarse, y ante de la defensa de sus intereses, ofrecieron un irrisorio aumento de 3.7 por ciento, equivalente a 203 lempiras mensuales, que no cubren para nada el déficit regular de las demandas comunes de la clase trabajadora obrera.
Es más: los empresarios se sienten ofendidos con la idea de incrementar más allá de su propuesta, así lo ha dicho tajantemente Adolfo Facusse, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), quien es uno de los que opone furiosamente aun aumento al salario mínimo y al congelamiento de precios a los productos de la canasta básica de alimentos. Facusse argumenta que un nuevo aumento al salario mínimo no puede ser posible “cuando hemos tenido aquí situaciones de congelamiento eso se pasó de la raya (…) cuando el Estado abusa de esos mecanismos, pues ya no creemos en esos”(La Tribuna 20/09/10)
Centrales obreras no deben creer en promesas
El pasado 21 de octubre el representante de la Central de Trabajadores de Honduras (CTH), Hilario Espinoza, declaró que reclamaron al Presidente Lobo que “es urgente” que se apruebe el salario mínimo.
Según Espinoza, la respuesta del presidente Porfirio Lobo Sosa fue que “ya tiene hecho el Decreto y que en los próximos días va a ser público para beneficio de los trabajadores”, aunque este mismo argumento lo mencionó en la reunión de finales de abril. Pero más adelante Lobo dijo que no aprobaría vía decreto el aumento al salario mínimo. Esta contradicción muestra que la intención de Lobo es puramente populista, con el objetivo de desmovilizar a las centrales obreras.
Con respecto a la retroactividad del salario mínimo, Hilario Espinoza dijo que “eso debe ser lo correcto, lo legal, tal como se dio el año anterior; y en ese sentido yo creo que el presidente está en lo correcto”. (Proceso Digital 21/09/l0)
Daniel Durón, secretario de la Central General de Trabajadores (CGT), aseguró que no seguirán esperando más tiempo y solicitan al Gobierno que busque una pronta salida. Pero estas muestras de inconformidad de la dirigencia obrera se queda en puras palabras, porque se negaron a convocar a la huelga general cuando estaba la lucha del magisterio, y siguen resistiéndose a la misma.
Convocar a la huelga general
Las centrales obreras que al inicio planteaban el 30% de incremento, bajaron al 15 %, lo cual representa 825 lempiras mensuales de aumento. Obviamente, los empresarios rechazaron la propuesta y con la mayor intransigencia dieron por finalizadas las negociaciones y dejaron la responsabilidad en el Presidente Lobo, argumentando no estar de acuerdo con en el incremento al salario mínimo, pues consideran que los obreros pueden subsistir con las alzas que legó el ex presidente Manuel Zelaya.
No debemos permitir que el tiempo se diluya y nos obnubilen las constantes frases de espera, no podemos bajar la guardia, nuestro papel es encender la llama, la clase obrera debe rechazar este nuevo escenario de falsas intenciones, marionetas y compras de voluntades.
El salario mínimo no es una regalía del gobierno de turno, es un derecho por el que debemos lucha, y exigir con vehemencia sea haga efectivo a la brevedad posible. Llamamos a las centrales obreras, al Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) a emprender una nueva jornada lucha que concluya en una huelga general, para poner punto final a esta espera con hambre.