Por Maximiliano Fuentes
La sociedad hondureña presenta enormes problemas sociales, es tan profunda la problemática a raíz de los altos índices de violencia y de criminalidad, que parte de las políticas de los distintos gobiernos de turno en la región centroamericana gira en torno al problema de la violencia. Es evidente, que los gobierno burgueses han empezado a tomar acciones concretas en aras de contener y reducir los índices de criminalidad y violencia.
No era para más, el mismo Estado norteamericano, en diversas ocasiones, ha empezado a demandar políticas que contengan el flagelo de la violencia y el combate contra el narcotráfico, la depuración de la policía y reformas al sistema jurídico penal para encrudecer las sanciones y las medidas represivas contra el crimen organizado. Para lograr contrarrestar el delito común las autoridades de la secretaría de Seguridad trabajan en el proyecto de reformar algunos artículos del Código Procesal Penal.
La moción es que cuando una persona haya cometido un delito común en tres ocasiones seguidas sea enjuiciado o procesado como un delito criminal y sea enviado a la cárcel, para que no tenga medidas sustitutivas y continúe en la comisión del delito. Además, se buscará una reforma al Código de la Niñez para evitar que los niños sigan siendo objeto de maltratos y agresiones por parte de terceras personas.”[1]
Resulta evidente, que ante el aumento desproporcionado de los índices de violencia y criminalidad en el país la burguesía de la región debe implementar medidas coercitivas y en algunos casos la represión selectiva como el asesinato a los miembros de maras y los sujetos que están vinculados al crimen organizado, como en el caso del “Gato Negro”.
“Los altos índices de violencia que se han reportado en los últimos meses han logrado teñir de rojo gran parte de Honduras. Ninguno de los 18 departamentos parece escaparse de la ola de criminalidad que impera en la nación. Las tasas de homicidios que se reportan van desde 11 hasta 131 homicidios por cada cien mil habitantes, según las estadísticas de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC). Todas las tasas registradas en los 18 departamentos del país superan la tasa promedio mundial que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de 8 por cada cien mil habitantes. A nivel latinoamericano, la tasa se ubica en 18 homicidios por cada cien mil habitantes. En Honduras, un país con una población de 8.128.412 habitantes, perdieron la vida de manera violenta 6.236 personas en 2010, registrándose así una tasa de 77 homicidios por cada cien mil habitantes, es decir, casi 10 veces por encima de la tasa promedio mundial. En 2010 fue, incluso, más violento que 2009, pues aquel año reportó una tasa de homicidios de 67 por cada cien mil habitantes, según lo reportó Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).”[2]
Es evidente que los índices de criminalidad hayan aumentado de forma acelerada en los últimos 15 años ante la reducción del Estado, es decir, ante la aplicación del modelo neoliberal. Las razones son simples, se dejo de invertir en cultura y desarrollo, se ha reducido los presupuestos en salud y educación, por otro lado, el Estado y los diferentes gobiernos de turno, así como la empresa privada son incapaces de proporcionarle empleo a la población, aumentando el clientelismo político, las migraciones, la desocupación juvenil, el surgimiento de maras y de bandas de crimen organizado vinculadas al narcotráfico.
Desempleo y marginalidad
Cerca de un millón de jóvenes en Honduras se encuentran sin empleo y sin recibir educación, esta situación de marginalidad y de exclusión ante las oportunidades sociales no es nada nuevo, dado que Honduras presenta los índices de exclusión más grandes del mundo, el 48,5% vive en la exclusión social. “Al menos 800 mil jóvenes en Honduras, no trabajan ni estudian, según revela un informe sobre el Estado de la Población Mundial 2011.
El estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, indica que el número de habitantes en Honduras en el año 2050 alcanzará los 15 millones de personas, por lo que es necesario efectuar mayores inversiones en los jóvenes. En Honduras siete de cada diez hondureños no superan los 30 años de edad, al tiempo que sólo 35 por ciento de los muchachos concluye con éxito la educación secundaria, un 15 por ciento llega a la universidad y sólo 4 por ciento finaliza la educación superior.
Además el 46 por ciento de la población económicamente activa del país es joven, pero de esa cifra aproximadamente la mitad no trabaja. El estudio revela que el 60 por ciento de las personas que emigran ilegalmente del país son jóvenes, por lo que urge reforzar las políticas para atender el desempleo, inseguridad, falta de salud y educación.” [3]
Por otro lado, más de la mitad de personas que son asesinadas en Honduras son jóvenes. Los primeros tres meses de 2012 han sido funestos para los jóvenes que siguen siendo presa fácil de la violencia que campea en Honduras. Desde enero hasta marzo han perdido la vida de manera violenta un total de 920 jóvenes, según las estadísticas del Observatorio de la Violencia del IUDPAS (Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad). La cifra lo dice todo, es impactante y devastadora, Honduras muere joven y nada parece detener las muertes violentas que roban de a poco al futuro de un país.
Migdonia Allescas, directora del Observatorio de la Violencia del IUDPAS, reveló las crueles cifras que evidencian que nadie en el territorio hondureño es más afectado por la criminalidad y la violencia que los jóvenes.
“En el primer trimestre de este año ultimaron a 920 jóvenes entre 12 y 30 años que representan más del 54% de las muertes violentas en el país, pues en ese trimestre han perdido la vida 1,709 personas, de las cuales 920 son jóvenes. De esos jóvenes que murieron 59 eran mujeres y 861 eran varones”. Allescas declaró que la cifra es menor que el primer trimestre de 2011, pero que la reducción es tan mínima, que incluso puede tomarse como una variación casual.
“En el primer trimestre de 2011 murieron 72 mujeres y 876 varones, para hacer un total de 948 entre enero a marzo de 2011”.[4]
El papel de los gobiernos y del Estado
Lejos de invertir en proyectos de desarrollo social y de mitigación a la violencia, los diferentes gobiernos de turno, y concretamente el de Porfirio Lobo se ha dado la política de incrementar la fuerza de contención de la delincuencia. Entre otras cosas, se han endurecido las penas, se ha reforzado a los instrumentos represivos, se violentan derechos y procedimientos hasta el punto de militarizar a la sociedad, se invierte en armamento y equipo, y hasta se crean impuestos para contar con los recursos necesarios para combatir la delincuencia. No obstante, todos estos mecanismos no han logrado reducir la criminalidad y la violencia, al contrario, sus índices han aumentado. Lo preocupante es que los mismos candidatos de los distintos partidos políticos en sus campañas no dan soluciones reales al problema, sino que siguen anunciando mano dura contra la criminalidad.
De igual manera, nos encontramos con grandes sectores de la sociedad y de la institucionalidad del Estado involucradas en el crimen organizado y el narcotráfico, como es la propia policía. A partir del asesinato del hijo de la Rectora de la UNAH se ha empezado a cuestionar de forma profunda el papel de la policía en la comisión de delitos, y por ello distintos sectores, así como el imperialismo norteamericano se han trazado la política de intervenir y reformar la institucionalidad policial. En ese sentido, el actual congreso aprobó una Ley para depurar la policía, se integro una comisión para realizar dicha acción, sin embargo, los procedimientos son lentos y hasta el momento no se ha declarado a ningún culpable de los hechos delictivos realizados desde el Estado y sus instituciones.
Otra de las acciones del actual gobierno, ha sido la de exterminar a través de masacres y asesinatos colectivos a los miembros del crimen organizado, prueba de ello fue lo ocurrido en la granja penal de Comayagua en febrero del año en curso, y el asesinato selectivo de miembros de los carteles del narcotráfico.
Es por todo lo anterior, que desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) proponemos una transformación de las condiciones actuales de esta sociedad, que por cierto, solo nos conducen a abismos más profundos de degradación, explotación, miseria y violencia. La miseria y la violencia no se erradicaran fortaleciendo a los instrumentos represivos y aumentando la brecha entre ricos y pobres, al contrario, seguirá aumentando ante la desigualdad e inequidad social que nos somete la sociedad capitalista. Solo un cambio en el modelo económico y en la sociedad nos permitirá garantizar una historia distinta. De lo contrario, seguiremos ocupando los primeros lugares en el ranking mundial de la violencia y criminalidad, y nuestra existencia pendiendo de un hilo.
[1] Honduras enfrenta altos índices de violencia. (Disponible en: http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/mundo/honduras-enfrenta-altos-indices-de-violencia) (Con acceso el: 09/05/12)
[2] Ibidem
[3] Marcos Rodríguez. Casi un millón de jóvenes en Honduras no trabajan ni estudian. (Disponible en: http://www.radiohrn.hn/l/content/casi-un-millón-de-jóvenes-en-honduras-no-trabajan-ni-estudian) (Con acceso el 13/05/12)
[4] Cesar Panting. El 54% de los muertos en Honduras este 2012 han sido jóvenes( Disponible en: http://www.laprensa.hn/Secciones-Principales/Honduras/Apertura/El-54-de-los-muertos-en-Honduras-este-2012-han-sido-jovenes#.T6_nzO0uhXY) (Con acceso el 13/05/12)