Por Gerson de la Rosa
Los crímenes violentos en Honduras han aumentado de forma estrepitosa en los últimos años. La principal causa de muerte es el arma de fuego, y desde luego, se desconocen los motivos reales por las cuales miles de hondureños son asesinados de forma violenta. De acuerdo a los datos del observatorio de la violencia, que por cierto, provienen de la Policía Nacional, en Honduras se ha dado una baja significativa de los asesinatos y de los crímenes violentos en los últimos dos años, sin embargo, los medios de comunicación muestran una imagen contraria de los datos y la información proporcionada por el Estado de Honduras. Durante la última semana del mes de noviembre, fueron asesinadas de manera violenta alrededor de 26 personas en distintas regiones del país, cantidad, que en Honduras no resulta tan significativa, sin embargo lo que llamo poderosamente la atención fue la forma en que fueron asesinados, dado que fueron masacrados en grupos de siete u ocho personas a la vez. Al parecer, este tipo de dinámica sería la nueva forma en que las bandas de sicarios liquidan cuentas o saldos pendientes.
Las páginas de los diarios impresos y los canales de televisión muestran a diario las masacres y los crímenes que se cometen a lo largo del territorio nacional, y lo peor de todo, permanecen en la impunidad por el inefectivo accionar de los organismos de justicia y de investigación policial. A pesar de los esfuerzos de varios gobiernos y del propio imperialismo norteamericano por depurar la policía, aun no se logra avanzar en la detención, captura e enjuiciamiento de los oficiales que organizan desde la institucionalidad cientos de delitos.
Se reconoce la participación de altos funcionarios del gobierno y del Estado de Honduras en el narcotráfico y otras actividades ilícitas. Varios alcaldes del país, diputados, jueces, oficiales del ejército y de la policía han sido recluidos por su participación en el narcotráfico, blanqueo de capitales, extorsiones y otros actos ilícitos.
El enorme costo de la violencia
El Estado de Honduras cuenta con un enorme corpus de instituciones cuya responsabilidad es la de asegurar la seguridad: Fuerzas Armadas, Fuerza Aérea, Fuerza Naval, Policía Nacional, Policía TIGRES, COBRAS, y organismos de reciente creación como la Fuerza de Seguridad Interinstitucional (FUSINA), Fuerza Nacional Antiextorsión, Policía Militar del Orden Público (PMOP). A esto se le debe de sumar el Ministerio Público (MP,) su Agencia de Investigación Criminal (ATIC) y la Dirección Policial de Investigación a cargo de la Secretaria de Seguridad (DPI).
A pesar de lo anterior, Honduras es uno de los países de mayores tasas de crímenes violentos en el mundo. De acuerdo al Observatorio de la Violencia, durante el año de 2014 se registraron un total de 8,719 muertes por causa externa ocurridas a nivel nacional. Los homicidios siguen siendo la principal causa de muerte por causa externa con el 68.1% del total reportado. El informe sobre la percepción de la inseguridad en Honduras un 70.5% de la población cree que la inseguridad es el principal problema del país. Desde luego, esta mirada interiorizada de la inseguridad se debe a la gran campaña desatada por los últimos gobiernos de turno, que en los últimos años, se ha constituido como el principal eje de los diferentes programas de Estado.
Fracaso de los planes de seguridad
Cabe destacar que, en los últimos años el Estado ha acrecentado el presupuesto en materia de seguridad, sin embargo ha reducido de forma cuantiosa el presupuesto para cultura, deporte, salud y educación. El costo de la violencia en Honduras equivale al 4.6% del Producto Interno Bruto (PIB) siendo el más alto de la región latinoamericana, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Dicho informe, por cierto titulado: “Los costos del crimen y la violencia en el bienestar de América Latina y el Caribe” señala que Honduras es “excepcionalmente violenta”, ya que alberga al 9% de la población mundial, pero es el escenario de un tercio de los homicidios que se producen en el planeta. Las tasas de homicidio son de más de 24 por cada 100,000 habitantes en esa zona, la única donde la violencia va en aumento desde 2005, según el trabajo, elaborado por la responsable de investigaciones sobre seguridad ciudadana del BID.
Sin lugar a dudas, el aumento estrepitoso de la violencia es una consecuencia directa de la crisis del sistema capitalista, que se refleja el creciente desempleo, alto costo de la vida y la reducción de ingresos de la familia por la imposición de impuestos y la devaluación constante de la moneda, situación que determina las migraciones masivas de cientos de personas en la región centroamericana en la búsqueda de mejores alternativas; o simplemente, en la vinculación en el crimen organizado de cientos de jóvenes que no encuentran alternativas de vida por la cobertura ineficiente del sistema educativo o el desempleo generalizado.
La aplicación de políticas neoliberales por parte de los agentes de la burguesía son las que han incidido en gran medida para el aumento de los crímenes violentos en Honduras. La proliferación del crimen organizado, maras y organizaciones delincuenciales se debe al aumento de la pobreza y a las grandes desigualdades propiciadas por el sistema capitalista. La reducción del aparato estatal, los bajos salarios de los agentes públicos inciden para que estos participen de actos ilícitos y corruptos. Mientras no se elimine la pobreza y las grandes desigualdades no se erradicará la violencia y la criminalidad que arrastra la injusticia social.