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Por Manuel Rivera

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La historia de las organizaciones populares y los revolucionarios de Honduras han jugado un papel fundamental en el desarrollo de las fuerzas productivas. La aparición de los sindicatos después de la gran huelga de 1954, cobró una beligerancia e importancia ya que ayudaron al progreso de la organización y conciencia obrera. Contradictoriamente, paralelamente al movimiento sindical, a partir de esta huelga obrera se desplegó la burguesía, la cual a pesar de su debilidad congénita se vio obligada a enfrentar a los sindicatos.

La situación del movimiento popular a partir de los años noventa, tuvo una línea de desarrollo hacia la baja, con luchas aisladas. A inicios del nuevo milenio empieza a ascender nuevamente, trayendo cambios en la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular. El alza en las luchas por la defensa del agua potable, tiene como punto de partida el 26 de Agosto 2003, así como la creación de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP). En esta nueva fase, ha habido altas y bajas en el proceso de lucha Una de esas alzas se realizo el año pasado, cuando se desarrollaron grandes movilizaciones que terminaron con Huelga General a favor de la lucha de los fiscales.

Antecedentes

En esa movilización se creó el “Movimiento Amplio por la Justicia” (MAJ), que aglutinó a varias organizaciones religiosas, (Iglesia Evangélica y Católica), fiscales y varias ONG`S, entre otras. Justo en este proceso se empezaron a escuchar planteamientos sobre la necesidad de conformar un Frente Amplio. En un comunicado el 3 de mayo de 2008 de la Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) mencionó lo siguiente: “Consideramos que la lucha por la justicia, contra la impunidad y contra la corrupción han permitido reunir diferentes grupos sociales constituyendo un embrión de lo que debería ser un frente amplio para la salvación de nuestra patria, hoy secuestrada por los magnates pertenecientes a los sectores del poder económico y político que han dilapidado el erario nacional y que en comparsa con las trasnacionales y organismo financieros explotan a nuestro pueblo y se reparten nuestros recursos sea agua, minería, bosque o tierra”. Asimismo varias organizaciones sociales y políticas con anterioridad ya han discutido este punto sobre la necesidad de construir un Frente Amplio

UD busca una salida a su crisis

Ante la crisis sin salida por la que están pasando el partido Unificación Democrática (UD), algunas de las corrientes de esta organización está haciendo una maniobra política para poder sobrevivir ante el desafío que significan los próximos comicios electorales, al meterse de cabeza en esta discusión y promoción del Frente Amplio.

Sobre el coqueteo de un sector de UD con el minoritario Partido Innovación y Unidad (PINU), de orientación socialdemócrata, el diputado de UD, Marvin Ponce, dijo “que el 28 de febrero se realizará una asamblea donde se definirá si va o no la alianza, en la que todos los que aspiran a un cargo de elección popular, en ambos partidos, podrán declinar para dar paso a otros aspirantes, (…) La idea de los dirigentes del PINU y UD es crear un Frente Amplio Electoral que incluya representantes de organizaciones populares con mentalidad progresista a fin de buscar posiciones políticas”. (El Heraldo 16/2/09).

¿Unidad con quien?

Es comprensible, pero no es justificable, que un sector de UD, ante el riesgo de perder la personalidad jurídica, sacrifique su programa y su independencia política en aras de buscar aliados para obtener unas cuantas diputaciones. Pero lo más grave es que la CNRP, la organización más importante del movimiento popular, participe en las negociaciones para tratar de formar ese Frente Amplio. Podemos comprender que algunos sectores de la CNRP se opongan a la claudicación al gobierno de Mel Zelaya, que está a punto de finalizar, y busquen nuevas alternativas, pero no podemos pasar de las llamas al infierno, buscando en los partidos burgueses “progresistas”, como el minoritario PINU, la tabla de salvación.

La unidad de los revolucionarios es un desafío pero también es una gran tentación al colaboracionismo de clases. El problemas es con quien nos unimos y para que nos unimos. Marvin Ponce también declaró “el próximo 28 de febrero en la ciudad de Siguatepeque, Comayagua, se desarrollará de nuevo una gran asamblea para definir si los parámetros que nos permitan conforman una alianza política entre PINU, UD y la Resistencia Popular (…) si se concreta la alianza también definiremos la candidatura única, aunque todavía no se habla nombres porque en el movimiento social hay muchos ciudadanos con grandes méritos para esa nominación” (El Heraldo 21/02/09).

El pastor evangélico Evelio Reyes, quien tuvo una destacada participación en la lucha de los fiscales contra la corrupción y la impunidad, es uno de los precandidatos que más suena en el ambiente político. Su trayectoria en la lucha democrática fue impecable, pero cuando se discuten alianzas políticas y electorales, se debe analizar no solo la trayectoria de los posibles candidatos, sino fundamentalmente el programa político y las fuerzas sociales que representan.

Abramos la discusión

Los revolucionarios tenemos que estar claros con ver con quienes nos vamos a unir, con qué sectores de clase, y desarrollar y discutir un programa para el desarrollo de las luchas obreras y populares, para el triunfo de la revolución socialista en Honduras y Centroamérica.

Por esta razón, desde el Movimiento al Socialismo (MAS) de Honduras no nos oponemos a que las centrales obreras y el movimiento popular, específicamente la CNRP, encabecen una alianza ampliar de los sectores oprimidos por el capitalismo decadente de Honduras. El problema no es el nombre (“Frente Amplio”) sino las fuerzas sociales que lo conformarían.

En las condiciones actuales, sostenemos que el Frente Amplio que se intenta conformar es una táctica dañina porque supeditaría políticamente a los trabajadores, a la propia CNRP, a un minúsculo partido burgués llamado PINU. El hecho que el PINU sea un partido pequeño no debe ocultar la naturaleza burguesa, contrarrevolucionaria, de esta agrupación que, por el momento se viste con ropaje “progresista” pero que en la menor oportunidad mostrará que es enemiga de los trabajadores y del movimiento popular. La dirigencia del PINU quiere utilizar a UD y sectores de la CNRP como escalera para ascender al poder, o por lo menos para tener más diputados ante el evidente desgaste del bipartidismo.

Por una alianza electoral de los luchadores

Los revolucionarios debemos participar en los procesos electorales para convencer a las masas trabajadoras de la necesidad de acabar con el capitalismo, pero no a costa de los objetivos centrales de la propia revolución socialista. La unidad amplia de los sectores oprimidos tiene que ser una política que refleje las necesidades más profundas y las aspiraciones más sentidas del conjunto de la clase trabajadora, con un programa de lucha bien claro.

En momentos de aguda crisis del sistema capitalista a nivel mundial, cuyas consecuencias se están sintiendo ya en Honduras, con la disminución de envío de remesas de nuestros compatriotas, con las amenazas de desempleo masivo (más del que siempre hemos sufrido), de alza del costo de la vida, etc, es cuando más debemos insistir en que las centrales obreras, la CNRP y la izquierda hondureña conformemos una amplia alianza electoral, democrática, que lleve como candidatos, no la burocracia de los partidos políticos, sino a los más firmes, experimentados y representativos dirigentes de los trabajadores y demás sectores populares, con un programa de lucha que sintetice la lucha contra los flagelos del capitalismo: desempleo, bajos salarios, falta de financiamiento para los campesinos y pequeños negocios.

Por eso planteamos en la necesidad de conformar una amplia alianza electoral, si la participación de partidos burgueses, como el PINU.

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