por Felipe Suazo Erazo
La crisis pos electoral generada en Honduras, por las elecciones de noviembre del 2017, ha sido enrumbada hacia un diálogo calculador, sigiloso y timorato por parte de la clase política corrupta del Partido Nacional (PN) y su aliado más incondicional en los últimos dos gobiernos nacionalistas: el Partido Liberal (PL). El pueblo hondureño ha mantenido una lucha encarnizada y disímil al tradicionalismo político desde el golpe de Estado del 2009. El flujo de protestas y reivindicaciones planteadas por el pueblo hondureño han sido manejadas bajo una dinámica de desgaste, agotamiento por parte de los sectores dominantes y la embajada de EUA.
Libertad y Refundación (LIBRE) ha sido el principal partido de oposición desde su fundación en Marzo del 2011. Sin embargo, perdió las elecciones en 2013 y en 2017 –encabezando la alianza de oposición la dictadura– frente a Juan Orlando Hernández –alegando fraudes en las dos ocasiones–quien mediante una serie de movimientos astutos ha manipulado los poderes del Estado hondureño, oficializando la reelección, la cual es ilegal según la Constitución actual de Honduras.
La alianza de oposición contra la dictadura formó una coalición de partidos en mayo del 2017 para detener las aspiraciones de Juan Orlando Hernández (JOH). Dicha alianza escogió por consenso a Salvador Nasralla, un personaje ligado a los medios de comunicación, y que en 2011 fundó el Partido Anticorrupción (PAC). El Partido Nacional está manejando el poder político en Honduras por tercera ocasión. Esto no es nada nuevo. Ya en el pasado había ocurrido: Tiburcio Carias Andino, mediante una larga dictadura (1933-49), Juan Manuel Gálvez (1949-54) y Julio Lozano Díaz (1954-56). No obstante, la ecuación ha cambiado: Porfirio Lobo Sosa (2010-2014), JOH (2014-18), y JOH 2018 una vez más, quien, a todas luces, encamina a Honduras hacia una dictadura, como la de Carias Andino, fundador del Partido Nacional (1923-24), el cual tiene un largo historial de corrupción, represión, entreguismo, y fidelidad a la política exterior de EUA.
Las elecciones de Noviembre del 2017 requieren de plantear ciertas interrogantes ¿Honduras sigue siendo la Banana Republic de Centroamérica? ¿Qué sectores están sosteniendo el bipartidismo político tradicional que desde 2009 lucha por sobrevivir a las nuevas fuerzas políticas? ¿Cuál ha sido el papel de la embajada de EUA? ¿Cuál es el objetivo del dialogo? Los informes de la OEA sobre las recientes elecciones han dejado muy mal parado a JOH a nivel internacional. Los escándalos de corrupción que liga su partido con el narcotráfico, el desfalco del seguro social (IHSS), listas de diputados expuestos por la MACCIH, la reciente reforma a la ley de privación de dominio aprobada, el 18 de Marzo del año en curso, no ayudan mucho al dictador del siglo XXI. La necesidad del Dialogo Nacional es con el objetivo de restituir la confianza internacional en el gobierno de turno, la cual yace por los suelos ante tanta impunidad. Todas las recetas para combatir la corrupción e impunidad auspiciadas por la embajada de EUA y la OEA en este país, han chocado con las redes de corrupción que aglutina una serie de actores políticos y económicos de Honduras. Un estudio publicado en 2017 bajo el nombre When corruption is the operating system: case Honduras por Sarah Chayes (Cuando la corrupción es el sistema operativo: el caso de Honduras) afirma que en Honduras existe una red de corrupción funcional donde convergen el sector público, el privado y el criminal a la que la autora llama sistema networks. Clase política, y empresarios se han enriquecido despiadadamente haciendo negocios con el Estado.
¿Qué sectores están sosteniendo el bipartidismo político tradicional que desde 2009 lucha por sobrevivir a las nuevas fuerzas políticas? Sin duda que la red podrida de empresarios, políticos corruptos y el aparato militar –policía, ejercito, aparatos de inteligencia– de la cual nos habla el libro citado anteriormente. ¿Honduras sigue siendo la Banana Republic de Centroamérica? Tras el bochornoso fraude y las cavilaciones que hizo el Tribunal Supremo Electoral (TSE) por manipular las elecciones en favor de JOH, la población hondureña protestó durante varias semanas. Muertes, fraude, y presos políticos han sido los resultados de la sangrienta reelección de JOH. EUA, fue uno de los primeros países en reconocer a JOH como presidente electo. Tal como en la época de auge del enclave bananero a principios del siglo XX, la embajada de EUA volvió a negarle las aspiraciones de cambio al pueblo hondureño interviniendo para justificar unas elecciones presidenciales. En otras palabras, seguimos siendo la pírrica república bananera como hace 100 años que inicio el enclave en Honduras.