Normal 0 21 false false false ES-NI X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4Por Luis Dubon
La Izquierda Política en Honduras entro en una fase de recomposición (si cabe el término), a partir del año 2000 cuando viejos cuadros marxistas de las antiguas organizaciones comenzaron paulatinamente a reagruparse y dar vida a pequeños pero muy activos “movimientos revolucionarios”. Estos movimientos inyectaran nuevos bríos al incipiente movimiento popular post 1991. Es así como al influjo político de estos movimientos surgirán importantes frentes de masas como el Bloque Popular y la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular.
La dialéctica relación entre la Izquierda Política y la Izquierda Social es sin lugar a duda el eslabón que a permitido el desarrollo de la lucha de clases en estos últimos diez años, que ha a mi parecer han sido uno de los más fructíferos de nuestra historia (tres paros cívicos nacionales e innumerables movilizaciones de un intransigente y beligerantes magisterio), si se considera que el colapso del “campo socialista” nos dejo en un profundo y lamentable estado.
Y aunque la izquierda “marxista” resurgió como el ave fénix, esta sin embargo, lo hizo con una crisis de identidad ideológica, que limita y cohíbe su propio desarrollo dentro del mosaico estructural de la izquierda hondureña (reformista, socialdemócrata, revisionistas…). El más claro ejemplo de ello es el Partido Unificación Democrática (UD) en donde los minoritarios movimientos marxistas, se disputan esterilmente con los reformistas el sueño de recoger las migajas (canonjías) que el sistema arroja a sus mansos cachorros. Esto lo entendí perfectamente en una Asamblea de la TR, en donde un alto, “altísimo” dirigente de quien omitiré el nombre me dijo literalmente que UD representaba una piñata de 4 millones de lempiras que era preciso alcanzar.
Es cierto que sin financiamiento es difícil emprender una bien estructurada labor organizativa, no obstante, esto no puede convertirse en el pretexto para justificar una línea política que tiende a maximizar la vía electoral en detrimento del desarrollo ideológico de la militancia de estas organizaciones.
Un convencido Lenin afirmaba que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario.
El gran problema es que existen organizaciones marxista y militantes “marxistas” que relegan al marxismo y enarbolan un pragmatismo utilitarista y coyuntural que nos aleja cada vez más de la emancipación del yugo capitalista
Es aquí donde entonces es necesario preguntarse ¿Quiénes somos?, somos marxistas consecuentes; somos pragmatistas utilitarista; somos reformistas; somos revisionistas; somos constitucionalistas o sencillamente oportunistas, para así poder tomar una posición coherente con la cuarta urna del presidente Zelaya.
Esa crisis de identidad de la izquierda marxista es la que no le ha permitido ver, que la tarea central en estos momentos es la refundación de un sólido Partido Comunista, que posibilite el desarrollo científico y técnico de cuadros consagrados totalmente a la tarea de crear las condiciones subjetivas al interior de las diferentes organizaciones de masas (obreras, campesinas, estudiantiles, comunales…etc.).
La gran mayoría de los movimientos “marxistas”, al no tener bien claro quienes son, no saben bien lo que quiere. Y es por eso que dejan de ser vanguardias y movimientos revolucionarios de avanzada, para convertirse en clubes de charlatanes electoreros y seudo revolucionarios marxistas.
Compañeros, aquí es donde hay que preguntarse ¿Qué queremos?, queremos revolución socialista (marxista por supuesto), o queremos reformismo estructural que es lo que plantea básicamente la cuarta urna.
Una Asamblea Nacional Constituyente no hará ninguna revolución; y ninguna Constitución por muy antineoliberalista que sea no abolirá la explotación del hombre por el hombre. ¿Acaso nos oponemos los marxistas a las “reformas progresista”? No, los marxistas apoyamos cualquier política reformista que tienda a mejorar las condiciones de vida de las masas oprimidas y creen mayores espacios de participación política en igualdad de condiciones. Empero, no podemos hacer de las reformas uno de los ejes centrales de nuestro programa político (el cual no tenemos), ya que no es reformar el Estado burgués nuestro objetivo sino destruirlo.
¿Cuál sería la postura más probable que Lenin adoptarían si aun vivieran?
Lenin era ante todo un verdadero estratega político, sabía cuando se podía y se debía asumir cierta flexibilidad en la táctica y lo asumía con la genialidad propia de un general en el campo de batalla. Lenin sabía muy bien quien era y que es lo que quería. Conocía igualmente muy de cerca la correlación de fuerzas entre el proletariado ruso y su vanguardia revolucionaria al igual que la de cada uno de sus enemigos de clase.
Este conocimiento le permitía siempre hacer un análisis valorativo sobre la necesidad de asumir o no asumir cierta “posición política cuestionable” si esta conllevaba a un avance importante en la lucha revolucionaria de la clase obrera por implantar su total dominación política.
Lenin habría apoyado la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente solamente si el cálculo de las posibilidades reales garantizara la mayoría de los diputados de la constituyente al proletariado revolucionario (proletariado que nosotros en Honduras tenemos)
En Rusia si existía un proletariado revolucionario gracias a su alto nivel de conciencia de clase y conciencia socialista forjado en un arduo y bien estructurado trabajo político e ideológico realizado por cuadros especializados del Partido, dentro de las diferentes organizaciones de masas.
Los cuadros profesionales (elementos imprescindibles para hacer la revolución según Lenin) se encargaron de crear entre los trabajadores y sus organizaciones las condiciones subjetivas que la revolución socialista demandaba. Claramente Lenin sabía muy bien hacia donde iba.
El héroe de la Revolución Socialista de Octubre (el proletariado ruso), se convirtió gracias a un fuerte trabajo político e ideológico desarrollado en su seno por los cuadros profesionales del Partido, en una clase para si, es decir, en una clase que ha adquirido la conciencia del papel histórico que desempeña, o lo que es igual, que sabe lo que quiere y a lo que aspira. Sin la adquisición de esta nueva conciencia jamás se hubiese producido el heroico e histórico levantamiento de Octubre.
En Honduras, a pesar del extraordinario despertar del movimiento popular y del surgimiento de grande frentes de masas, el proletariado hondureño continúa siendo aun, una clase sólo en si, es decir, que no sabe bien todavía lo que quiere y a lo que aspira. Y todo esto debido a la crisis de identidad y pertenencia ideológica de la izquierda marxista.
Esta debilidad orgánica se pone en evidencia en el pobre nivel de conciencia de clase y de conciencia socialista de las bases de las organizaciones. La beligerancia de algunas organizaciones radica casi exclusivamente en sus direcciones y no en sus bases. Esta contradicción se vuelve evidente cuando estas direcciones clasistas son desplazadas por otras más conciliacionistas, Al ocurrir esto la beligerancia de sus organizaciones se pierde y el impulso de la lucha se detiene. Ya que en estas organizaciones los iluminados serán siempre sus dirigencias más que sus bases, las cuales al no contar con una sólida formación clasista y socialista serán fácilmente manipulables y la cuna de la reacción dentro de sus propias organizaciones.
Un ejemplo histórico de esta contradicción fue la paralela montada al primer comité central de la huelga durante la heroica jornada del 1954. La contrarrevolución nos vino en ese momento desde adentro.
Esta realidad explica también muy elocuentemente el porqué en el seno de la CNRP y del Bloque Popular, importantes sectores se han plegado directa o indirectamente a la conducción política de un redentor (el presidente Zelaya) ajeno totalmente a nuestros intereses de clase. (El problemas es que no sabemos bien claro cuáles son nuestros intereses y eso si es realmente un gran obstáculo a revolución socialista)
El presidente Manuel Zelaya Rosales esta en este momento encabezando sin duda un proceso Nacional Socialista de Izquierda todavía amorfo, y aunque se incline a llamarlo “Liberalismo Social” esta perfectamente claro que sus orientaciones políticas van encaminadas en dirección a un “Estado de Bienestar” que atenué las grandes contradicciones que ponen en peligro la estabilidad del modo de producción capitalista y por otro lado coaptar la beligerancia de las organizaciones revolucionarias en provecho propio.
Lenin sabía muy bien hacia donde iba, en cambio nosotros debemos preguntarnos ¿Hacia donde vamos? , y esta pregunta lamentablemente debe de hacerse a título individual cada organización, ya que al no contar con un sólido, beligerante e intransigente Partido Comunista que nos agrupe y al no disponer de un destacamento de cuadros profesionales consagrados por entero a la creación de las condiciones subjetivas entre las bases de las organizaciones y entre todo el proletariado carente de organización; no podemos afirmar convencidamente que vamos en la senda hacia la emancipación del yugo capitalista.
La tesis de Lenin sobre la necesidad de los cuadros profesionales puede levantar hoy suspicacias y controversias (como en la época en la que Lenin la planteo), algunos compañeros podrían argumentar que dicho destacamento se convertiría en una elite y degeneraría inevitablemente en una burocracia (lo mismo se decía allá por 1903), sin embargo, esto podría dilucidarse y evitarse a través de un férreo control de las bases sobre este necesario y urgente sector de la vanguardia.
Expuestas algunas de las debilidades del movimiento popular y de la mayoría de las organizaciones marxistas, se vuelve necesario preguntarnos ¿Hacia dónde vamos con la cuarta urna, con un proletariado y una clase obrera que no es todavía una clase para si?
Si la cuarta urna se concretara y se convocara a una Asamblea Nacional Constituyente iríamos como movimientos revolucionarios y luchadores por la revolución socialista (marxista) hacia nuestra propia ruina y a un retroceso significativo que implicaría por un lado perder el extraordinario crecimiento en beligerancia ganados en estos últimos diez años y por otro dejarnos arrebatar nuevamente las banderas libertarias ante los ojos del proletario y de la clase obrera, a manos de un caudillo liberal, tal como ocurrió después de la jornada de 1954 en donde emergió el caudillismo de Ramón Villeda Morales que desvió e impidió en no menor medida que un proletariado pudiera hacer el tránsito de clase sólo en sí, para convertirse en una clase para si.
Antonio Gramsci decía: que no puede existir alguien que sea solamente hombre, que sea ajeno a su realidad. El que realmente vive no puede ser indiferente, ni dejar de tomar partido. Esta condición humana nos obliga inexorablemente a asumir una posición definida con respecto a la cuarta urna.
No voy aquí a sugerirle a nadie la postura que debe o no debe tomar; eso compañeros le corresponde a ustedes y a sus organizaciones. Tan solo me limitare a externar mi definida posición política. La cual es abstenerse de apoyar políticamente la cuarta urna y por ende la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente por carecer nuestro proletariado de la clara conciencia de su misión histórica y de las garantía de una mayoría de las diputaciones de la constituyente.
Es necesario en cambio mantener una independencia política que se ajuste no a un dogmatismo rígido, sino a uno dinámico y dialéctico en función de la toma total y absoluta del poder político del Estado burgués. Sólo así alcanzaremos y construiremos esa sociedad sin antagonismos de clase: la comunista.
Pero para ello hay que darle al proletariado conciencia de su misión histórica. Lo cual a las organizaciones marxistas hoy en día, parece no importarles mucho, es decir, que no se plantean seriamente como uno de sus ejes centrales, la fundamental tarea de coadyuvar al transito del proletariado de clase en si en clase para si; ellos andan muy ocupados tratando de lanzar candidaturas electorales ya sea dentro de la plataforma política de UD o bien mediante candidaturas independientes como plantea el PST.
No me opongo al aprovechamiento de esos espacios políticos que el sistema nos permite. Soy de los que creen en que hay que aprovecharlos los más que se puedan. A lo que me opongo es a la idea de creer que mediante estos espacios irradiaremos ante el proletariado la senda al socialismo. Lo cual me parece, PECA de ingenuidad, ya que estos compañeros olvidan que una clase obrera y un proletariado sin consciencia de si mismo y de sus intereses de clases es incapaz de adoptar y enarbolar los planteamientos y consignas que desde cualquier tribuna política se le dirijan y por lo tanto, incapaz de cambiar el rumbo de su propia historia.
Esta iluminada izquierda marxista pretende convencernos de que sus tácticas y estrategias políticas que solamente ella entiende, corresponde con los métodos y prácticas del marxismo revolucionario.
Lo que si produce los métodos de esta izquierda es un desgaste político e ideológico paulatino antes los ojos y conciencia de sus cuadros más comprometidos; y una gran desesperanza en un proletariado sin consciencia de su histórico papel que día a día los contempla.
No había querido pronunciarme con respecto a la cuarta urna, si lo hago hasta hora es porque un muy estimado compañero me lo solicito.
La actual crisis económica me ha golpeado fuertemente y coadyuvado al deterioro de mi estado de salud, aún así soy un impenitente que desde hace más de dos año clama como una voz en el desierto, sobre la necesidad histórica de refundar nuevamente el Partido de los Comunistas Hondureños sobre una nueva dinámica revolucionaria.
Mi voz pareciera no hallar eco. No importa, soy como Juan el Bautista y se que más pronto que tarde llegara nuestra redención (La Vanguardia). Solo es cuestión de fe (y eso que soy ateo).
Salud compañeros:
¡¡REVOLUCION O MUERTE!!
¡¡VENCEREMOS!!