Por Carlos M. Licona
El 30 de noviembre es la fecha de cierre del año lectivo en el país, este 2020 nos ha dejado de todo, sobre todo, mucho aprendizaje de todos lados.
La primera lección es que en docencia nos encontramos muy a la retaguardia en el uso de la tecnología, cuando se inició la cuarentena a mediados de marzo, el gran reto fue cómo llegar a todos los educandos desde la forma virtual. Un obstáculo que ha dejado al margen de la educación a casi el millón de educandos por falta de conexión a internet, según cifras aun no oficiales. Para reducir los índices de deserción digital, estos alumnos pasan a una escuela virtual vacacional donde mínimamente se les asignará un contenido para justificar la promoción al siguiente grado.
El doble discurso de la dirigencia magisterial
El gobierno, a pesar de que en agosto se aprobó un decreto para otorgar conectividad educativa sin costo alguno - y que se le llamó “Decreto Casaña”- nunca hizo realidad tal ley y tampoco se plantearon una política que motivara a los estudiantes a "retornar" a sus clases virtuales, como lo hubiera sido algún bono estudiantil que se hubiera canjeado por alimentos.
La dirigencia magisterial con discursos burdos y contradictorios se preocupó más por imponer una evaluación sumativa y también olvidó levantar una bandera de lucha como hubiera sido el exigir el bono estudiantil para todos los alumnos que se mantuvieran conectados y que les diera oportunidad a obtener alimentos para el hogar.
El primer reto: uso de la tecnología
Gran parte de los docentes actuales son una generación que creció a la luz del candil o del ocote, lámparas de gas o con candela, de ahí que la tecnología se vuelve novedosa y para muchos es muy engorrosa. Las clases en línea o asignaciones respectivas se volvieron un dolor de cabeza que en la mayoría de los casos se limitó a enviar imágenes de libros o materiales hechos, pero qué decir del alumnado que carece de las herramientas tecnológicas y se le hace imposible abrir un documento en PDF o en Word desde el celular, pero peor todavía, ¿cómo enviar las tareas hechas?
La gran mayoría del contenido programático de los diferentes grados se realizó mediante intercambio de imágenes de uno y otro bando, de ahí que tener un panorama general del aprendizaje de las competencias mínimas requeridas no será posible durante estemos alejados de los centros educativos. La realidad la conoceremos una vez nos reinsertemos a la modalidad presencial. Con estas debilidades, pretender realizar evaluaciones objetivas con el único propósito de asignar una nota sumativa al educando, no es más que un vicio petulante de quien lo plantea y que soslaya y excluye al alumno que ignora el uso del internet. Pero no solo al alumno, también al docente que apenas usa un smartphone.
El gran reto que deja el 2020 para la educación, en primer lugar, es la actualización tecnológica para los docentes que parte desde saber tomar una imagen hasta utilizar una plataforma educativa virtual. Para los educandos es más complicado todavía, porque deben en primera instancia tener un celular inteligente y ser orientados a utilizar esa herramienta como un instrumento educativo y no solo como un pasatiempo para mensajear.
Lo positivo
Sin duda alguna que muchos docentes se preocuparon por aprender a utilizar una plataforma para videoconferencia, alguna aplicación para editar imágenes o para elaborar un documento, al igual que muchas madres y padres de familia se esmeraron junto a sus hijos e hijas por cumplir en medio de la crisis económica con las tareas correspondientes. Alumnos que con toda la carga estresante que a veces ocasionan los conflictos en el hogar y que dedicaron esmero por aprender y por realizar sus trabajos.
Aun con todas estas limitantes se ha culminado el año lectivo y que bien por los que aprovecharon para aprender o para sensibilizar la conciencia y tender la mano al que la ocupaba. Que bien por los educandos que si aprovecharon el tiempo para aprender y no desaprovechar el tiempo de encierro en actividades vanales sin productividad.
Que bien por las madres y padres que nuevamente adquirieron el desgaste físico que implica explicar y llenarse de paciencia para superar el enojo y los arranques de locura al no lograr que el niño entienda.
Ha sido un año incierto y estresante, pero se ha culminado en cuanto a lo educativo. A retomar energía y la suficiente motivación para iniciar de mejor forma el 2021.