Por Frandav Lifú
Trasnochados y desorbitados tiene a los expertos en economía la noticia ofrecida desde el Instituto Nacional de Estadística(INE), al afirmar que 800,000 hondureños han salido de la pobreza.
El Director del INE, Eugenio Sosa, manifestó que “Hay una tendencia a la disminución de la pobreza, que la presidenta encontró en 73.6, y que en este momento está a 64.1… es más o menos 9 porciento… El promedio vendría a ser unos 800 mil hondureños”. (Once Noticias, 05/12/2023).
La noticia anterior ha sorprendido mucho a la población hondureña, sobre todo a la clase asalariada, la cual, en los últimos trece años se ha hundido en un océano de deudas con la banca privada y los institutos de previsión, sin encontrar una salida que le permita recuperar el poder adquisitivo del dinero que recibe como salario mensualmente. Pero, el Director del INE va aún más lejos al afirmar que también la pobreza extrema se ha reducido en 9 puntos, y que la misma se encuentra en un 42 %. (Once Noticias, 05/12/2023).
Al escuchar la noticia de que 800,000 hondureños han salido de la pobreza, automáticamente se pretende dar una proyección en el pensamiento de la clase trabajadora (que recibe salario mensual) de que existe una franca mejoría económica que, en realidad, es completamente ilusoria, no existe, y por el contrario; el precio de la canasta básica aumenta cada vez más.
¿Se ha generado empleo y se ha reducido la inflación?
Hablar de cifras y porcentajes es relativo en las circunstancias actuales; lo cierto es que, el desempleo sigue siendo muy alto y la canasta básica, conformada por 30 productos, continúa encareciéndose. Es muy fácil darse cuenta al acudir a los mercados o a los súper que los precios de la canasta básica cada vez más caros, al igual que de los servicios públicos, que van en aumento. Lo mismo sucede con los materiales en educación o con las medicinas.
Hablar de reducción de la pobreza significaría mejores ingresos económicos, mejor calidad de vida, mejor educación, mejor servicio de salud y oferta de fuentes de trabajo. Nada de esto se ha mejorado, al contrario, los precios siguen para arriba, y empleo no se encuentra, ya que, por diversas razones, las obras de infraestructura a nivel público se redujeron en el 2022 y 2023, ha habido cierre de una buena cantidad de pequeñas empresas y maquilas, y la inversión privada es casi nula.
En lo que respecta al costo per cápita de la canasta básica alimenticia para un hogar conformado por cinco personas, “aumentó de 9,502.95 a 12,045.90 lempiras entre enero de 2022 y septiembre de 2023. El incremento en 21 meses fue de 2,543 lempiras, que significan 26.76%, de acuerdo con cálculos propios con base en los datos de la Secretaría de Trabajo”. EH (09/10/2023)
Según la misma información dada a conocer por el INE, la población hondureña anda aproximadamente en 9,701,532 habitantes; de esta cantidad, la Población en Edad de Trabajar o Población Económicamente Activa (mayores de quince años), es de 7,036,664 (72.5%). Lo anterior significa que este último porcentaje de la población total debería estar trabajando. Sin embargo, la población que trabaja es de 3,835,319, o sea, el 54.5%, existiendo un déficit de ofertas de trabajo del 45.5% (3201,345 habitantes).
Los datos anteriores son preocupantes, ya que la población desempleada, de acuerdo a datos oficiales (usualmente lejanos a la realidad) ronda el 50%.
¿De dónde salen esos 800,000 hondureños que han salido de la pobreza?
Los funcionarios del gobierno del “Socialismo Democrático”, nuevamente se molestan y pelean con quienes les contradicen. Según Eugenio Sosa, muchos de esos hondureños cayeron en pobreza con el inicio de la pandemia en 2020; luego todo empeoró con los huracanes “Eta” e “Iota” a finales del mismo año. Con la disminución de la pandemia, poco a poco se ha ido reactivando la economía, y, según el susodicho funcionario, la inversión social se ha incrementado.
Asumiendo que el dato de los 800,000 que ya no son pobres o que regresaron a un nivel de vida aceptable es correcto, lo cierto es que, los que recibimos un salario mensual seguimos siendo asfixiados, endeudándonos cada día por el alto costo de vida. Podría ser que todo el encarecimiento se deba en parte a factores exógenos, como la guerra Rusia-Ucrania, o a la guerra en Palestina; pero también tiene génesis en la aplicación de medidas de corte neoliberal propias del sistema capitalista voraz e inhumano, a la carencia de políticas públicas que beneficien a las grandes mayorías, y sobre todo, a la injusta distribución de la riqueza, atesorada por unas pocas familias que componen la rancia élite económica del país. Por tanto, de cualquier forma que se mire, la situación sigue siendo muy difícil para todos los hondureños, siendo un respiradero en gran parte la multimillonaria cantidad de dinero que desde USA envían los inmigrantes radicados allá.
Las promesas de la presidente Xiomara Castro
Si como ya se apuntó, la luz eléctrica sigue aumentando considerablemente, el aumento a los salarios no es acorde con el alto costo de vida, el empleo generado desde la empresa privada o el mismo Estado es insuficiente, no se ve por ningún lado la refundación en los sistemas de salud y educación, y la canasta básica sube como la espuma. Entonces ¿Se cumplirán las promesas de campaña? En casi dos años que le restan al actual gobierno, es aventurero predecirlo.
Mientras tanto, quienes si es seguro que han salido de la pobreza y han elevado su nivel de vida son los mismos altos funcionarios del gobierno, cuyos salarios, en varios casos, superan al de la misma presidente del poder ejecutivo.