Por Carlos M. Licona
Posteriormente a la Guerra Fría que culminó con la caída del muro de Berlín (1989) y con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, en el mundo quedó un único país dominante sin que nadie le peleara la hegemonía: USA.
Si en la Guerra Fría el bloque capitalista se peleaba el liderazgo mundial con el bloque socialista, resulta que después de 1991, los procesos políticos que han sucedido son propios de cada región o país y se han dado en cascada, sin embargo, ante la falta de una conducción revolucionaria, estos procesos políticos han durado lapsos de tiempo efímeros, unos más otros menos. Por ejemplo, los gobiernos llamados de “izquierda” en Latinoamérica han cambiado de bando muy rápido para uno u otro lado, exceptuando Venezuela donde aún se mantiene el “chavismo” en la administración del Estado, en el resto de los países los giros políticos han sido muy bruscos pero siempre dentro de la Democracia Burguesa.
Por supuesto, la Revolución Cubana triunfó en 1959 y no entra en estos procesos del resto de los países en Latinoamérica. En Nicaragua la Revolución triunfó en 1979 y los sandinistas gobernaron hasta 1990, luego, el país de Sandino se ha movido de la derecha capitalista a un nuevo sandinismo “capitalista” con aureolas de “izquierda”. Los demás países como; Honduras, Brasil, El Salvador, Uruguay, Ecuador, Argentina, Chile, Perú, México, Guatemala y Panamá, siguen navegando entre aguas turbulentas con la esperanza de poner fin a la miseria galopante.
Otro ejemplo de estos procesos políticos abruptos es el que se conoce como “Primavera Árabe”, convulsión política entre 2010 y 2012 en países árabes donde la población se manifestó exigiendo libertades democráticas, derechos civiles y el fin de las dictaduras. Estos procesos tanto en Asia, África como en Latinoamérica han generado mucha intervención de los países capitalistas, principalmente de los EUA, que al final, terminan doblegando a los gobiernos de turno y negociando nuevas formas de dominación.
El fin del matrimonio Nacionalista-Liberal
Honduras no ha sido ajena a estos procesos políticos, después de 26 años de gobiernos entregados totalmente a la política estadounidense y al capital extranjero (1980-2006), Manuel Zelaya Rosales (Liberal) llegó a la presidencia de la República en el 2006, con sus dos primeros años de gobierno muy ligados al sector conservador del país y luego, girando bruscamente en el 2008 hacia los países del ALBA. Este giro brusco del gobierno de Zelaya motivó a los poderes fácticos para que asestaran el Golpe de Estado del 2009 y ascendiera a la administración del Estado el triunvirato; empresarios-narcotraficantes-políticos, juntos convirtieron al país en un “narcoestado” y se adueñaron de toda la institucionalidad, permitiendo que un manto de impunidad los protegiera en todos los niveles.
Sería ser ingenuo creer que Juan Orlando Hernández lo hizo todo solo, por supuesto que él fue la cara visible, al igual que lo fue Roberto Micheletti en los siete meses de gobierno del Golpe de Estado. Sin embargo, detrás de JOH existió y existe una estructura criminal muy bien organizada ligada a militares, policías, empresarios, religiosos, personajes de la sociedad civil y otros.
El principal apoyo político del Partido Nacional en esos doce años de gobierno fue la dirigencia del Partido Liberal, sin estos, les hubiera sido imposible a los nacionalistas sobrevivir a los procesos electorales (2013 y 2017), así que, corresponde a los liberales cargar con el peso de la historia en que la principal figura de estos doce años de tiranía; Juan Orlando Hernández ha sido declarado culpable de narcotráfico en New York.
Si bien es cierto el Partido Nacional y Liberal aún respiran por la complicidad de los medios de comunicación, parece que la tendencia en desaparecer será igual a la experimentada en El Salvador por los partidos Arena, PDC y FMLN, de hecho, los liberales han venido en caída LIBRE desde el 2009.
Ya suenan nuevos partidos y nuevos perfiles para disputarle el poder al Partido LIBRE en el 2025, quizás no lo hagan en esas elecciones, pero no se descarta que lo hagan posteriormente al morir los cachurecos y liberales. El gobierno de Xiomara Castro debe saber muy bien que los pueblos muy rápido cambian de opinión.
¿Es LIBRE una alternativa para el pueblo?
En el 2021 lo era, había que sacar al dictador del poder y se logró hacer, pero, el pueblo exige estabilidad económica, seguridad, trabajo, salud, educación y fin a la corrupción. En descargo del gobierno actual, la oposición de los poderes fácticos ha sido muy frontal e inquisidora, sin dejar respirar al gobierno, la guerra mediática es incomparable, de ahí que Xiomara Castro y sus funcionarios parecen débiles, sin la madurez suficiente para tomar decisiones que no regresen a la población a refugiarse en “fiascos” de la derecha.
Mientras tanto, la verdadera izquierda debe ir considerando seriamente en convertirse en una alternativa.