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Por Victoriano Sánchez

Los diferentes diarios de Honduras y las agencias de prensa internacional han dado a conocer la noticia: Zelaya nombró ocho representantes para sentarse a dialogar con los golpistas. Entre ellos se encuentran altos funcionarios del gobierno del presidente Manuel Zelaya, como Víctor Meza, ex ministro de gobernación, Patrica Licona, ex vicecancillera, Milton Jiménez, ex presidente de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros.

También fueron nombrados Carlos H. Reyes, dirigente del poderoso sindicato STYBIS y del Bloque Popular, candidato independiente a la presidencia, el diputado Cesar Ham, candidato a la presidencia por el partido Unificación Democrática (UD), el sindicalista Israel Salinas, secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH), Juan Barahona, dirigente de la Federación Unitaria de Trabajadores de Honduras (FUTH) y Rafael Alegría, dirigente de Vía Campesina. Todos estos dirigentes sindicales pertenecen al Bloque Popular, a la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) y al Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado.

La izquierda en el bolsillo

Hasta el momento ninguno de estos dirigentes ha desmentido la noticia, por lo que debemos interpretar el silencio como anuencia a formar parte de esa delegación del gobierno melista.

El hecho de que el presidente Zelaya haya nombrado a cinco dirigentes de izquierda, de los ocho que conforman la delegación, puede interpretarse erróneamente como una preponderancia del Frente Nacional de Resistencia (FNR) en la defensa de la democracia y de los intereses populares, pero en realidad no es así. Estamos ante una astuta maniobra del presidente Zelaya para absorber políticamente a la izquierda, neutralizarla y evitar que se convierta en una real alternativa de poder.

Los sindicatos y demás organizaciones populares han sido en la practica el alma y nervio de la resistencia en la lucha contra el golpe de Estado, han demostrado una enorme fuerza social que obligó a retroceder a los golpistas. Sin embargo, la mayor parte de la dirigencia sindical y popular, así como la mayor parte de la izquierda, le ha claudicado políticamente al presidente Manuel Zelaya y han convertido la lucha contra el golpe de Estado, en una lucha circunscrita únicamente a la reinstalación de Manuel Zelaya en el poder.

La dialéctica de las negociaciones

De esta manera, ignorando lo que se ha conquistado en las calles, la izquierda dentro del Frente Nacional de Resistencia apoya las negociaciones con los golpistas y con ello el Acuerdo de San José que les resulta atractivo por el solo punto de la reinstalación de Manuel Zelaya en la presidencia de la Republica.

El problema de las negociaciones cobra mayor relevancia porque el objetivo estratégico de los golpistas era negociar en una mejor correlación de fuerzas, al mismo tiempo que preparaban una salida electoral. Los golpistas sabían tenían que negociar, pero antes de hacerlo, apalearon a las masas, las cansaron para que éstas terminaran aceptando la negociación como el mal menor.

Una cosa es que el presidente Zelaya tenga que entablar negociaciones, que por cierto no apoyamos, pero reconocemos su derecho a negociar hasta con el diablo para lograr su reinstalación en el poder. Pero otra cosa, muy diferente, es que la izquierda le acompañe en las maniobras políticas, y que forme parte de una delegación del destituido gobierno melista para negociar directamente con los golpistas. Además, cualquier negociación, jamás puede poner en peligro el objetivo de la lucha que es la democratización de Honduras en beneficio de los más pobres.

El problema es que la negociación con los golpistas conduce irremediablemente a legitimar el golpe de Estado, a mantener el statu quo del poder de los capitalistas, a disolver las grandes aspiraciones populares de lograr un cambio profundo en la sociedad hondureña.

La izquierda de Honduras, los sindicatos y el movimiento popular, no pueden avalar todas las maniobras políticas de Manuel Zelaya, ni las imposiciones del imperialismo norteamericano, de la OEA y demás organismos.

Al aparecer los dirigentes de la izquierda en la comisión negociadora del gobierno melista, confunden a los trabajadores, los desmovilizan, porque de antemano están avalando todas las políticas reaccionarias que inevitablemente el presidente Manuel Zelaya tendrá que adoptar si se firma el Acuerdo de San José, en cualquiera de sus variantes. Se transforman en apéndices de este Acuerdo reaccionario y dejan al movimiento de masas indefenso ante cualquier giro repentino o endurecimiento de los golpistas.

Por la independencia política de los trabajadores

Estamos ante una fase decisiva de la historia de Honduras. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a los dirigentes de la izquierda, a los dirigentes sindicales a separarse políticamente del presidente Manuel Zelaya en este proceso de negociaciones que augura convertirse en una gran traición para el pueblo, porque los golpistas saldrán incólumes y la lucha por la Asamblea Nacional Constituyente será diferida a otro momento político, cuando los partidos Liberal y Nacional hayan recompuesto sus maltrechas fuerzas. Entonces vendrá el crujir de dientes y ya será demasiado tarde. Todavía es tiempo de rectificar el rumbo desastroso.

 

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