Por Marcial Rivera
La década de los 60´s está marcada por acontecimientos históricos que tuvieron incidencia en la configuración de las fuerzas políticas que se verían involucradas en el conflicto armado salvadoreño. Es el triunfo de la Revolución Cubana el hecho que marca esta década. Frente al fracaso de los métodos de los partidos comunistas estalinistas, la gesta armada de los revolucionarios cubanos se constituyó en el motor principal del impulso que tuvieron otros pueblos en América Latina para aspirar a construir procesos que tuvieran como fin la liberación.
En el contexto Centroamericano, las diferencias a nivel económico por el tema del Mercado Común Centroamericano (MCCA) originaron una seria disputa entre las oligarquías salvadoreña y hondureña que condujeron a una guerra –de las “cien horas” o “del fútbol”- que buscaba por medio del nacionalismo exacerbado generar una cortina de humo que ocultara las graves crisis en ambas naciones. Este nacionalismo fue apoyado por el Partido Comunista Salvadoreño, quien llamó a organizarse para defender el territorio salvadoreño.
Es este uno de los hechos que termina de evidenciar las posiciones reformistas y sectarias del Partido Comunista Salvadoreño (PCS). A mediados de los 60´s surgen debates en el seno del PCS respecto a los métodos de lucha que debían utilizarse para lograr las transformaciones necesarias. Se dan dos corrientes principales: la que considera la lucha armada como salida única -aparejada de la movilización popular- y la otra corriente que propone el diálogo y la salida de forma pacífica a través de la participación electoral. Al final se impone esta última, y Salvador Cayetano Carpio, hasta entonces Secretario General del PCS, decide renunciar al partido y el primero de abril de 1970 junto con otros compañeros fundan las legendarias las Fuerzas Populares de Liberación, con una línea revolucionaria que propugnaba la movilización de masas y la organización como forma de impulsar las luchas populares. Las FPL posteriormente se convirtieron en una de las cinco fuerzas político-militares que conformaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN, durante el conflicto armado.
Tomando un papel protagónico dentro del conflicto y las movilizaciones populares, se impulsa la creación del Bloque Popular Revolucionario, que abarcaba distintos sectores de la sociedad y se convirtió en un movimiento de masas que adquirió enorme importancia en la izquierda revolucionaria, además de la vinculación y el trabajo político que posteriormente también se lleva a cabo con otras organizaciones populares.
Sin lugar a dudas, Salvador Cayetano Carpio -Comandante Marcial- es su máximo representante, no únicamente por ser su fundador sino por ser su máximo dirigente. Posteriormente surgieron las Fuerzas Armadas Populares de Liberación como brazo militar de las FPL, por el giro reformista y electorero del PCS. Es esta la característica de las FPL: haber combinado la lucha armada y la movilización popular, pues además las condiciones topográficas del territorio salvadoreño no facilitaban las condiciones para una guerrilla eminentemente rural. Marcial responde con el título de su libro "Nuestras Montañas son las Masas" en torno a la pregunta que dónde se desarrollaría la lucha si en El Salvador no existían las condiciones topográficas. Este componente político-militar es justamente el hilo conductor de la vida política de las FPL.
En El Salvador el movimiento guerrillero dio un giro negativo desde la incorporación del PCS, que siguiendo una nueva táctica del estalinismo, se unió al movimiento guerrillero para controlarlo, inculcarle un programa reformista y propiciar la derrota del movimiento revolucionario. De ahí las consecuencias desastrosas que se tuvieron al firmar los Acuerdos de Paz, en términos que dejaban a un lado, las causas por las que se impulsaron las distintas movilizaciones y acciones armadas. Es este el triunfo del estalinismo en El Salvador. En este proceso cayó el máximo dirigente de las FPL Salvador Cayetano Carpio, muerto en un confuso incidente. Después de su muerte, las FPL entrarían en la peor de sus crisis, originando serias divisiones a lo interno e imponiéndose distintas posiciones reformistas y conciliadoras. Sus posteriores dirigentes no solo carecerían de liderazgo político e ideológico, sino además de visión política y aunque pretendieron opacar el legado de Marcial y sustituirlo, nunca lo lograron.
En este abril el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) rinde el justo y merecido homenaje a las Fuerzas Populares de Liberación y el Comandante Marcial, pues el aporte que hizo al proceso revolucionario salvadoreño, es sin duda digno de imitar por las generaciones actuales y venideras.