Por Alfonso Fonseca
El 17 de julio de 1979, Anastasio Somoza Debayle fue obligado a renunciar a la presidencia y a salir del Nicaragua, asediado por el inminente triunfo de la insurrección popular. En Puntarenas, Costa Rica, se había producido una negociación, bajo la atenta mirada de Estados Unidos, para conformar un gobierno de Unidad Nacional entre las fuerzas populares lideradas por el FSLN, y los restos del somocismo. Las estupideces del presidente provisional, Francisco Urcuyo Maliaños, de no entregar la banda presidencial a la Junta de Gobierno, y mas bien llamó a la guerrilla a entregar las armas. Esta ruptura de los acuerdos de Puntarenas fue aprovechada por el FSLN para, ante el colapso de la Guardia Nacional, ordenar el avance hacia Managua hasta la toma del poder en Managua el 19 de julio de 1979.
Asilo en Paraguay
La administración de Jimmy Carter, en represalia contra la resistencia de los somocistas, a pesar de encontrarse en territorio de Estados Unidos, le negó el asilo a Somoza Debayle, quien después de estar varios días en un yate en las aguas internacionales del mar caribe. Posteriormente, Somoza e refugio en Georgetown capital de Bahamas, donde se le concedió una visa de turista por 14 días para permanecer en la isla, pero tampoco fue bienvenido porque el mundo entero estaba pendiente del paradero del dictador derrocado. Las autoridades le dijeron que por motivos de seguridad tenía que abandonar la isla. Somoza no tenía donde ir, hasta que, después de una escala en Guatemala, donde también le negaron el asilo, finalmente recibió asilo por parte de Alfredo Stroessner, presidente y dictador vitalicio de Paraguay.
Somoza fue recibido por una comitiva oficial que lo traslado a una residencia, en un lujoso barrio de Asuncion. A pesar que la seguridad paraguaya había advertido a Somoza sobre un posible atentado, el ex dictador llevaba una vida social relativamente normal, asistiendo a fiestas y paseándose sin temor alguno
¿Quiénes planificaron el operativo?
Ha habido mucha discusión sobre si el operativo fue planificado por la inteligencia cubana y nicaragüense de la época, debido al temor de que Somoza Debayle encabezara políticamente una inevitable contrarrevolución armada. Este temor se acrecentó porque a mediados de 1980 era evidente que Jimmy Carter no lograría la reelección y, en cambio, ganaría las elecciones de noviembre de 1980 el republicano Ronald Reagan, quien tenía como punto de su programa apoyar una contrarrevolución en Nicaragua.
Dentro de la estrategia de Reagan estaba la creación de guerrillas contrarrevolucionarias en varias partes del mundo (Angola, Afganistán, Etiopia, Nicaragua, etc)
Según la disidente sandinista Dora Maria Téllez, aunque los guerrilleros argentinos negaron tener alguna vinculación con el Gobierno de Nicaragua, el operativo fue “absolutamente preparado, organizado por la Inteligencia del Ministerio del Interior”. “Vamos a decirlo con todas sus letras. (El operativo) fue ejecutado por el Gobierno, ahí no hay vuelta de hoja”. (magazine, La Prensa)
Los guerrilleros argentinos fueron escogidos por que tenían experiencia en la lucha de guerrilla urbana, habían pasado por la dura escuela de la cárcel, habían sido torturados, es decir, eran personas fogueadas con la dureza de la lucha.
“Operación Reptil”.
El comando que ajusticio a Somoza Debayle estaba compuesto por siete exguerrilleros argentinos, que formaron parte del Ejército Revolucionario de los Pobres (ERP), una guerrilla urbana que se le tildó falsamente de trotskista.
Sus seudónimos eran Ramón, Santiago (Hugo Irurzún), Armando (Roberto Sánchez Nadal), Ana, Julia, Susana y Osvaldo. El jefe del comando era Ramon, cuyo verdadero nombre era Enrique Gorriarán Merlo.
Este se había logrado fugar en 1972 de la cárcel de máxima seguridad de Rawson (en la Patagonia, Argentina) para continuar la lucha guerrillera.
En marzo de 1976, los militares argentinos dieron un golpe de Estado que derrocó a la presidente Maria Estela Martinez de Perón. Se desato una violenta represión contra la izquierda y la guerrilla. Para no ser capturado, Gorriaran y otros salieron de Argentina. En 1978 se unieron al frente sur de la guerrilla sandinista, en la frontera con Costa Rica. Estos guerrilleros tenían experiencia militar y en labores de inteligencia. Al ser originarios del cono sur, se confundían con los rasgos físicos y el acento de la población de Paraguay. En pocas palabras, pasaron desapercibidos al cruzar la frontera.
El ajusticiamiento según Gorriarán Merlo
Aunque al inicio Somoza estuvo protegido por un fuerte dispositivo de seguridad al pasar el tiempo disminuyó la custodia. Somoza cometido el fatal error de actuar como si no hubiese ningún peligro. Mientras Somoza se relajaba, el comando ejercía una constante vigilancia de sus movimientos, estudiando los puntos más débiles que les permitirían actuar y realizar el atentado.
Incluso, la seguridad paraguaya alerto a los escoltas de Somoza que debían cambiar el itinerario, cambiar los restaurantes y cantinas, para no mostrar flancos débiles. Primero lograron que Oswaldo trabajara en un quiosco de revistas, a dos cuadras de la mansión de Somoza, y después alquilaron una casa en la Avenida España, por donde pasaba obligatoriamente la caravana de Somoza
La vigilancia sobre el recorrido de Somoza era día y noche. El 17 de septiembre, a las diez de la mañana, el vehículo que llevaba a Somoza, un Mercedes Benz blanco, que no era blindado, inicio su recorrido sobre la avenida España, con dirección hacia un banco situado en el centro de la ciudad
Santiago permaneció los dos días en la parte delantera de la casa, con la bazuca y la ametralladora listas. Armando calentaba cada hora el motor de la camioneta con la que interceptaría al convoy de Somoza y no se separaba del FAL, la pistola y la subametralladora. Ramón, mientras tanto, se mantenía pegado al walkie-talkie esperando la llamada de Osvaldo.
El convoy del exdictador se detuvo un rato en los semáforos, situados a unos 60 metros de la base, algo que los medios de comunicación paraguayos interpretarían como un tiempo “fatal” para Somoza y “providencial” para “los terroristas” del comando argentino.
Armando dejó pasar dos o tres vehículos de los guardaespaldas y le echó la camioneta a la Volkswagen Combi que venía adelante de la limusina de Somoza. César Gallardo frenó y Ramón, Enrique Gorriarán Merlo, empezó a disparar con una M-16.
“Observé que los disparos penetraron sin dificultad. Disparé tiro a tiro, y cada disparo hacía que el cuerpo de Anastasio Somoza se moviera... Al agotar el cargador del M-16 ya estaba Santiago a mi lado en condiciones de disparar el lanzagranadas... La granada dio en el centro del vehículo y estuvo claro que la misión estaba cumplida.
Santiago me preguntó: ‘¿Le pegué?’, a lo que respondí: ‘Lo destrozaste’". (El País, de España, agosto de 1983).
La desesperación de Dinorah Sampson
La explosión del Mercedes Benz, producto del disparo de la bazooka, destrozo el cuerpo de Somoza y el propio vehículo. Dinorah Sampson, la amante de Somoza en los últimos 17 años, llego a la escena pegando gritos: “¡General! ¿Dónde está el general? ¡Por favor! ¡Quiero verlo, yo lo quiero ver!”. Pero el ministro del Interior, Sabino Montanaro, la detuvo. “Fue despedazado”, le explicó. “No le puedo permitir que lo vea”.
La cacería contra el comando guerrillero
Stroessner desató una cacería contra el comando, cerrando las fronteras de Paraguay, mientras en Nicaragua la Dirección Nacional del FSLN convocaba a una movilización en Managua para celebrar la ejecución del tirano.
De los siete miembros del comando, solo hubo una baja. Los siete argentinos que llevaron a cabo la ejecución final de la operación para matar a Anastasio Somoza Debayle, tenían los seudónimos de Ramón, Santiago, Osvaldo, Armando, Ana, Julia y Susana. Santiago (Hugo Irurzún) el resto del comando logro escapar de la persecución de Stroessner. Aunque la policía afirmo en un comunicado que había muerto en combate, en realidad su cadáver presentaba señales de tortura, lo que indica que fue capturado vivo y sometido a crueles torturas. Sus restos nunca fueron entregados a sus familiares, sino que fueron desaparecidos.
Algunos miembros de este comando participaron en el asalto al cuartel de la Tablada en Argentina, en el año 1989, en el que murió en combate Armando (Roberto Sánchez Nadal). Gorriarán Merlo comandó el asalto, pero logró escapar. Fue detenido en 1995 en México y extraditado a Argentina por haber sido uno de los líderes del asalto a la base militar de La Tablada, en la provincia de Buenos Aires, en 1989. Estuvo detenido hasta que un indulto presidencial de Eduardo Duhalde le devolvió la libertad en 2003. Tras escribir sus memorias y anunciar que buscaría participar en política, murió víctima de un infarto en 2006.