fusilado

 

Por Germán Aquino

En el periodo de la insurrección de 1932, El Salvador es un país agroexportador en donde predominaba el cultivo del café, y la  comercialización del mismo era la base de la economía. Se puede decir  que las causas de dicho levantamiento fueron generadas por la situación económica, política y social imperante en ese momento. Entre estas causas se puede mencionar: el aumento de la concentración de las riquezas en  las clases económicas y políticamente dominantes,  el deterioro del nivel y calidad de vida de las clases dominadas y sectores medios.

 

La concentración del principal medio de producción como era la tierra, fue realizado durante la administración de Zaldívar, mediante la cual las tierras ejidales y comunales fueron expropiadas por  los ricos para que fueran destinadas al cultivo del café. De esta forma las personas pertenecientes a los pueblos originarios fueron obligadas a vender su fuerza de trabajo con lo cual se convertían en proletariado agrícola, clase mayoritaria, a quienes además de no pagar lo adecuado se les pagaba con  sistema de fichas que solo tenía validez en los establecimientos de los dueños de las fincas.

A lo anterior hay que agregarle la falta de servicios básicos para los trabajadores. Otro elementos  a mencionar son la perdidas del minifundio a través de la usura y el injusto sistema de arrendamiento al estilo feudal que consistía en pagar con una parte del producción y el de prestar servicios. A nivel  internacional  hay que agregarles la crisis económica de los años 30 del siglo pasado; con la cual los precios y la comercialización del café llevo a la pérdida de los puestos de trabajo  sobre todo en las zonas en donde se cultiva el café.

Antes de  la insurrección de 1932

A finales de los años 20” en El Salvador la crisis por la cual pasaba el sistema económico llevaría a la movilización y a la lucha reivindicativa de las organizaciones sociales; y al surgimiento de  organizaciones políticas de izquierda como el  Partido Comunista Salvadoreño (PCS) el cual fue creado el 30 de marzo de 1930. El PCS  estaba integrado por miembros de la  clase trabajadora, campesinos, indígenas, intelectuales y estudiantes consecuentes pudiéndose mencionar  a Farabundo Martí, Miguel Mármol, Mario Zapata, Modesto Ramírez, Francisco Sánchez, Alfonso Luna, Alberto Gualán, Ismael Hernández, Moisés Castro y Morales, etc.

Para ese mismo año se realizarían elecciones para Presidente en la cual los candidatos más fuertes fueron el Dr. Gómez Zarate y el Ingeniero Arturo Araujo, siendo este último quien ganó las elecciones realizándose la toma de posesión el día 1 marzo de 1931. Para ganar esta contienda al Ingeniero Araujo le fue gran ayuda el Vitalismo de Alberto Masferrer, el cual proponía un Mínimum Vital para la clase trabajadora.

El pueblo  depositó su confianza en el gobierno de Arturo Araujo, de quien esperaban solución a la situación por la cual estaban pasando. El incumplimiento de las promesas de campaña le trajo al Presidente Araujo el descontento del Partido Laborista, el cual incrementaba sus fuerzas con el pasar de los días y se convertía en una amenaza para el Presidente y su partido. La Asamblea Legislativa que en mayoría estaba  conformada por Laboristas recurre al populismo mediante la compra de tierras y su posterior reparto; esto fue insuficiente y no logró satisfacer las demandas del pueblo. El descontento social continuó creciendo, paralelamente también las ideas comunista eran propagandizadas jugando un papel importante en ello Farabundo Martí.

El  descontento había llegado también a la casta militar. Este descontento fue aprovechado  y el 2 de Diciembre de 1931 se realizó  un golpe de estado contra el Presidente Araujo, en el cual el General Maximiliano Hernández Martínez, no  forma parte según versiones del mismo; pero  fue producto de este Golpe que el General Hernández Martínez ascendió al gobierno, ocupando el cargo de Vicepresidente.

Una vez ya como  Presidente  no gozó del reconocimiento de los países de América, a excepción de México. Los Estados Unidos se negaban a reconocer el gobierno del General Martínez e insistían que este debería deponer el cargo; el desconocimiento a este gobierno era en base al Tratado de Paz y Amistad el cual llamaba o no reconocer gobiernos que hubiesen llegado mediante el uso de la fuerza; este tratado buscaba neutralizar toda victoria de los movimientos revolucionarios de aquella época. Debemos señalar que al final el gobierno del General Martínez se ganó el reconocimiento de la región centroamericana y de los Estados Unidos.

El levantamiento insurreccional del pueblo: un legítimo derecho

El día 22 de enero de 1932 personas pertenecientes a los pueblos originarios, proletarios y campesinos se lanzaron a la lucha contra el sistema explotador, las acciones se concentraron sobre todo en el occidente del país. Fue en la región occidental donde se registró la mayor concentración de personas pertenecientes a los pueblos originarios, lo cual data desde los inicios de la invasión española a estos territorios. La acción insurreccional se concentró mayormente  en la zona occidental en los departamentos de Sonsonate, Santa Ana, Ahuachapán, La Libertad.

Entre los municipios en donde se realizó con mayor fuerza se pueden mencionar Juayúa, Izalco, Tacuba y Nahuizalco. En estos municipios las fuerzas insurgentes asestaron ciertos golpes a los representantes del Estado burgués encargados de los gobiernos locales. Para las clases dominantes este hecho fue visto como algo vandálico, pero contrario a ello la insurrección de 1932 fue un legítimo derecho del pueblo a levantarse contra el gobierno y el sistema político que le oprimía, a luchar por recuperar lo que las clases dominantes le  robaron.

Las Fuerzas Armadas comandadas  por el General Maximiliano Hernández Martínez  y los Cuerpos de Seguridad, fieles defensores del sistema político económico, respondieron en defensa de las clases económica y políticamente dominantes. El Coronel José Tomás Calderón tuvo la responsabilidad de reprimir a las masas insurrectas, quienes estaban en total y completa desventaja debido a que sus únicas armas  eran machetes, palos, y piedras, mientras las fuerzas armadas contaban  con una superioridad armamentística y logística.

El intervencionismo extranjero estuvo presente. Como producto de ello  se hicieron presentes, en el Puerto de Acajutla, barcos de guerra  de Estados Unidos (Róchester)  y  barcos británicos (Skeena y Wancouver) bajo el argumento que su función era  la de proteger los intereses de las personas e inversiones de esas naciones que residían en El Salvador.

La Iglesia Católica se encargó de la  asistencia espiritual a las personas  que fueron apresadas y condenadas a muerte. Algunas personas se confesaron y se arrepintieran pero también hubo rechazo de los condenados a muerte como fue el caso de Farabundo Martí que expresó que no tenía pecados que confesar y que había dejado de creer en esos "principios omnipotentes que, de acuerdo con ustedes, son todo justicia y amor". Luego le preguntó al sacerdote:" ¿Usted cree quelas condiciones sociales de nuestro país son justas?" Le señaló quela Iglesia había colaborado con el Estado para esclavizar al pueblo salvadoreño, y había participado en las recientes matanzas." ¿Son justos los asesinatos que los militares y la burguesía han cometido en nuestras filas?¿ Eso es el amor?"

Mientras los poderosos desataban su odio contra el pueblo, la Iglesia se dedicaba a  predicar la paz y el amor y a pronunciarse contra el comunismo.

Como resultado de la represión se tiene un saldo de 30,000 personas masacradas por el Estado burgués. Este dato tiende a variar partiendo de la fuente consultada. En su mayoría las personas masacradas pertenecían a los pueblos originarios (indígenas). Se vio un claro odio contra las personas pertenecientes a los pueblos originarios ya que el blanco de las acciones eran aquellas personas que presentaban rasgos físicos indígenas, que usaban vestimenta de manta, que hablaban nahuat y que practicara la espiritualidad ancestral.

Lo anterior obligó a las personas pertenecientes a los pueblos originarios a esconder su identidad o en todo caso a llevarla pero de forma clandestina para de esta forma mantener la vida. Pareciera que  el Estado burgués aprovechó dicho acontecimiento para terminar con el trabajo iniciado por los españoles durante la invasión;

La historia no es hecha por personas en particular es hecha por los pueblos; entre los 30, 000 víctimas del sistema  en el contexto de enero de 1932  existieron líderes y dirigentes entre los que se pueden mencionar: Farabundo Martí, Feliciano Ama, Francisco Sánchez,  Mario Zapata, Modesto Ramírez, Alfonso Luna. Todos ellos son nuestros mártires y héroes.

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