huelga bananera

Por Enrique Villalobos Ulate

Entre el 9 de agosto y el 16 de setiembre de 1934 se desarrolló la gran huelga que abarco a 10,000 trabajadores del banano en la costa atlántica de Costa Rica. En esa época, todos los países centroamericanos tenían economías de enclave, en donde las compañías bananeras, madereras y mineras, especialmente de origen norteamericano, controlaban los principales productos de exportación.

La clase obrera de esa época estaba conformada fundamentalmente por bananeros, madereros y mineros, y en menor medida por el semiproletariado agrícola que trabaja en las plantaciones de café.

Obreros centroamericanos

El proletariado bananero en Costa Rica estaba conformado no solo por nacionales, sino que en su mayoría eran trabajadores de otros países: nicaragüenses, que huían del hambre, de la naciente dictadura de Anastacio Somoza García- quien el 21 de Febrero de 134 había asesinado al General Augusto C. Sandino-- y de las guerras civiles, pero también habían hondureños que huían de la represión en su país. Esta combinación de nacionalidades produjo también una combinación de tradiciones de lucha, que convirtieron al proletariado bananero de Costa Rica en un bastión del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR)

Un movimiento de repercusión nacional

En su momento, la huelga de 1934 abrió un debate nacional sobre las condiciones de miseria en que vivían los trabajadores bananeros. La Iglesia Católica se pronunció a favor de mejorar las condiciones de vida y trabajo de los bananeros, como una forma de evitar la revolución social. El cura Carlos Meneses, afirmaba que: “toca al Gobierno obligar a la United a pagar los mismos jornales que están pagando los bananeros del país con todo y sus condiciones de ruina en que trabajan sin capital propio, sometidos a las exigencias de la Compañía frutera que les rechaza la mayor parte del banano. Si los que están en ruinas lo hacen, ¿por qué razones procede de manera distinta la poderosa United?... el país... espera verlo [al gobierno] enérgico y decidido para obligar a los poderosos a ponerse a tono con las necesidades de la Nación” (Eco Católico, 16/09/1934).

Comités de Huelga y Brigadas de Vigilancia

Producto de la grave crisis económica, en medio del crack de la economía mundial, surgieron comités de huelga en cada finca bananera. Los organizadores eran los activistas del PCCR y los propios trabajadores bananeros, quienes convocaron a una reunión preparatoria para la noche del 9 de Agosto de 1934 en la finca Los Ángeles.

Entre los organizadores existía el temor de que los trabajadores, eufóricos, fuesen a emborracharse, echando a perder la huelga contra la poderosa United Fruit Company. Como un mecanismo de compromiso, se les tomó solemne promesa de llevar la lucha hasta el final, y la táctica dio resultado: todos los delegados fueron a las fincas, y la huelga comenzó el 10 de agosto de 1934, convirtiéndose en uno de las jornadas de lucha más trascendentales del proletariado costarricense durante el siglo XX

Para defenderse de las provocaciones de la United Fruit Company y de la represión del gobierno, los bananeros constituyeron Brigadas de Vigilancia en las plantaciones, armados de machetes, piedras, palos y una que otra escopeta. Eran verdaderas milicias o piquetes armados para proteger a los huelguistas.

Duras condiciones de vida y trabajo

Antes de 1934, según afirma el propio Carlos Luis Fallas, dirigente de la histórica Huelga, la vida en las bananeras de la United Fruit Company era un horrible infierno: no habían dispensarios ni servicios médicos, solo existía el Hospital de Limón, que por cierto quedaba muy lejos de las fincas bananeras, los trabajadores debían comprar por sus propios medios las pastillas de quinina para combatir la fiebre amarilla, los trabajadores y sus familias vivían en campamentos que eran verdaderas pocilgas, sin letrinas.

Francisco Gamboa nos detalla cómo era la situación de vida de los trabajadores: “los salarios muy bajos, los pagos mensuales en vales o cupones, la explotación de los trabajadores por medio de los comisariatos o bodegones de las empresas, el maltrato físico , las jornadas muy largas, las viviendas de pésimas condiciones, la falta absoluta no solo de hospitales, sino del más insignificante botiquín, a pesar de que a los obreros se les rebajaba la parte de su sueldo para atención médica, y la cizaña sembrada por los jefes de la compañía entre ticos y centroamericanos, y entre blancos y negros, para impedir que se unieran en la lucha, no son sino una pequeña muestra de lo que era aquel infierno “ .

La United Fruit Company sobre explotaba a los trabajadores a través de los bajos salarios y la existencia de "comisariatos", que ejercían el comercio monopólico de los productos básicos, vendiéndolos a precios escandalosamente altos. Pero la United Fruit Company no solo explotaba a los trabajadores, sino a los pequeños y medianos finqueros, a quienes financiaba pero bajo la condición de venderle de manera exclusiva el banano a la transnacional, estableciendo un precio fijo por cada racimo, más el cobro de una comisión o cuota de pago por el financiamiento recibido.

El naciente Congreso de Trabajadores del Atlántico, se reunió en plena selva para discutir y aprobar el pliego de demandas, moderadas por cierto. Entre ellas se incluyeron reivindicaciones a favor de los finqueros: que nos les fuese rechazada antojadizamente la fruta, mejor precio para el banano, etc. El pliego de demandas era una mezcla de reivindicaciones obreras y demandas de los pequeños y medianos productores de banano.

Este pliego de demandas fue enviado al gerente de la transnacional, con una nota firmada por Carlos Fallas, en la que afirmaba que “…que ningún trabajador a partir de hoy , volverá a su trabajo, mientras no hayan sido aceptadas todas y cada una de las cláusulas del pliego de condiciones, que ya no queremos soportar ni un día más esa vida de esclavos a que nos han sometido los bananeros y en particular la rapaz compañía que usted representa“. ( 9 de agosto de 1934)

A pesar de promover una alianza entre obreros y pequeños productores, no todos los finqueros criollo se sumaron a la huelga, algunos reclutaron rompe huelgas en Puntarenas y Guanacaste. Muchos finqueros temían las represalias económicas de la United Fruit Company.

Ante el desarrollo de la huelga, el gobierno de Ricardo Jiménez Oreamuno (1932-1936) envió a Santos Herrera, Ministro de Gobernación, para negociar con los huelguistas, pero por separado. En el campamento “Veintiséis Millas” se reunieron la delegación del gobierno y los huelguistas pero no llegaron a un acuerdo. Después de casi un mes de heroica huelga, el Presidente Jiménez, resolvió trasladar las negociaciones a San José. Al final, se firmó un acuerdo que retomaba muchas de las reivindicaciones de los huelguistas.

Incumplimiento y Represión

Pero a los pocos días de la firma del acuerdo, la United Fruit Company incumplió  y paso al enfrentamiento contra los trabajadores, generando una nueva huelga, mucho más poderosa. La lucha violenta fue inevitable. La represión no se hizo esperar. El gerente de la United Fruit Company, Mr. Chittenden, solicitó la intervención del gobierno norteamericano, y la burguesía costarricense por su parte exigió mano dura contra la huelga y que de paso se oyeron voces que clamaban por la ilegalización del PCCR, por alentar  y dirigir a los huelguistas.

El gobierno mandó tropas al mando del Coronel Gallegos, quienes reprimieron y encarcelaron a los dirigentes, quemaron los ranchos en las fincas bananeras con el objetivo de atemorizar a los trabajadores y sus familias. La represión duro quince días, pero no doblego el espíritu de lucha. Así fue que surgió la poderosa Federación de Trabajadores Bananeros del Atlántico que hizo retroceder a la United Fruit Company y creo las bases para el desarrollo del sindicalismo en las bananeras.

Posteriormente, para debilitar a los finqueros que habían osado rebelarse, la United Fruit Company trasladó sus plantaciones a la costa del Pacifico. No obstante, la situación ya no era como antes, los trabajadores del banano se habían hecho sentir y con ello escribieron la página más gloriosa del movimiento obrero costarricense. En las nuevas plantaciones del Pacifico florecieron los sindicatos, bajo el ejemplo inmortal de la huelga de 1934.

La evolución del PCCR

El Partido Comunista Costarricense (PCCR) era un partido legal, una verdadera excepción en una Centroamérica plagada de regímenes militares. El PCCR intervino a fondo en el movimiento huelguístico, al grado tal que a finales de 1934 quedó en completa bancarrota económica, aunque con un gran prestigio ante la clase trabajadora. En esa época, el PCCR editaba el semanario “El Trabajo” y un suplemento en ingles que era repartido gratuitamente entre la población creole de puerto Limón. Editaba también el boletín “La Voz Sindical”, con el cual pretendían organizar una confederación sindical a nivel nacional.

No obstante, el prestigio alcanzado por el PCCR como dirección indiscutible de la huelga bananera, en las elecciones de 1936 obtuvo menos votos que en el año 1934, cuando Manuel Mora fue elegido como primer diputado comunista ante la Asamblea Legislativa.

Extrañamente, a pesar de haber dirigido exitosamente la huelga, los comunistas costarricenses estaban más preocupados en establecer alianzas con sectores antifacistas de la burguesía, que en desarrollar la conciencia socialista de la clase trabajadora. A inicios de 1940, con el estallido de la segunda guerra mundial, el PCCR estableció alianzas con Rafael Ángel Calderón Guardia y después se convirtió en 1943 en el Partido Vanguardia Popular (PVP).

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