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Por Melchor Benavente

No es necesario repetir una realidad de todos conocida: el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) volvió a mostrar, este 19 de Julio, en el acto de celebración del 31 aniversario de la caída de Somoza, que conserva una amplia convocatoria de masas.

Utilizando sin el menor rubor los recursos del Estado, las caravanas provenientes de todos los departamentos iban repletas de gente, especialmente de campesinos y jóvenes. De esta manera, el FSLN ha enseñado el puño a la oposición de derecha, de cara a las elecciones presidenciales del próximo año, donde se juega la reelección del presidente Daniel Ortega

Un acto diferente

En los últimos años, especialmente después de haber recuperado el gobierno en las elecciones de 2006, el discurso del FSLN se ha tornado mucho más moderado. En el periodo 1990-2006, el llamado periodo “neoliberal”, el sandinismo desarrollo un doble discurso: por un lado, atacaba al capitalismo, al imperialismo y los gobiernos de turno, pero por otro lado, desarrollaba una política de alianzas, pactos y componendas, que ayudaron a mantener la estabilidad del orden capitalista semicolonial en Nicaragua.

Ahora de nuevo en el gobierno, el FSLN ha ampliado su base social, apoyándose en un sector de la juventud, que por cierto ya no es radical como en los años 80 y que desconoce el proceso político vivido en los últimos 30 años. Toda la juventud que moviliza el FSLN nació después de 1990, y por ello cree en el discurso moderado del FSLN. AL apoyarse en un sector menos politizado, el discurso de Daniel Ortega se acomoda a las aspiraciones de este. Y esta dialéctica nos muestra un FSLN que ya no es revolucionario, sino que es el principal soporte de la estabilidad capitalista en Nicaragua.

Informe de gobierno

Este año, el acto del 19 de Julio no fue utilizado para atacar a la dispersa oposición burguesa, mucho menos al imperialismo norteamericano, sino que sirvió para rendir un informe sobre los logros del gobierno sandinista. Daniel Ortega se mostró satisfecho por el crecimiento de la economía: ”durante lo más agudo de la crisis, por lo menos en el período 2008-2009, Nicaragua fue el país que tuvo el menor decrecimiento en la Región; y, que ahora ya en el año 2010, la economía nicaragüense va a crecer”.

Ortega no mide el crecimiento por el aumento de la producción, sino por el decrecimiento de los otros países, aunque todas las cifras que aportó reflejan un crecimiento: “ la producción de maíz aumento un 22,6%, los frijoles en 18.55%, el arroz en 17.1%... ¡hay que garantizar el gallopinto! ¡el arroz y los frijoles son la garantía para el gallopinto!” La verdad es que el pueblo no requiere solo gallopinto sino que carece de muchas otras necesidades, como los servicios básicos de salud, vivienda y educación de calidad.

Pero la afirmación que causó críticas fue que la pobreza se ha reducido en un 50%, con una inversión en estos tres años, de 3,440 millones de dólares. No sabemos si fue un lapsus o una mentira consciente, pero los niveles de pobreza extrema se mantienen y se profundizan, sobre todo en el sector rural y la costa caribe. Ortega afirmó que el gobierno está gastando casi el 4% del PIB en educación, pero esta cifra es ilusoria por que el PIB de Nicaragua es extremadamente bajo en relación a las necesidades de la población.

Quizá el tema en donde el FSLN ha avanzado muchísimo, es en la legalización de las propiedades: ha entregado 69,286 títulos de propiedad, beneficiando a más de 378,441 nicaragüenses, un tercio del electorado.

31 años después

Aunque la plaza haya estado llena, repleta, casi al reventar, la gente ahí reunida no refleja el espíritu de la revolución, sino todo lo contrario. La< revolución de 1979 finalizó mucho antes de la victoria electoral de doña Violeta Chamorro. Hoy lo que tenemos es al mismo sujeto histórico que encabezo la revolución, como es el FSLN, pero completamente transformado en el partido político de la nueva clase empresarial que emergió de la derrota de la revolución.

Aunque sea el mismo Daniel Ortega el que pronuncie los discursos, en realidad es otra persona, desde el punto de vista de la historia, ya que no refleja la dinámica de radicalización de las masas, como ocurrió durante la década de los años 80, y durante la guerra civil y la lucha militar contra el imperialismo, sino que refleja el ansia de estabilidad burguesa y la conversión del sandinismo en el sector hegemónico de la clase capitalista, que por cierto ejerce el poder de una manera no clásica, es decir, no a través de la democracia burguesa, sino por medio de un régimen bonapartista, extremadamente centralizado.

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