Por Sebastián Chavarría Domínguez
Durante la primera quincena de Octubre los diarios dieron a conocer dos importantes encuestas en Managua, que nos señalan algunos posibles cambios en la mentalidad política de los nicaragüenses. Antes de comenzar, vale la pena aclarar que el resultado de cualquier encuesta dependen de muchos factores: como fue concebida la muestra, si se hizo realmente la encuesta, quien la financió, etc.
Pero, en términos generales, aunque reflejan la situación del momento de su realización, las encuestas nos ayudan a darnos una idea mínima de lo que realmente ocurre en una sociedad, en donde la gente no expresa abiertamente su criterio.
El espinoso tema de la reelección presidencial
En relación a la posible reelección de Daniel Ortega, la encuesta No 66 de CID-GALLUP nos muestra que el rechazo subió de 28% en Mayo a 32 % en septiembre, pero la encuesta no indicó como se dividió el restante 68%.
En cambio, el rechazo a la reelección de los diputados fue tajante: el 55% se opuso rotundamente, un 28% mostro algún rechazo, y solamente un 6% estuvo de acuerdo. Este último dato no es una casualidad: el conjunto de las masas valora a los diputados de la Asamblea Nacional, como un organismo parasitario, inoperante. No se siente representados por ellos.
A nivel de las preferencias presidenciales, el 37% se pronunció a favor de Daniel Ortega; un 11% a favor de Arnoldo Alemán, un 8% a favor de Eduardo Montealegre, y un 7% a favor de Fabio Gadea, aunque este último ha comenzado a levantarse en la medida en que Montealegre renunció a su aspiración presidencial.
El voto duro de la oposición burguesa, es decir, aquel votante que se declara abiertamente antisandinista bajo del 46% al 41%, un 15% dijo que era poco probable votar por el FSLN y un 8% se mostró vacilante, mientras el voto duro del sandinismo se calcula en un 28%. Y aquí es donde crecen las posibilidades de la reelección de Daniel Ortega, en la medida en que aumenta el número de indecisos y bajan los niveles de antisandinismo.
Lo importante de esta encuesta es que Ortega aparece de inicio con un 37%, lo que antes era su techo máximo ahora se ha convertido en su piso, es decir, es la votación que tiene asegurada antes de iniciarse la campaña presidencial. Es muy probable que, por los fondos de la ayuda venezolana, que se calculan en más de 1000 millones de dólares anuales, y que son manejados por fuera del presupuesto general de la república, y tomando en consideración la implementación de programas de asistencia social entre los sectores de pobreza extrema, el sandinismo haya logrado consolidar una base electoral.
Aparentemente, los programas de asistencia social no se tradujeron en una masiva votación a favor del sandinismo en las pasadas elecciones municipales del año 2008, donde la oposición burguesa denuncio un fraude, pero si tomamos el dato de la encuesta, nos indica algún grado de recomposición tiene que haberse producido, a no ser que la encuesta sea falsa absolutamente.
La encuesta de M&R consultores
Si bien es cierto, la encuesta de CID-GALLUP arroja algunas sorpresas, la encuesta de M&R fue una especie de terremoto político. A un año de las elecciones presidenciales del 2011, Ortega aparece con un 45,1 % a su favor por ejercer un buen gobierno, con un 31,2 que lo critica, y un importante 22,6% que permanece neutral. Los resultados de esta encuesta fueron publicados en el diario La Prensa, acérrimo crítico del sandinismo. Un trago realmente amargo.
La Prensa relativizó el resultado de la encuesta, utilizando las declaraciones de Raúl Obregón, en el sentido que los activistas del FSLN estaban con la gente en los barrios al momento de las inundaciones. Se trata de una inusitada alza de 12%. La oposición burguesa casi de desmaya.
Este incremento favorable a Ortega se debe a que un 25,4% de los independientes lo apoya, más un 7,4% de los opositores .Nuevamente observamos el fenómeno que un sector social, mas allá de la tradicional base de apoyo del FSLN, se manifiesta a favor de Daniel Ortega, máximo líder del sandinismo
En términos generales, el sandinismo ha subido las preferencias en todo el país: en occidente tiene un 52,7% de aprobación, en la zona norte, donde se libró la guerra civil y el ejército contra tenía su base social de apoyo, tiene un 48,5% de aprobación, en Managua un 45,4% y en la zona caribe un 46,8%.
Desde que asumió el gobierno en 2007, producto de la división del voto liberal, el FSLN ha mantenido la estrategia no solo de volver a dividir al voto opositor, sino también de arrancar un enorme pedazo del decisivo voto independiente.
Raúl Obregón explica esta orientación: El FSLN “Está penetrando poco a poco en el independiente, la estrategia de los activistas del FSLN es que ellos se están aproximando al votante que no está con ellos, que saben que no está con la oposición, están buscando cómo ganárselo sin exigirle nada a cambio, no es como en el pasado, que fueras sandinista, que estuvieras con ellos, le están tratando de transmitir confianza” (La Prensa, 11/10/2010).
El rol de autodestrucción de la oposición
Pero este repunte de Daniel Ortega y del gobierno del FSLN no se debe solo a los programas de asistencia social, sino también al rol de “autodestrucción” de la oposición. Obregón señala con imparcialidad que “la dizque oposición ha hecho un trabajo extraordinario de autodestrucción frente a la opinión pública, frente a su electorado”. (La Prensa, 11/10/2010).
Y es que como hemos señalado en artículos anteriores, no existe oposición en Nicaragua. El liberalismo está dividido en dos bloques: el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y el Movimiento Vamos con Eduardo (MVCE). El PLC pasó de ser frontal enemigo del FSLN a un aliado subordinado. El MVCE no logra convertirse en el eje aglutinante de la oposición.
Un 77,8% expresó desconfianza hacia los partidos de oposición, y un 16, 2% manifestó confianza hacia los mismos. El FSLN apareció con un nivel de confianza del 49,1%, algo realmente inaudito.
Esta debilidad estructural de la oposición burguesa tiene una profunda explicación material. Tanto el PLC como el MVCE no reflejan a sectores importantes de la burguesía nicaragüense, la cual fue duramente golpeada con las expropiaciones del periodo de la revolución, y la que fue rematada con el CAFTA. Del naufragio de la revolución, sobrevive la oligarquía financiera (grupo Pellas, LaFise, Banpro, y otros minoritarios), pero en la actualidad el sector hegemónico de la burguesía está representado por la alta dirigencia del FSLN. La cúpula sandinista emergió de la derrota de la revolución como una nueva clase capitalista que, contradictoriamente, utilizó el llamado periodo neoliberal (1990-2006) para consolidarse como una clase empresarial.
Pero no estamos ante una clásica burguesía, ésta tiene un origen revolucionario y comprende que necesita conservar una base social de apoyo, para evitar ser destruida. Por eso el FSLN tiene una más alta “sensibilidad social” ante los problemas de las masas empobrecidas, por eso implementa los programas de asistencia social con la ayuda venezolana. Está por verse cuando tiempo dura el subsidio venezolano, ante el crecimiento electoral de la oposición burguesa en ese país.
¿Mejoría económica?
Otra gran sorpresa en la encuesta de M&R es que la mayoría de los nicaragüenses ansían la estabilidad, lo que crea condiciones sicológicas para aceptar el gobierno de Ortega si esta es capaz de crear esa estabilidad.
Un tercio de las masas nicaragüenses consideran el desempleo y la pobreza como los principales problemas del país. Sin embargo, en relación a la mejoría de la economía familiar a partir del gobierno de Daniel Ortega, un 42,1% afirma que la situación es igual en los últimos 3 años, un 23,6% dijo que la situación es peor, pero un 34,1% afirmo que ahora es mejor. Quienes manifestaron estar mejor fueron los sectores urbanos.
Este sector de personas que considera que la situación ha mejorado, no es la mayoría, pero es un indicador importante de las políticas sociales del gobierno sandinista.
Un desafío para los socialistas
La gran interrogante es si estos programas de asistencia social y la política salarial que ha favorecido levemente a los empleados públicos, pueden llegar a sumar a más sectores independientes al voto sandinista en las próximas elecciones presidenciales.
Lo que no podemos ocultar es que, lo que antes parecía imposible, puede estar ocurriendo: se está produciendo algún grado de recomposición del sandinismo, a partir de la reconquista del gobierno en el año 2007. Esto no implica una mejoría sustancial en el nivel de vida de las masas, pero es probable que algunos sectores, quizás los más pobres, se sientan beneficiados con esas políticas asistencialistas. Unas cuantas láminas de zinc en el campo, un préstamo para la pulpería en los barrios marginales, etc., pueden ampliar la clientela política del FSLN. Negarlo sería como tapar el sol con un dedo, si tomamos en cuenta que en el llamado periodo neoliberal no se aplicaron este tipo de programas.
Tampoco estas encuestas cambien el carácter de clase empresarial del sandinismo, al contrario: confirman que la nueva burguesía de Nicaragua tiene una estrategia para imponer su hegemonía a las otras fracciones de la burguesía, y que para lograrlo necesita, al menor, la reelección de Daniel Ortega
Una posible recomposición electoral del FSLN, así como también el crecimiento electoral de la derecha, plantean grandes desafíos a los revolucionarios que queremos construir una alternativa independiente. En medio de la polarización, debemos de atraernos a los trabajadores y jóvenes que desconfían del actual gobierno. No es tarea fácil, pero para lograrlo lo primero es tener claridad de los fenómenos políticos que ocurren. La discusión está abierta.