Por Aquiles Izaguirre
Los días preparatorios a la celebración del 19 de julio, nuestro clima político vio una ráfaga de declaraciones entre la iglesia, algunos políticos y el Presidente Daniel Ortega. La discusión giraba en torno a algunas declaraciones de la señora Rosario Murillo en las que dejaba entrever un pasado místico religioso del Frente Sandinista, vinculando la celebración del 19 de julio en la plaza con una misa.
La Iglesia con el grito al cielo.
Las declaraciones de Murillo avisparían el panal político, no paso mucho tiempo y los representantes de la iglesia contestarían casi encolerizados, El Obispo Auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez declaró: “llamarle misa, para nosotros fue no solamente una ofensa a la Iglesia en lo más santo que tiene, que es el sacramento eucarístico, sino también una burla a la inteligencia y al sentimiento religioso de la mayor parte de los nicaragüenses.” (El Nuevo Diario, 21/07/2011) La Iglesia acusa al Presidente Ortega de utilizar sus símbolos y algunos dogmas a favor del partido de gobierno, robándole el discurso de salvación vinculándolo al de la pobreza y búsqueda del socialismo y una sociedad más justa, es decir, vincula la cara socialista primitiva del cristianismo con su discurso populista
El Cardenal Miguel Obando: el trofeo de Ortega.
Al parecer una de las cosas que más molestó a la iglesia fue la forma en que el 19 de julio el presidente Ortega presentó como trofeo al cardenal Miguel Obando, al respecto Silvio Báez declaraba: “La primera dama lo presenta como pastor de todos los nicaragüenses. Ayer lo llamó “El pastor de la paz, la reconciliación y el bien común. Ella le puede llamar como pueda, ella es experta en inventar slogans y expresiones, muchas veces manipulando de forma abusiva la fe. Cada diócesis tiene su obispo, y un obispo que es emérito no puede ser pastor de todos los nicaragüenses. (…) Él puede hablar en nombre de la Iglesia, en el sentido que él es Iglesia, pero no es la voz de la Conferencia Episcopal.” (El Nuevo Diario, 21/07/2011)
Pero la preocupación de la iglesia va más allá de Obando, es que el sandinismo intenta recoger la simbología, los ritos, el lenguaje y las romerías católicas para su campaña electoral y gubernamental, intentando diluir la institución eclesial como algo entretejido a la ideología del sandinismo.
Ortega contesta.
Ante la fuerte crítica de la iglesia, el presidente Daniel Ortega ha declarado: “¿Ustedes creen que la Conferencia Episcopal de aquel entonces condenó la masacre? (Estudiantes leoneses asesinados por la dictadura) Ni una palabra, si todos ellos eran somocistas, somocistas hasta los tuétanos, hasta al grado que cuando muere (Anastasio) Somoza, ajusticiado por Rigoberto López Pérez, lo enterraron con honores de Príncipe de la Iglesia. Al asesino le dieron honores de Príncipe de la Iglesia hasta dónde llegaba esa Conferencia Episcopal. ¡Dios nos libre!” (El Nuevo Diario, 25/07/2011)
Pero las críticas de la conferencia episcopal se agudizan a medida que nos acercamos a las elecciones nacionales, obviamente y muy a pesar de sus declaraciones, la iglesia católica está vinculada a la oposición del país. Peor aún, cuando la última encuesta de CIDGallup ubica al presidente Ortega con un 41% de intención de votos, acercándosele Fabio Gabea que subió al 34% y en un lejano tercer lugar Arnoldo alemán que bajó al 11%.
Puntos confluyentes.
A pesar de las diferencias políticas, dogmáticas y propagandísticas entre la iglesia y el gobierno el frente sandinista quiere ganar un buen porcentaje de votos cristianos, por lo que sigue defendiendo la penalización del aborto terapéutico junto a la élite eclesial, Rosario Murillo señaló: “Vuelvo a ratificar a las mujeres, a las familias nicaragüenses, a la juventud, que la defensa del amor, la paz y la vida es un compromiso del comandante Daniel. Un compromiso del Frente Sandinista de Liberación Nacional” (Nuevo Diario, 04/08/2011)
Es claro que el discurso del sandinismo y su diatriba está destinado a buscar el voto de los sectores más vinculados a la iglesia católica aun teniendo que falsear su propio pasado llegando al ridículo de declarar que Carlos Fonseca murió con un crucifijo en el pecho.