Por Natalia Galeani.
La idea de crear el Fondo Monetario Internacional, se planteó en plena segunda guerra mundial, cuando todavía el fascismo oponía resistencia. En julio de 1944 se celebró en el hotel Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) la conferencia de las Naciones Unidas, donde los representantes de 45 gobiernos acordaron establecer un marco de cooperación económica destinado a evitar que se repitieran los círculos viciosos de devaluaciones competitivas que contribuyeron a provocar la Gran Depresión de los años treinta y la consolidación del fascismo.
El principal propósito del FMI consiste en asegurar la estabilidad del sistema monetario internacional, es decir el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a los países (y a sus ciudadanos) efectuar transacciones entre sí. Este sistema es esencial para fomentar un crecimiento económico sostenible, mejorar los niveles de vida y reducir la pobreza. A raíz de la reciente crisis mundial, el FMI ha estado clarificando y actualizando su cometido a fin de cubrir toda la problemática de la macroeconomía y del sector financiero que incide en la estabilidad mundial.
Pareciera que ser parte de este selecto club, de muchos beneficios no se necesita de mucho; pero el pago es muy elevado, parte del pago de los préstamos también dispone comprometer el modelo económico y ceder a las demandas del FMI, como por ejemplo mantener controlada la emisión de dinero, para que la deuda interna no se eleve, la estabilidad de la inflación, estabilidad del tipo de cambio que en Nicaragua es fijo, y las reservas internacionales netas que deben de ser dos veces la base monetaria, por ello dichas reservas en momentos de crisis son intocables. Se ha llegado a que el marco presupuestario de mediano plazo se elabora desacuerdo con los parámetros y exigencias del FMI.
FMI en Nicaragua
Los retrasos que trajeron consigo una revolución frustrada, más las consecuencias de la guerra civil, agréguese también la administración imperialista militar de Ronald Reagan, dejaron a Nicaragua en un deplorable estado económico. En los últimos 30 años Nicaragua ha necesitado de préstamos internacionales para financiar su exinanido presupuesto. Para tener acceso a este vital financiamiento externo, Nicaragua necesita firmar periódicamente acuerdos con la entidad financiera internacional que vigila la economía y da el visto bueno para la obtención de préstamos, el FMI.
Desde el año 1990, cuando se produjo el triunfo electoral de la Unión Nacional Opositora (UNO) el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) perdió formalmente el gobierno, aunque continuó manteniendo una amplísima cuota de poder.
Desde entonces, Nicaragua ha estado bajo el resguardo del FMI. Este es el “periodo neoliberal”, siempre presente en los discursos de Ortega. Durante este periodo los gobiernos de la derecha establecieron las políticas económicas. Así mismo el FSLN colaboró directa o indirectamente en los procesos de privatización de las empresas estatales, distintivo del funcionamiento y las exigencias para ser iniciado en el FMI. Se privatizaron los servicios públicos: distribución y generación de energía eléctrica, telefonía, recursos naturales y servicios de salud, inclusive se pensó quitarle la autonomía a las universidades públicas y reducir o suprimir su parte del presupuesto (6%). En el llamado “periodo neoliberal” todo se privatizó, menos el servicio de agua potable, como parte de la adaptación de la economía nicaragüense al nuevo liberalismo económico. Bajo las administraciones de la derecha los acuerdos con el FMI fueron estables, a como le gusta al FMI, salvo en los periodos preelectorales en la que los gobiernos de turno gastaban los pocos recursos en crear una falsa ilusión ante las masas, de que las cosas habían mejorado, creando un colchón social para alguno de los candidatos.
Pero, contrario a lo que se pueda creer, el periodo neoliberal no ha desaparecido bajo la segunda presidencia de Daniel Ortega (2007-2011), sino que se ha extendido en el tiempo y se ha perfeccionado. No se trata de una calumnia, lo dicen los empresarios nicaragüenses y los altos funcionarios del FMI en su último informe. A lo largo de su historia, el FMI nunca ha realizado declaraciones favorables a gobiernos que no son afines con sus políticas neoliberales, de libre comercio y de privatizaciones. El gobierno sandinista desde el inicio se comprometió a mantener la estabilidad macroeconómica, lo que implicaba adoptar y hasta superar las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores. Por ejemplo, cuando se presentan crisis en las negociaciones con el FMI, estas son enmendadas con una concesión del gobierno sandinista. Los organismos como el FMI son inflexibles en sus posiciones, no tienen nada que perder. Pero el FMI no se conforma con concesiones formales o estabilidad de las variables macroeconómicas, en cada negociación pide más y más.
Esta manejable política neoliberal del gobierno sandinista, le ha valido elogios de altos funcionarios del FMI. Miguel Savastano, asesor principal del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, declaro en Managua que “los compromisos de las medidas económicas, que las autoridades nicaragüenses tomaron a fines del año pasado, han sido cumplidos en términos de producir equilibrios macroeconómicos favorables. Se están cumpliendo todas las metas del programa” (La Prensa 25/04/2010).
Antenor Rosales, presidente del Banco Central de Nicaragua, en el mismo sentido declaro que “Tenemos en las metas cuantitativas un sobrecumplimiento por parte de Nicaragua. Hemos hecho un esfuerzo sobrehumano producto del sacrificio de los trabajadores, de los empresarios, de los productores, de la nación entera, para tener un vínculo con el Fondo Monetario Internacional que se caracterice por cumplir con aquellas cosas que nos hemos comprometido” (El 19 Digital 03/08/2010).
Sin embargo se pueden percibir en estas declaraciones contradicciones según lo que señala Gabriel Di Bella, representante FMI en Managua. Indicó que Nicaragua continuaba retrasada en la lucha por la reducción de la pobreza. Según el FMI, cerca de 5,7 de millones de nicaragüenses viven con 2 dólares diarios, es decir, bajo del umbral de la pobreza. “Hay que regocijarse en el hecho que Nicaragua ha obtenido estabilidad macroeconómica, pero es hora de enfrentarse al próximo desafío, que es crecer a mayores tasas que sí ha crecido el resto de la región” (La Prensa, 01/07/2010).
En pocas palabras, la política neoliberal aplicada por los gobiernos de derecha, y ahora continuada bajo el gobierno sandinista, no han producido el esperado crecimiento o despegue de la económica nicaragüense, ni han traído ningún tipo de beneficio al pueblo, ni han disminuido la pobreza extrema. El capitalismo neoliberal que practica Ortega a pesar de decir lo que diga, mantiene suspendido al país.