Por Sebastián Chavarría Domínguez
Consummatum est. No hay nada que hacer. Daniel Ortega asumió por tercera ocasión la Presidencia de Nicaragua, en pasado 10 de Enero, después de ganar las elecciones presidenciales con el 62% de los votos, y bajo acusaciones de fraude electoral por parte de la oposición burguesa.
Después de algún forcejeo, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) terminaron reconociendo discretamente el triunfo de Ortega, y enviaron una delegación de bajo nivel a la toma de posesión.
A ese acto asistieron el príncipe heredero de la corona española, Felipe de Borbón; el Presidente Hugo Chávez de Venezuela; Mahmud Ahmadinejad, presidente de Irán; Desi Bouterse, presidente de Surinam; Michel Martelly, presiden de Haití.
Sin justificar sus ausencias, no participaron los presidentes de los países del ALBA, ni los otros presidentes del Cono sur. Por la región centroamericana asistieron Álvaro Colom presidente saliente de Guatemala, junto al general Otto Pérez Molina, presidente electo; Mauricio Funes, presidente de El Salvador, y Porfirio Lobo, presidente de Honduras. No asistieron Laura Chinchilla presidenta de Costa Rica y Ricardo Martinelli presidente de Panamá, quien a ultima hora se excusó.
Mientras algunos gobiernos guardaban silencio o una prudente distancia, los dirigentes de las cámaras empresariales del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) se arremolinaron en la Plaza de la Revolución, en primera fila, para celebrar el triunfo de Daniel Ortega.
José Adán Aguerri, presidente del COSEP, justificó la asistencia: “No es que estemos o no reconociendo a Ortega. La realidad es que ese es el Gobierno que vamos a tener y tenemos que encontrar respuestas en ese Gobierno. ¿Qué le vamos a hacer?” (La Prensa, 10/01/2012). También estuvieron presentes Ramiro Ortiz, presidente del BANPRO y
Carlos Pellas del Grupo Pellas, más otros representantes de las empresas transnacionales que operan en Nicaragua.
El multimillonario Piero Cohen, lavándose las manos declaró: “a mí de lo que me compete hablar es de la economía, y que la economía siga a como está y que se nos den las oportunidades para seguir invirtiendo y creyendo en Nicaragua y aquí estamos” (Informe Pastran 12/01/2012)
César Zamora, representante del sector burgués emergente dentro de la industria eléctrica, declaró que “Nosotros apostamos cien por ciento por la estabilidad de Nicaragua y a continuar y fortalecer un diálogo de respeto con las autoridades del gobierno” (Ibíd.)
Pero las ambiciones de los empresarios y del COSEP no se limitan a lo económico, quieren ser parte del régimen político, lo que inyecta un tinte corporativista al régimen bonapartista de Daniel Ortega.
El COSEP anunció que presentaría “ternas” para la elección de 31 cargos de magistrados en los Poderes del Estado, con la clara intención de ayudarle a Daniel Ortega a sortear el problema de la credibilidad y legitimidad democrática.
Mientras los empresarios abrazan y besan al sandinismo, éste abandona aceleradamente sus tradiciones revolucionarias. A diferencia de otros actos importantes, en éste no estuvieron presentes, ni fueron mencionadas, las delegaciones de las organizaciones sindicales o de izquierda de Centroamérica, ya no digamos del resto de América Latina.
El acto de toma de posesión, lejos de ser solemne, pareció más bien una fiesta privada, en donde fue mencionando los nombres y las trayectorias de los altos dignatarios presentes.
Pero lo más significativo fue el discurso de Ortega: analizó la situación mundial, la crisis del capitalismo, el peligro de guerra con Irán, llamó a la negociación política, pero no hubo una sola mención o condena al imperialismo norteamericano, se refirió a los Estados Unidos siempre con lenguaje evasivo, como no queriendo entrar en conflictos.
El derechista diario La Prensa se quejó, con algo de razón, que Ortega habló de todas las regiones del planeta, menos de la situación en Nicaragua. Ni siquiera mencionó el alcance de los programas sociales de su gobierno anterior, ni las metas en la lucha por la reducción de la pobreza para el próximo periodo.
Como si estuviese en una pasarela, Ortega se deshizo en elogios políticos al mencionar a Porfirio Lobo: “El llegó (al poder) en condiciones difíciles, inmediatamente tomamos contacto y lo invitamos a venir a Managua y allí descubría que el presidente Lobo había estudiado en la URSS y hemos encontrado en él a un hermano centroamericano de pensamiento abierto, constructivo, lidiando en condiciones difíciles. Honduras es otra víctima del narcotráfico” (El Nuevo Diario, 11/01/2012)
Atrás quedaron las condenas al golpe de Estado. Ahora Lobo es presentado ante las masas nicaragüenses y centroamericanas como un verdadero héroe de la democracia, cuando es el principal artífice de la remodelación del sistema bipartidista en ese país,
Por la víspera se saca el día.