Por Melchor Benavente

Los tiempos cambian y las situaciones también. Los últimos datos económicos y sociales de Nicaragua constituyen, sin lugar a dudas, una victoria política del gobierno sandinista encabezado por Daniel Ortega.

El tema de la seguridad ciudadana

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó recientemente su informe sobre seguridad ciudadana, un tema candente en Centroamérica, la región más violenta del mundo, situando a Nicaragua como el país más seguro de Centroamérica y el cuarto más seguro en América Latina, con una tasa de homicidios de 8.7 por cada 100.000 habitantes.

El éxito de este modelo radica en la Policía Nacional y el Ejército Nacional, que tienen sus raíces en la revolución (1979-1990), a diferencias de los corruptos aparatos policiales de la región, carcomidos por el narcotráfico y el crimen organizado. El modelo de “policía comunitaria” ahora lo impulsa el gobierno de Estados Unidos a través de la AID, tomando como referencia el relativo éxito de la policía nicaragüense.

Crecimiento de la inversión extranjera

La Inversión Extranjera Directa (IED) ha crecido un 431% pasando de 282,3 millones de dólares en 2006 a 1,500 millones en 2013, y sigue creciendo. La IED representa un 13.5% en la relación IED/PIB, la cifra más alta de Centroamérica.

La seguridad ciudadana combinada con los salarios más bajos de la región, atraen a los capitalistas sedientos de ganancias, lo que incide en mantener cifras de crecimiento económico que si bien es cierto no ayudan a erradicar la pobreza, es la base material del sentimiento de mejoría económica que ha hecho crecer las ilusiones de las masas.

La igualdad de género

Un informe del Fondo Económico Mundial (WEF) situó a Nicaragua como líder de la igualdad de género en América Latina, y el sexto lugar a nivel mundial. En realidad, la igualdad de género no es producto de este gobierno sandinista, sino de la época de la revolución, que quebró el sistema patriarcal, otorgando más derecho a las mujeres.

Este reconocimiento a Nicaragua provocó el malestar de las organizaciones feministas, que se quejan de los índices de violencia intrafamiliar y de la eliminación del aborto terapéutico. Las feministas tienen algo de razón, no todos los problemas han sido resueltos, pero esta nueva medalla refleja, bien que mal, los cambios que han ocurrido en la realidad, como la aprobación de la Ley 50-50 que obliga a que en todos los cargos de elección popular exista el 50% de mujeres.

Alta popularidad de Daniel Ortega

Las encuestas de CID Gallup y Borge y Asociados otorgan a Daniel Ortega una alta popularidad: el 77.3% opina que el Presidente Daniel Ortega conduce al país por el camino correcto; 12.6% por el camino equivocado y el 7.0% no sabe hacia dónde va Nicaragua.

Esta popularidad es producto de los programas sociales financiados con el convenio PETROCARIBE. Atrás han quedado las críticas de los empresarios, quienes ahora elogian al comandante sandinista que los expropió durante la revolución. Los discursos agoreros del caos económico y el racionamiento, así como del restablecimiento del servicio militar, ya no resultan creíbles ante el conjunto de la población. La polarización política, que permitió la derrota electoral del FSLN en 1990 y el establecimiento de posteriores gobiernos de derecha, prácticamente no existe. Sin lugar a dudas, el gobierno sandinista vive uno de sus mejores momentos.

Las ilusiones y aspiraciones de las masas

Otro dato interesante nos lo brinda la última encuesta de CID Gallup, que sitúa a Nicaragua y Panamá con un 48% de percepción positiva sobre el rumbo del país. Este es un cambio cualitativo en relación a la percepción de años anteriores de pesimismo y desesperación. Es la primera vez que Nicaragua aparece con una cifra tan alta de percepción positiva del rumbo del país.

En realidad, esta cifra refleja lo que hemos analizado en anteriores oportunidades, y es la ilusión de las masas de creer que las cosas pueden mejorar bajo este gobierno sandinista. Esta percepción positiva tiene una base material, frágil, pero la tiene: los programas de asistencia social.

Por eso en Nicaragua hay muy pocas luchas obreras, estudiantiles y populares. Prevalece la ilusión sobre la necesidad de luchar, como ocurre en otros países, como por ejemplo Costa Rica.

¿Hasta cuándo?

Son muchos los factores que se han combinado para producir la actual situación de estabilidad política y económica, que han permitido al FSLN imponer su hegemonía y un régimen bonapartista. Por eso la oposición burguesa está destrozada, dividida y con rencillas internas. Por ello también casi no hay luchas sociales, excepto la de oposición a las expropiaciones relacionadas con el proyecto del Gran Canal. ¿Cuánto tiempo durará esta calma social?

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