Por Melchor Benavente
Desde que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ganó las elecciones en noviembre del 2006, se detuvieron las luchas obreras, estudiantiles y populares. Se abrió un periodo de expectativas sobre posibles cambios a la política económica neoliberal que se venía aplicando desde 1990. El control del FSLN sobre la mayoría de sindicatos y organismos populares ayudó mucho a contener las luchas de los trabajadores.
En los 9 años de gobierno de Daniel Ortega se han producido algunas luchas importantes (transportistas, campesinos, contra la construcción del Canal, etc.), pero no necesariamente de los trabajadores. Pero el desencanto y el efecto de las políticas neoliberales --el gobierno sandinista ha recibido elogios del Fondo Monetario Internacional (FMI)-- conduce inevitablemente al estallido de huelgas y luchas. Por ello, la reciente lucha de los trabajadores de la Mina El Limón, reviste una gran importancia, a pesar que el gobierno sandinista y la transnacional B2gold se impusieron con una estrategia combinada de represión y negociación.
La nueva estrategia del sandinismo.
Al recuperar el gobierno en el año 2007, aunque Daniel Ortega es el líder indiscutido del FSLN, este partido ya no es el mismo que dirigió la revolución (1979-1990); ahora su cúpula es empresarial, y por eso impulsan políticas de desarrollo del capitalismo neoliberal.
Durante la revolución la cúpula sandinista mantuvo la estrategia de “economía mixta, pluralismo político y no alineamiento”, y de represión abierta contra las huelgas y luchas obreras, so pretexto de combatir la agresión imperialista. Ahora los empresarios sandinistas mantienen una política de “diálogo y consensos”, y de sofocación y aplastamiento de las luchas obreras, sosteniendo un largo romance con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Esta estrategia fue elevada a rango constitucional en 2014.
Pero durante la revolución y en la actualidad, el sandinismo ha sostenido la misma política de represión selectiva contra las luchas de los trabajadores. Los empresarios arman berrinches, presionan, negocian y el gobierno de Daniel Ortega termina cediendo. Pero con las luchas de los trabajadores aplica una política totalmente diferente, combinando represión contra la dirigencia y repartiendo migajas para las bases de los sindicatos, para dividir y dispersar la lucha.
Represión selectiva con algunas concesiones
Y si alguno de nuestros lectores considera que estamos calumniando al gobierno sandinista vamos a enumerar algunos hechos en la lucha de los trabajadores de la Mina El Limón, que por cierto fue apoyada por toda la población de la zona.
Cuando se inició la lucha de los trabajadores mineros, la huelga se extendió a todas las actividades del poblado de El Limón. Los pobladores, parientes de los mineros, estaban indignados porque la transnacional B2gold iba cortar el subsidio del 100% a la energía eléctrica.
Cuando se produjeron los enfrentamientos entre la población y la Policía Nacional, la repuesta del gobierno fue la inmediata captura de los dirigentes sindicales, que son militantes del FSLN, pero para calmar a la población anunciaron que el subsidio a la energía eléctrica se mantendría.
El MITRAB autorizó el despido de los principales dirigentes sindicales: Humberto Rivas Canales, Ramón Useda Olivares. Después vino la persecución y captura de ellos y de los líderes comunitarios Henry Facundo Gómez Quintanilla y César Santos Pulido. Todos fueron procesados sin garantizar el debido proceso.
En el ínterin, fueron pagados parcialmente los bonos, y una parte de los salarios, para desmontar la lucha, algo que lograron de manera gradual.
Triste papel del FNT.
Con los dirigentes sindicales y populares como rehenes, la transnacional B2gold y el gobierno sandinista iniciaron las negociaciones, las cuales acaban de finalizar en las oficinas del MITRAB en Managua.
B2gold se comprometió a no contratar trabajadores bajo el sistema de tercerización, se revisará la aplicación del Impuesto sobre la Renta (IR) a las deducciones al salario, se recontratará a los trabajadores despedidos (pero no mencionan a los dirigentes presos), se mantiene vigente el convenio colectivo (y con ello el subsidio eléctrico y agua potable, puestos médicos con ambulancias y servicios médicos permanentes.).
Los nuevos dirigentes del sindicato minero solicitaron la liberación de los detenidos, y el diputado Gustavo Porras, dirigente del oficialista Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), como si fuera ministro (Daniel Ortega lo nombró “mediador”), ofreció su pronta liberación. Lo anterior demuestra que el gobierno sandinista utilizó las capturas de los sindicalistas como rehenes para garantizar la negociación.
En realidad, todo volvió al mismo punto de partida. La sublevación del poblado El Limón y el enfrentamiento en las calles sirvió para detener los planes de la transnacional. La única pérdida grave es la defenestración de la anterior dirigencia sindical que inició la lucha. Sinceramente esperamos que sea algo temporal. Llamamos a los trabajadores a luchar ahora por la liberación y el reintegro inmediato de los dirigentes despedidos.