Por Sebastián Chavarría Domínguez
Finalmente, después de un largo periodo de silencio, el Consejo Supremo Electoral (CSE) ha convocado a elecciones generales, que se realizaran el primero domingo de noviembre del año 2016.
A comienzos de este año, el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) envió confusas señales sobre una posible negociación con la oposición, que exigía cambios en el CSE. En ese momento, la oposición llegó a plantear, como medida de presión, la posibilidad de no participar en el proceso electoral si el gobierno no accedía a sus peticiones. El FSLN no ha hecho la más mínima concesión política, cambio algunos magistrados, pero conserva las mismas altísimas cuotas de poder, y ya echó a andar su maquinaria electoral.
Factores a favor y en contra
La burguesía sandinista tiene algunos factores estratégicos a su favor. La política de alianzas y consensos con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) ha dejado huérfana a los partidos de la oposición, y sin fondos para enfrentar una campaña electoral. Este factor incide en la fragmentación de los partidos liberales, que son incapaces de unificarse ante el adversario común.
En estos diez años de segundo gobierno sandinista, el FSLN ha logrado recomponer su base electoral. Las encuestas le dar un 63% de los votos a favor de Daniel Ortega. El control absoluto de las instituciones del Estado, los recursos que manejan, fortalecen la capacidad electoral del FSLN.
Sin embargo, hay factores que comienzan a incidir en sentido contrario. Si bien es cierto la economía nicaragüense ha logrado recuperarse de la postración, aumentando su capacidad exportadora, parte de este relativo bienestar está asociado directamente a la ayuda petrolera venezolana, que está llegando a su fin como producto de la crisis del modelo instaurado por el chavismo en Venezuela.
El dinero generoso que ayudó a los programas sociales, se está agotando rápidamente. Siempre los efectos de la economía tardan un poco en manifestarse. El FSLN está llegando con las completas al fin del segundo gobierno de Daniel Ortega. La austeridad y el ahorro de recursos comienza a sentirse en las instituciones del Estado. La crisis del chavismo incide directamente en Nicaragua y El Salvador.
Ahora bien, la crisis de los países del ALBA, así como la reversión de los gobiernos populistas de izquierda en Argentina y Brasil, crea un efecto político que la dividida oposición burguesa intenta aprovechar.
La debilitada oposición
En Nicaragua no hay oposición de izquierda. Con el pacto Alemán-Ortega de 1999, se reformó la Ley Electoral haciendo desaparecer a los partidos de izquierda. La única oposición electoral al FSLN es de derecha.
Hasta el momento existen tres alianzas electorales. La primera es la alianza denominada Coalición Democrática Nicaragüense (CDN), liderada por el Partido Liberal Independiente (PLI) y el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), más otros partidos pequeños.
La segunda, es la Unidad Liberal, Sindical y Republicana (ULSR) liderada por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, más otros partidos y centrales obreras minoritarias.
La tercera es la Unidad Democrática (UD), una alianza de partidos que encabeza el Partido Conservador (PC), que ahora lidera el ex cabecilla de la contra, Alfredo Cesar Aguirre.
La alianza CDN ya oficializó la candidatura de Luis Callejas, médico de la contra, diputado del PLI, y la de Ana Margarita Vigil, del MRS, ambos políticos nobeles. Noel Vidaurre renunció a la candidatura presidencial del PLC, sin que por el momento haya sido sustituido
La alianza Unidad Democrática (UD) levantó una fórmula presidencial compuesta por el Erick Cabezas y Virginia Montoya Tellería, ambos totalmente desconocidos en el ambiente político.
Ninguno de los dirigentes políticos de la oposición está encabezando las candidaturas, lo que implica un reconocimiento tácito que el FSLN tiene mucha ventaja electoral.
Presiones por la observación electoral
Con el inicio de la campaña electoral también se han iniciado las presiones políticas por la observación electoral. Durante un año el PLI ha organizado pequeñas protestas los días miércoles demandando cambios en el CSE y que haya observación electoral por parte de la OEA.
La embajadora norteamericana en Managua, Laura Dogu, ha declarado: “Yo he dicho muchas veces que es importante traer observadores de fuera de Nicaragua para las elecciones… Esto es parte de un proceso democrático en cualquier país… Los grupos que tienen que hacer observación necesitan venir antes para ver todo el proceso de las elecciones. No es un proceso, una actividad solamente para los días de elecciones, pero por todo este sistema de elecciones es importante recibir una invitación del Gobierno a tiempo. No podemos hacer nada con una invitación un día antes de las elecciones. Yo sé que la Unión Europea también está preparada para tener un grupo aquí, el embajador ha hablado de esto varias veces y creo que ellos necesitan tiempo para traer su equipo también”
Es muy probable que, presionados por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y para obtener mayor legitimidad, el gobierno sandinista maniobre y acepte parcialmente a última hora la observación electoral internacional.