Por Sebastian Chavarria Domínguez
Recientemente, la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) emitió un comunicado oficial en el que fija una confusa postura sobre su participación en las elecciones de noviembre de este año.
La UNAB fue fundada en octubre del 2018, en una etapa de represión, cuando la dictadura había logrado masacrar la rebelión de abril de ese año. Fue una alianza defensiva constituida entre la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Articulación de Movimientos Sociales (AMS), mas otras agrupaciones de autoconvocados. Incluso, en un primer momento, hasta finales del 2019, la UNAB fue una gran coalición de fuerzas opositoras, pero a inicios de 2020 se dividió: quedando por un lado la ACJD, que representaba la opción de derecha, controlada por los empresarios, y la UNAB como tal, como una expresión de la clase media radicalizada.
Pero esta UNAB, que se construyó en un periodo de retroceso de la lucha de masas, y de una represión selectiva de la dictadura, termino siendo copada por dos corrientes que viene del sandinismo: el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una ruptura de derecha, que actualmente se llama UNAMOS, y la otra corriente, una ruptura de izquierda, que viene del Movimiento por el Rescate del Sandinismo (MPRS), cuya principales dirigentes son el matrimonio de Julio Lopez Campos y Monica Baltodano, pero que actualmente trabajan bajo la cobertura de la AMS.
El Consejo Político del año 2019 reflejó la composición plural de la UNAB, pero en 2020 estaba controlado por el MRS, la AMS y la pequeña corriente liberal de Félix Maradiaga. Estas tres corrientes, a pesar de sus diferencias políticas, tenían algo en común: todas vienen de trabajar y sobrevivir en el mundo de las ongs, manejando cuantiosos recursos económicos. Si tomamos en cuenta el retroceso de las masas y que estas corrientes que vienen del sandinismo con pequeñas, pero con experiencia política y organizativa, fue relativamente fácil controlar el membrete de la UNAB.
Debido a que estas dos corrientes que vienen del sandinismo no podían actuar públicamente como tales. La táctica de ambas corrientes ha sido aliarse con la oposición burguesa, para dentro de esos bloques pelear sus cuotas de poder. Así lo hizo el MRS en alianza con la corriente liberal de Eduardo Montealegre, desde el 2006 hasta el 2016, cuando rompieron. Algo parecido ha hecho también la AMS, aunque en menor medida.
A lo anterior habría que agregar que el fenómeno de derechización de un amplio sectores de masas, producto del rechazo a los atropellos de la dictadura, reforzó que estas dos corrientes ex sandinistas ocuparan a la UNAB como su frente de masas, para desde el control interno negociar futuras cuotas de poder con la oposición burguesa. Dentro de este objetivo, el frente único del MRS y la AMS liquidó a los liderazgos locales independientes que se les oponían, contribuyendo al debilitamiento interno de la UNAB.
Quienes introdujeron el electoralismo dentro de la UNAB fueron el MRS y la AMS, porque el objetivo era canalizar el descontento político en las elecciones de noviembre del 2021.
Lo que no tomaron en consideración, fue el salvaje plan represivo de la dictadura, que tenia la meta de romper su propia legalidad, para evitar que las corrientes disidentes del sandinismo, terminaran dirigiendo o codirigiendo el descontento de masas.
Fue así que, contrario a lo que se creía, que habría una apertura democrática, la dictadura cerro todos los espacios, y encarcelo a los precandidatos presidenciales y la cúpula del MRS. La cúpula de la AMS no ha sido encarcelada todavía porque desde mucho antes ya se había pronunciado en contra de la participación en las elecciones, llamando a la abstención, una táctica que coincide con la estrategia de la dictadura para imponerse en las elecciones.
El Consejo Político de la UNAB emitió un comunicado confuso, el pasado 13 de julio, en el que reafirmó que “(…) Creemos que participar del actual proceso electoral, bajo las condiciones establecidas por el régimen, carece de todo tipo de condición legal y constitucional que dé como resultado unas elecciones creíbles y legítimas, que devuelvan a la ciudadanía la esperanza de una nueva Nicaragua. (…) Reafirmamos que NO rechazamos la vía electoral, rechazamos el proceso electoral viciado e impuesto por la dictadura. La Unidad Nacional continuará exigiendo un proceso con las condiciones habilitantes, que brinde el tiempo necesario para que las fuerzas políticas puedan concertarse y el pueblo tenga la oportunidad de elegir a sus autoridades”.
En pocas palabras, si pero no. Al parecer el CP de la UNAB, debilitado por el encarcelamiento de la cúpula del MRS y de Félix Maradiaga, y por la huida de la AMS, están rezando para ver si las presiones de la comunidad internacional tienen el efecto necesario, para que haya un cambio en el juego electoral.
Esta opción es poco probable, debido a que la dictadura esta envalentonada porque logró aplastar la rebelión de abril del 2018, y está apostando a obtener un nuevo periodo presidencial, aun con el rechazo de Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea, y desde esa posición negociar con la oposición y hacer las concesiones necesarias que no arriesguen la continuidad en el poder. Es la misma estrategia que Maduro aplico en Venezuela y que parece haberle dado resultado, por el momento.
La bancarrota política de la cúpula de la UNAB es mas que evidente, se negaron a construir una alternativa política nueva, creyeron que camuflados como organismo de la sociedad civil podrían reagrupar a las masas, y en realidad todo el calculo electorero se les vino abajo, como cuando se desploma un edificio mal construido. Tenemos que sacar las enseñanzas porque la lucha contra la dictadura apenas está comenzando.