Por Victoriano Sánchez
La dictadura Ortega-Murillo continúa apretando las clavijas. A lo interno mantiene un control férreo que impide cualquier tipo de protesta, ha encarcelado a la cúpula opositora disolviendo la posibilidad que surja una alternativa distinta en las elecciones de noviembre, en los últimos meses ha disuelto a tres partidos políticos (PCN, PRD y CXL).
Aunque existe una oposición al endurecimiento de la dictadura, por parte de la llamada comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), las presiones diplomáticas y sanciones contra altos funcionarios, no tiene efecto alguno, no logran detener la estrategia de lograr imponer un nuevo periodo presidencial de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Cierre de La Prensa y más presos
La dictadura no solo logró desarticular a la UNAB y demás sectores populares, sino que al mismo tiempo ha presionado a los grupos del gran capital, incluido el diario La Prensa, que ahora enfrenta un cierre por falta de papel en un juicio por defraudación aduanera. El hecho de que el único diario, aunque derechista, haya sido cerrado, nos indica el retroceso en materia de derechos democráticos.
Cada vez que hay algún anuncio o inútiles sanciones contra funcionarios de la dictadura, esta responde encarcelando a mas opositores, en un peligro estira y encoje.
Relativa estabilidad económica
El aplastamiento militar de la rebelión de abril del 2018 le permitió a la dictadura también evitar el colapso de la economía. Aunque los datos oficiales no son confiables, estos reflejan que la caída de la economía ha sido detenida, y que la recuperación, aunque leve, representa una victoria para la dictadura.
Una parte del secreto de esta situación, es que los empresarios, especialmente el gran capital, priorizaron sus negocios y en ese sentido apoyaron objetivamente los planes de estabilización económica, que incluso los perjudicó temporalmente, como fue la reforma tributaria que los obligó a pagar más impuestos.
La ofensiva política de la dictadura, que tritura a la oposición burguesa, tiene como base esta relativa estabilidad económica. Decimos relativa, porque los datos reflejan que existe una meseta, es decir, la dictadura logró evitar el colapso, pero en realidad el país no crece, sino que se mantiene precariamente.
Los datos oficiales, indica que en 2014 el PIB promedio fue registrado en 1,917 dólares, y seis años después, en 2020 este descendía a 1,914 dólares, es decir, que no hay ningún progreso material. Estos datos reflejan un empobrecimiento general y una afectación especial a la clase media.
Desempleo y migración
Debido a la represión sistemática, no hay protestas sociales contra este empobrecimiento general, lo que si ha aumentado es el desempleo y la migración. Entre 2017 y 2021 se perdieron 155,000 empleos formales, según datos del INSS. No debemos olvidar que la mayor generación de empleos proviene de la pequeña y mediana empresa, y también del sector informal, los cuales han sido afectados por las restricciones monetarias. La migración ha aumentado, especialmente a Costa Rica, España y Estados Unidos. En el último mes más de 25000 nicaragüenses fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos, una cifra récord. Al no tener una salida política, la crisis termina explotando y enviando hacia el exterior a una parte de la sociedad nicaragüense.
Reservas monetarias
El control de la crisis política y la subordinación del gran capital, así como los prestamos del BCIE, le han permitido al gobierno tener reservar de dinero suficiente para enfrentar las presiones internacionales, y resistir mientras se impone un nuevo periodo presidencial de Ortega y Murillo.
La estabilidad económica y el férreo control social, en un mundo convulso por la crisis mundial y la pandemia, es una enorme carta de negociación a favor de la dictadura Ortega-Murillo.
Es necesario un balance
Esta situación calamitosa pudo evitarse. La dictadura se ha logrado imponer, al menos momentáneamente, y ello nos debe obligar a reflexionar sobre las causas de esta derrota para los sectores populares. La negativa permanente de la cúpula de la UNAB para constituir un nuevo partido político independiente, que luchase efectivamente contra la dictadura, no con los métodos de los ongs, sino de una verdadera organización popular, que fuese independiente de Estados Unidos y la UE y también del gran capital, es una de las principales causas sobre la que debemos reflexionar, para sacar las enseñanzas y continuar la lucha contra una dictadura que tiene planes de perpetuarse en el poder.