Por: Alexandra Concepción
Este 8 de marzo está impregnado del color aceituna de las pieles de las mujeres indígenas, cual guerreras, que han bajado de la montaña con sus hijos e hijas detrás de ellas, en pos de liberar a su pueblo del yugo opresor de la codicia que generan sus riquezas naturales, como otrora van a ser 520 años.
De pocas palabras, pero de actuar inclaudicable, el silencio de sus bocas denota la fuerza interna acumulada que es capaz de salir cuando de injusticias y falsas promesas a sus hermanos y hermanas de la madre tierra se trata. Ellas, que han hablado alto y claro, actúan y van de frente sin ambages, ni poses, sin miedo y sin temblor porque como antes, no tienen nada que perder, solo las cadenas coloniales de la doble discriminación por ser mujeres e indígenas.
Hoy, en especial las mujeres ngäbes buglés, han dado una lección de dignidad y anticolonialismo cuando han sabido poner en jaque a un gobierno prepotente e ignorante de la historia y los derechos humanos. Un gobierno que desconoce las leyes, las viola reiteradamente y que desprecia abiertamente a los indígenas. Un gobierno que sabe perfectamente la estela de atropellos y represión sangrienta que sus secuaces le hicieron a todo un pueblo. La cobardía de los gendarmes del gobierno fue tal que han sido públicos los desmanes que le hicieron a las mujeres indígenas que se enfrentaron a ellos, pero que contrario a lo que los nuevos piratas esperaban, a esas mujeres les ha crecido el valor para seguir las luchas contra el nuevo saqueo colonialista.
El pueblo ngäbe buglé, ha demostrado que las mujeres pueden dirigir con altruismo y valentía una nación, porque su representante máxima y primera mujer cacica, Silvia Carrera, a puesto las reglas del juego a los magnates obligándolos a respetarla a ella y a su comarca. Ha sabido imponer un método correcto en la lucha contra la minería y las hidroeléctricas, basado en la consulta y la movilización, como con el seguimiento y vigilia permanente en el proceso del diálogo que se sigue desarrollando en estos momentos. A ella no le hacen falta más ropajes que su linda nagua y su sombrero de autoridad que lleva con dignidad y coraje.
Es evidente, que la Cacica Silvia Carrera, junto a todas sus congéneres, se ha ganado un lugar en la historia de las luchas sociales que han protagonizado y dirigido mujeres en todo el mundo, que ha generado un gran respeto, simpatía, respaldo y popularidad hacia su liderazgo natural, expresado a nivel nacional e internacional.
En el día internacional de la mujer trabajadora, nuestro homenaje a las indígenas, a sus líderes y a cada una de las dignas hijas de Abya Yala, a quienes las ngäbes buglés han enaltecido en una lucha que tiene rostro de mujer originaria. Ellas nos han dado una lección digna de imitar para seguir sus pasos en las luchas por la liberación de los pueblos y contra todas las formas de opresión y discriminación hacia las mujeres.
Por eso es tiempo de recoger las enseñanzas que nos da la historia y recordárselas a los nuevos colonialistas del siglo XXI, tal como nos los recuenta Eduardo Galeano en su prosa “1542, Conlapayara: Las amazonas”, que relata:
“Pero peló los dientes la bruja. Aparecieron las mujeres guerreras, tan bellas y feroces que eran un escándalo, y entonces las canoas cubrieron el río y los navíos salieron disparados, río arriba, como puercoespines asustados, erizados de flechas de proa a popa y hasta en el palo mayor.
Las capitanas pelearon riendo. Se pusieron al frente de los hombres, hembras de mucho garbo y trapío, y ya no hubo miedo en la aldea de Conlapayara. Pelearon riendo y danzando y cantando. Las tetas vibrantes al aire, hasta que los españoles se perdieron más allá de la boca del río Tapajós, exhaustos de tanto esfuerzo y asombro.”
Panamá, 8 de marzo de 2012
¡Viva, el día internacional de la mujer trabajadora, vivan las mujeres indígenas!