(Discurso pronunciado por Olmedo Beluche, diirgente del Polo Ciudadano, el miércoles 13 de febrero de 2019, en la Librería de la Universidad de Panamá, en la Mesa Redonda: La coyuntura política panameña, elecciones y luchas sociales).
- El sistema capitalista mundial está sumido en una grave crisis económica, social, política, humanitaria, ambiental y moral. La esencia de esa crisis, como lo dijera Carlos Marx, es que las enormes fuerzas productivas que ha desarrollado chocan contra el corsé de unas relaciones sociales cada vez más injustas en que una minoría concentra casi toda la riqueza social.
- Todas las conquistas y todos los derechos económicos, sociales, democráticos, individuales y familiares están bajo ataque del sistema capitalista internacional que ha lanzado una ofensiva encabezada por sus fuerzas más reaccionarias como forma de paliar la crisis en la que se encuentra sumido. Aumentar la explotación, la opresión, la desigualdad, la represión son las únicas formas de sostener al sistema capitalista mundial.
- La ofensiva reaccionaria de los capitalistas está encabezada por fuerzas políticas neofascistas, que algunos llaman equivocadamente “populismo de derecha”, pero participan de ella en complicidad abierta o embozada todos los gremios empresariales, sus partidos políticos liberales y socialdemócratas, las iglesias y los medios de comunicación de masas.
- La principal batalla de este ataque se está jugando en estos momentos contra Venezuela, contra cuyo pueblo y gobierno, las fuerzas coaligadas de la reacción, dirigidas por Donald Trump han lanzado una ofensiva política, diplomática, económica e incluso militar, promoviendo un golpe de estado y preparando una invasión armada.
- Dos enfermedades afectan a la izquierda y al movimiento popular del mundo, el sectarismo y el oportunismo, debilitando la respuesta adecuada a la ofensiva reaccionaria. Sectarismo que niega la necesidad de la unidad en la diversidad de tendencias e ideas que constituyen el campo popular. Oportunismo que usa su peso para conducir a la colaboración de clases y ha intentar salvar un sistema de explotación que no va más, aliándose con sectores de la burguesía que cree “progresivos”.
- En Panamá, la clase trabajadora, las mujeres y los sectores populares también sufren el ataque despiadado a sus derechos en todos los órdenes. Es evidente la ofensiva contra el sistema de seguridad social que la burguesía quiere desguazar; el retroceso y estancamiento de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, así como la negligencia en aplicar medidas correctivas frente a los altos índices de violencia, en su mayoría contra el sexo femenino, en su peor expresión: el femicidio. Los desposeídos ven amenazados los programas sociales con que sobreviven, mientras los grandes negocios de la burguesía medran de las exoneraciones fiscales. Contra todos se consolida el injusto y desigual país transitista, en el canal y la logística sirven para enriquecer capitalistas foráneos y socios nacionales; mientras se consolida el extractivismo minero, el agronegocio estilo Banapiña y los TLC´s destruyen la producción nacional.
- Las elecciones que se avecinan no resolverán los problemas que amenazan al pueblo panameño, por el contrario, es la estrategia con que las clases dominantes y sus partidos para engañar con falsas alternativas. El actual sistema político panameño es profundamente corrupto y antidemocrático, fue impuesto por la invasión norteamericana de 1989, por eso, ninguno de los partidos que han gobernado es la alternativa, como no lo son los falsos “independientes” que se han postulado.
- Pero en esta elección, como en la de 2014, sí hay un avance, porque una fracción del movimiento obrero y popular ha logrado constituir un partido político y participar del proceso electoral: el Frente Amplio por la Democracia (FAD). Este es un progreso notable a destacar como referente de lo que es posible lograr, a pesar del antidemocrático Código Electoral.
- Aunque es un avance, el FAD tiene algunas limitaciones que superar, para convertirse en una alternativa que pueda polarizar frente a los partidos de la burguesía. Por un lado, porque no ha sido el producto de un ascenso de luchas obreras y populares, como sucedió en otros países Latinoamericanos. Por otro, porque le hace falta dar algunos pasos cualitativos que superen viejos métodos excluyentes, que impiden sumar a sectores importantes del movimiento popular. Su programa podría ser una estrategia unitaria si se abriese el compás para que fuese producto de un amplio debate democrático entre todos los sectores populares.
- Frente a las elecciones de mayo se presenta un abanico de opciones entre las cuales habrá que analizar la más consecuente para la clase trabajadora y los sectores en lucha: desde el abstencionismo, pasando por el voto nulo hasta el voto crítico al FAD (al conjunto de sus nóminas o a candidatos/as específicos/as de ella). Pero, por principios, educaremos a la clase trabajadora a no dar ningún voto a los partidos de la oligarquía liberal, conservadora y socialdemócrata que pululan con distintos nombres pero que son los responsables de la debacle del país.
- El Polo Ciudadano es consciente de que las elecciones pasarán, y que es un asunto de táctica electoral, pero lo importante, lo necesario es fortalecer a la clase trabajadora, por ello urge construir un gran Frente Único Popular que luche contra las reformas neoliberales y medidas antipopulares del gobierno que surgirá de las elecciones del 5 de mayo.
- Respaldamos las siguientes acciones concretas que se han propuesto: primero, apoyamos la iniciativa de la Federación Auténtica de Trabajadores (FAT) de organizar un evento popular y sindical paralelo al CADE - 2019 que organiza la burguesía; dos, apoyamos la propuesta de la compañera Priscilla Vásquez de organizar un 8 de Marzo unitario en defensa de los derechos de las mujeres trabajadoras, para lo cual, asistiremos a la reunión abierta convocada el 20 de febrero; nos sumamos a la postulación hecha por diversos gremios del profesor Juan Jované para la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), con el objeto de romper el control empresarial de esa entidad.