Por Leonardo Ixim
Tres países de la región Andina, Bolivia, Ecuador y Perú, han pasado por procesos electorales, entre turbulencias y movilizaciones sociales, además en medio de la pandemia, la cual registra en los tres un elevado número de casos de infectados por el COVID-19 y fallecimientos, debido a la fragilidad de los sistemas de salud pública, provocada por el neoliberalismo.
Recién hubo elecciones generales en Ecuador, donde se impuso el candidato neoliberal Guillermo Lasso sobre el candidato del correísmo Andrés Arauz, sobre eso hemos escrito recientemente. En Bolivia por su parte, después de que el Movimiento al Socialismo recuperó el gobierno posteriormente al golpe de Estado de octubre del 2020, se realizaron elecciones regionales y municipales donde el MAS, si bien se consolidó como el partido mas grande, en las principales ciudades y varias regiones fue derrotado, no por la derecha que quedó maltrecha después de perder las presidenciales, sino por fuerzas disidentes del MAS.
De igual forma, esta sub región ha vivido una serie de movilizaciones populares en los últimos años. En Ecuador contra el paquetazo promovido por el FMI en 2019 donde la CONAI fue protagonista, pero terminó cortando el impulso popular. En Bolivia, primero contra el gobierno de Morales que fue canalizado por la derecha tras el supuesto fraude de este y contra el gobierno golpista posterior, que persiguió a sectores del movimiento popular y dándole fuerza para que el MAS reconquistara el gobierno.
Contexto general
En ese sentido, en Perú en plena pandemia se realizaron movilizaciones contra la destitución del presidente provisional Martin Vizcarra por parte del Congreso. Pero el antecedente inmediato fue la destitución de Pedro Pablo Kuczynski en marzo de 2018, electo en 2016 contra la candidata de Fuerza Popular (FP) Keiko Fujimori (hija del ex dictador Alberto Fujimori). Esto provocó un congreso controlado por FP, que aprovechando actos de corrupción de Kuczynski de favorecer a la transnacional brasileña Odebrecht, logran destituirlo.
Asumió entonces Martín Vizcarra, que en un primer momento gobernó con el apoyo del fujimorismo, pero se fue distanciando, promoviendo una reforma política para sanar las instituciones de la partidocracia, se distancio del FP. Sin embargo, esta tuvo un descalabro, cuando Keiko F. fue apresada por sobornos recibidos también por Odebrecht,
Vizcarra intentó realizar una serie de reformas al poder judicial para reorganizar el Consejo de la Magistratura, la restitución de la bicameralidad del Congreso, la prohibición de la reelección y una nueva legislación sobre financiamiento partidario. Ante la negativa del fujimorismo y otros grupos parlamentarios, este anunció realizar un referéndum, logrando simpatía popular. Realizándose este el 8 de diciembre de 2018, donde a excepción de la bicameralidad, los otros fueron aprobados por votación.
Este gobierno fue defensor del modelo extractivista; así, se enfrentó en varias ocasiones a poblaciones que se oponen a proyectos mineros en sus territorios. El más fuerte fue contra el Proyecto Tía María, donde la población de la región Arequipa realizó un paro indefinido y obligó al gobierno a no aprobar la licencia minera.
La mayoría del Congreso por su parte bloqueó estas reformas, sobre todo porque afectaba la inmunidad de varios de estos señalados de corrupción y en sí, debilitaba a la partidocracia tradicional. Así, el presidente disolvió el Congreso el 30 de septiembre de 2020 y convocó a elecciones para este, bajo el amparo de un instrumento de la constitución aprobada por Alberto Fujimori en 1993.
El 26 de enero de 2020 se realizan nuevas elecciones, logrando mayoría el tradicional partido Alianza Popular (AP), de orientación conservadora que, junto a otros similares y FP, pese a que, bajo 58 diputados, logra tener influencia; en el ínterin, Keiko F. vuelve a prisión después de lograr salir, por diversos delitos en torno a los sobornos de la empresa brasileña.
Por su parte, los partidos políticos y el fujimorismo contraatacan, logrando evidenciar actos de corrupción en el mandato de Vizcarra como gobernador regional de Moquegua y de sus allegados en su gestión gubernamental, y después de dos intentos de destitución, logran su cometido, imponiendo a Manuel Merino como presidente.
Esto generó airadas protestas en Lima y otras ciudades, durante las cuales la policía asesinó e hirió a varios manifestantes. En sí las protestas no eran a favor de Vizcarra, sino contra la acción calificada de autoritaria por la mayoría del Congreso. Esto obliga a revertir la imposición de Merino y elegir como presidente, con el conceso de casi todas las bancadas legislativas, a Francisco Sagasti.
Este afrontó nuevamente un paro agrario en la provincia de Ica por trabajadores agrícolas exigiendo mejoras salariales; así como de campesinos y productores rurales, ante una legislación que les desfavorecía en noviembre de 2020. Y en diciembre otro paro contra la minera MMG Las Bambas en Apurimac.
Resultados electorales
Es así que se llega a las elecciones generales del 11 de abril. Bajo un total repudio a los partidos políticos, pese a una participación del 70 por ciento, ésta baja 11 puntos porcentuales respecto de la anterior elección en 2016; los votos nulos y blancos logran el segundo lugar, ubicándose en el 17,76%.
La gran sorpresa fue el candidato Pedro Castillo del partido Perú Libre (PL), que se define marxista y mariateguista, logrando el 18.92 %, sobre su más cercana rival, Keiko Fujimori con 13.40 %; atrás quedaron una serie de candidatos que no pasaron el 10 %. Castillo y Fujimori, pasarán a una segunda vuelta que se realizará el 6 de junio.
Castillo se impuso en 16 departamentos sobre Fujimori, que ganó ocho solamente. A nivel del legislativo PL logró 37 diputados, FP 24, AP 17, Alianza por el Progreso 15, Renovación Popular 13 y abajo, una serie de otros partidos que no sobrepasan los 10 congresistas. Entre ellos la coalición izquierdista Juntos por el Perú (JxP) con 5 congresistas; su candidata presidencial Verónica Mendoza tercera en las anteriores elecciones de 2016, apenas logro el 7.86 %.
El hecho de que ninguna candidatura haya sobre pasado el 20 % de votos es un reflejo de descontento hacia los partidos políticos, así como en la composición del Congreso conformada por 10 bancadas mostrando la fragmentación partidaria.
Sin embargo, el fenómeno de Castillo es importante. Maestro de primaria, ex miembro de las rondas campesinas (agrupaciones formadas por el Estado para combatir a Sendero Luminoso y el MRTA), miembro del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Perú, que en 2017 protagonizó una huelga magisterial de cuatro meses contra el gobierno de Kuczynski, rompiendo con la dirección de ese sindicato controlada por el estalinista Partido Comunista Patria Roja, debido al colaboracionismo de este con el gobierno y que apoyo a Mendoza en estas elecciones.
Castillo propone la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, la nacionalización de los bienes públicos -un país exportador de petróleo, gas y minerales-, así como de las empresas privatizadas y luchar contra las camarillas de políticos. Por ende, es entendible cómo buena parte de la población y de las clases trabajadoras ven en Castillo una opción de cambio, ante las consecuencias desastrosas de despidos, reducciones salariales y otras secuelas de la pandemia.
Ante eso, la derecha se ha aglutinado contra Castillo, apoyando a la tan odiada Keiko F., que en cierto momento fue la anatema del gran capital, pese a que su padre cumplió el papel de estabilizar por medio de una dictadura la crisis social de finales de los ochenta en el siglo pasado. La candidata ahora usa un discurso anticomunista, señalando a Castillo de terrorista y vínculos con los reductos de Sendero Luminoso. Es tan paradójico esto, que el escritor Vargas Llosa un ex estalinista, ahora convertido en figura al servicio del imperialismo y que anteriormente, juró luchar contra el fujimorismo, llama a votar por FP.
Las posturas de la izquierda
La candidata Mendoza y su coalición JxP, conformada por diversos grupos, entre ellos los dos partidos comunistas post estalinistas, era la mimada de la izquierda latinoamericana, descalificando a Castillo, quien por su parte dice admirar a Evo Morales, quien le acaba de dar su apoyo. En 2016 Mendoza fue la sorpresa, logrando una bancada numerosa, pero esta fortaleza se fue fragmentando, apareciendo las bancadas de JxP y el Frente Amplio (FA), que también participó en esta contienda electoral, su candidato presidencial logró un ínfimo apoyo y ningún escaño legislativo.
Las diferencias entre estas agrupaciones fueron menores, demostrando ambas su falta de independencia con respecto a las opciones de la burguesía. Mientras que JxP apoyó al gobierno de Kuczynski y Vizcarra, el FA fue crítico, pero osciló entre mantener una postura diferenciada o apoyar las acciones del fujimorismo y de la partidocracia.
Por su parte tanto FA, JxP y PL comparten el llamado a la asamblea constituyente y los primeros acaban de llamar a votar por Castillo, lo cual es correcto. Lo que diferencia a Castillo con las otras opciones es que éste es conservador en el plano moral y opuesto a los derechos sexuales y reproductivos, así como al aborto.
Las izquierdas revolucionarias continentales adoptan diversas posturas; mientras que Izquierda Diario llama a abstenerse, la LIS, UNIOS-UIT, PST-LITCI y IMT, llaman a votar críticamente. El programa de Castillo no contradice los ejes de acumulación de la economía capitalista en general, además su postura contra los derechos sexuales es retrógrada y aun con su propuesta de un impuesto a las ganancias, Castillo ha titubeado. Pese a eso, la progresividad que implica cerrarle el paso al fujimorismo, la constituyente y la nacionalización de los bienes públicos es importante. Por ende, desde el PSOCA hacemos un llamado al voto crítico por Castillo.