Por Orson Mojica
Venezuela ha ocupado un lugar clave en la política latinoamericana en las últimos dos décadas- El vigoroso ascenso y el posterior declive del chavismo ha incidido en la región. Antes de morir Hugo Chávez en 2013, nombró heredero a Nicolas Maduro
El primer gobierno de Maduro (2013-2019) fue muy inestable. La prematura muerte de Chávez, combinada con el descenso de los precios del petróleo a nivel internacional, y con el feroz bloqueo económico y financiero del imperialismo norteamericano y europeo contra Venezuela, terminaron convirtiendo al débil primer gobierno de Maduro en una dictadura, sostenida por la columna vertebral del chavismo: la oficialidad del ejército y del aparato policial.
Enfrentamiento con Estados Unidos y polarización política
A Maduro le tocó, al final de su primer mandato, enfrentar la brutal ofensiva que Donald Trump (2017-2021) contra Venezuela, que se materializo en sanciones económicas y un riguroso bloqueo financiero, sin abandonar la presión militar. Las presiones del imperialismo norteamericano produjeron una mayor polarización interna, y la oposición burguesa, que Chávez había derrotado una y otra vez, terminó siendo conducida por el ala más derechista, representada por los partidos “Vente Venezuela” liderado por Maria Corina Machado, y el partido “Voluntad Popular” de Leopoldo López
En este periodo Venezuela se hundió en la miseria y la barbarie. Se registró la hiperinflación mas alta del mundo, la que todavía persiste, cierre masivo de empresas y ruina de la industria petrolera. En 2015, la oposición burguesa, liderada por el ala más radicalmente derechista, tomó el control de la Asamblea Nacional. Esta fue una victoria pírrica de la oposición burguesa, porque el chavismo respondió instalando una Asamblea Nacional Constituyente, bajo su control, que prácticamente anuló el triunfo electoral de la derecha.
Represión y negociaciones
La crisis económica se agravó con el bloqueo imperialista, y con ello creció el descontento popular. En 2017 se produjeron enormes movilizaciones de protesta que fueron reprimidas de manera implacable por el chavismo, dejando una cantidad de 165 muertos y unos 350 presos políticos. En los años siguientes se calcula que unos 6 millones de venezolanos han salido del país, huyendo del desempleo y la miseria.
Al imponerse a sangre y fuego en 2017, Maduro se estaba garantizando la reelección y el control del proceso electoral del año 2018. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) que ganó las legislativas del 2015, fue inhibida como tal, otros partidos políticos y dirigentes políticos corrieron igual suerte, otros fueron encarcelados.
No obstante, el chavismo combinó hábilmente la represión con la negociación. A finales del 2017 se inició una ronda de negociaciones en República Dominicana, con la mediación del expresidente español, Luis Rodríguez Zapatero, y un representante del Vaticano. El objetivo era negociar las condiciones de las elecciones presidenciales del 2018. Maduro primero hizo creer que cedería, y después rompió las negociaciones en febrero del 2018, adelanto la fecha de las elecciones, y empujó al conjunto de la oposición burguesa a la táctica abstencionista, dejando el campo libre para la reelección.
Surgimiento y fracaso de Guaidó
Maduro impuso su reelección en mayo del 2018, asumiendo su segundo mandato presidencial en enero del 2019. En ese momento, desde el control de la Asamblea Nacional, surgió la presidencia “interina” de Juan Guaidó en “lucha contra la usurpación”. Este gobierno títere fue reconocido por Estados Unidos y más de 51 países. Las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea se acrecentaron al máximo, hubo tensiones militares en la frontera con Colombia. La estrategia de Trump era promover un golpe de Estado, pero la cúpula militar que administra las riquezas petrolera y minera de Venezuela, cerró filas en torno a Maduro.
En la medida que la administración Trump finalizaba, al no lograr la reelección, también se debilitó la política de bloqueo contra Venezuela. Aunque el país se hundió en la miseria y la barbarie, el chavismo logró mantener el control de las instituciones y del aparato del Estado, aunque este se debilitó en muchas áreas.
Declaración conjunta Estados Unidos, Canadá y la UE
Para inicio del 2021, el chavismo estaba seguro de su victoria, y por ello, para estimular los cambios en la política de Estados Unidos hacia Venezuela, inicio un proceso de acercamiento con las alas mas moderadas de la oposición burguesa. Incluso haciendo jugosas concesiones como ceder un tercio de los magistrados del Consejo Nacional de Elecciones (CNE) a los sectores más moderados de la oposición burguesa, preparando el escenario de las elecciones del 21 de noviembre.
Estos pasos discretos, permitieron que Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea expresaran que “(…) La solución pacífica a esta profunda crisis política, social y económica debe provenir del mismo pueblo venezolano, a través de negociaciones de amplio alcance impulsadas por los venezolanos en las cuales participen todos los actores interesados. Un proceso de negociación integral, con plazos concretos, debería posibilitar el restablecimiento de las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos puedan expresarse políticamente por medio de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes.
(…) Vemos con beneplácito que se logren avances sustanciales y creíbles, orientados a restablecer las instituciones y los procesos democráticos en Venezuela, y estamos dispuestos a revisar las políticas de sanciones sobre la base de avances significativos que se alcancen por medio de una negociación amplia (…)” (05/06/2021)
Esta Declaración Conjunta seria la antesala de las negociaciones que, impulsadas con la mediación de Noruega, terminarían en una mesa de negociaciones en México.
El fracaso de las sanciones, una victoria del chavismo
La política de sanciones impulsada por Estados Unidos y la Unión Europea causaron un enorme daño a la economía de Venezuela, pero no lograron derrocar al gobierno de Maduro. Con la nueva administración Biden, hay un reconocimiento de ese fracaso, y como parte de la crisis global del imperialismo norteamericano, este discretamente dejó de reconocer a Juan Guiadó como presidente interino.
Habiendo sobrevivido a la ofensiva de la administración de Donald Trump, Maduro ahora pretende recoger los frutos de su difícil triunfo político. Ahora el discurso de Maduro es moderado, y llama a todas las fuerzas políticas, incluida el G-4 (principales partidos de la oposición) a construir la paz y la estabilidad. De este prolongado enfrentamiento político, Maduro logró sobrevivir y la oposición burguesa salió con el rabo entre las piernas.
Antes de iniciar las negociaciones en México, Maduro, optimista, declaró: "Estamos listos para sentarnos en una agenda realista, objetiva, verdaderamente venezolana, para tratar todos los asuntos que haya que tratar, para llegar a acuerdos parciales por la paz y la soberanía de Venezuela", (09/08/2021)
Mas adelante, dijo: "Se ha abierto un nuevo ciclo de estabilidad política (..) Cada voto que se dé es una apuesta a la paz, a la reconciliación (…) Nunca más nadie podrá soñar con tomar el poder sin participar en las urnas electorales" (RT 31/08/2021)
La división de la oposición
En las elecciones parlamentarias del 2020, la mayoría de la oposición decidió abstenerse. Pero, aunque la coyuntura ha cambiado desde entonces, la oposición burguesa continúa dividida en dos bloques: quienes propugnan por participar en las próximas elecciones regionales, ahora son la mayoría, y quienes mantienen la táctica de boicot, ahora reducidos a una minoría. La mayoría de la oposición burguesa ha optado por aceptar su propia derrota y ha decidido luchar en el plano electoral bajo las condiciones impuestas por la dictadura de Maduro.
El combo electoral del 21 de noviembre contempla elección de 23 gobernadores, 335 alcaldes del país y a los integrantes de los consejos legislativos regionales y concejos municipales. Es una magnífica oportunidad para que la oposición burguesa, dispersa y debilitada en el enfrentamiento con el chavismo, pueda recuperar su antigua base social. A partir del anuncio de la mayoría de los grupos de oposición de participar en las elecciones del 21 de noviembre, el gobierno de Maduro maneja un discurso optimista.
El resultado de las elecciones de noviembre definirá el panorama político de los próximos años en Venezuela.
Grupos de la oposición
Existen tres grupos: el G4, la Alianza Democrática y los abstencionistas Todos aceptaron dar la pelea electoral bajo las condiciones, un poco más flexibles, de la dictadura de Maduro.
El G4 está conformado por el viejo partido socialdemócrata Acción Democrática (AD), el socialcristiano Comité de Organización Política Electoral Independiente COPEI, Primero Justicia (PJ), Un Nuevo Tiempo (UNT) y Voluntad Popular (VP). Todos anunciaron que participarán en las elecciones regionales bajo el esquema de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
La Alianza Democrática (AD) fue inicialmente una coalición de 27 partidos, que finalmente se dividió para las elecciones legislativas nacionales del 2020, separándose de la política de Guaidó, participando en ellas bajo las condiciones impuestas por la dictadura de Maduro, obteniendo apenas 20 diputados.
La corriente abstenciones está representada por el grupo Maria Corina Machado, del partido Vente Venezuela (Vente), Alianza Bravo Pueblo (ABP), La Causa Radical (LCR), y todos los que mantendrán en la política de abstención.
Las negociaciones en México
Antes de que se produjera las negociaciones en México, la primera semana de septiembre, y que se firmaran los primeros acuerdos parciales, ya se venia instalando una mesa de negociaciones secretas en Venezuela. Estos acuerdos parciales en México, fueron muy generales: la protección social al pueblo venezolano, conformar una comisión que revise las sanciones al sistema financiero y crear un mecanismo de verificación de los acuerdos.
Incluso, la oposición apoyó al gobierno de Maduro en la “defensa del Esequibo como parte del territorio venezolano” en contra del reclamo de Guyana. No hubo una sola palabra sobre las condiciones de las elecciones, puesto que estas ya habían sido acordadas al interior de Venezuela.
El chavismo ha demostrado la habilidad para romper acuerdos al borde de su cumplimiento, como ocurrió en el 2018. No sabemos si ocurrirá lo mismo, sobre todo por el espinoso tema del levantamiento de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra Venezuela.
Sin embargo, todo indica que el chavismo y un sector de la oposición se han puesto de acuerdo en iniciar la lenta reforma del régimen dictatorial de Maduro, pero dentro de las condiciones impuestas por el chavismo, lo que augura una lenta y difícil transición llena de sobresaltos.