Declaración del Comité Paritario por la Reorganización (reconstrucción) de la Cuarta Internacional
Febrero de 1980
Correspondencia internacional, No 2, abril 1980
1.- Luego de la derrota del imperialismo norteamericano en Vietnam y después de la revolución iraní, la revolución nicaragüense ha provocado una onda de choque de dimensiones incalculables, que se refleja de manera inmediata en la desestabilización de todos los regímenes de América Central.
La estrecha relación entre los seis países de América Central, sus características comunes y de subordinación al imperialismo norteamericano determinan una gran relación y unidad de las luchas de masas que repercute de manera muy directa de país a país.
En cada uno de ellos se desarrolla, en diferentes grados una profunda crisis social, económica y política. Actualmente El Salvador, junto con Nicaragua, es un punto avanzado de la crisis de dominación de las clases explotadoras y de la movilización revolucionaria de las masas. El aparato de estado burgués se ha resquebrajado y ha llegado a un grado muy alto de dislocación.
I. La caída de Romero
2.- Con la caída del gobierno militar del general Romero, se puso en evidencia la profunda crisis de la dictadura acosada por el poderoso ascenso del movimiento de masas.
En tal contexto, su derrocamiento constituye un triunfo espectacular de la clase obrera y del pueblo salvadoreño.
Ante la amenaza de que el movimiento de masas y su profundización abriera la posibilidad de darle una salida revolucionaria a la crisis económica y política en que se debate el país, el imperialismo alentó el golpe militar del 15 de octubre, apoyado en un sector de la junta militar y en un sector de la burguesía, para la instauración de una junta cívico-militar que, además de levantar a sangre y fuego las huelgas existentes y asesinar activistas sindicales y guerrilleros, formuló en una proclama el ofrecimiento de libertades democráticas, como vías para tratar de detener la movilización obrera y popular.
Pero ya era tarde para estas maniobras aperturistas. Con la caída de Romero se abre una situación objetivamente revolucionaria en El Salvador, y recibe un impulso formidable la lucha antidictatorial y revolucionaria en toda Centroamérica. Situación revolucionaria que al trascender los marcos de una lucha fundamentalmente antidictatorial, comienza a expresarse claramente como una confrontación de clase contra el régimen burgués en su conjunto. Como componente de esta situación revolucionaria, el curso ascendente del movimiento obrero ha llevado a los sindicatos a jugar, en cierta medida, un papel de organismos embrionarios de poder, inclusive antes de la caída de Romero. Las huelgas se caracterizan por los métodos más radicales: la toma de instalaciones, de rehenes y de la autodefensa armada. La lucha tiene un peso eminentemente obrero, en un país con relativo desarrollo capitalista y urbano. Hoy las formas organizativas se han empezado a extender hasta la creación de los comités populares.
3.- Debido al carácter de la confrontación y a esta dinámica obrera del ascenso, la maniobra imperialista inaugurada el 15 de octubre lejos de aplacar las masas polarizó con más fuerza la lucha de clases. Ni las concesiones anunciadas, ni la represión posteriormente desatada lograron detener el ascenso. Los sectores agroexportadores oligárquicos, exigiendo a la Junta mayor represión y descontentos con la posible aplicación de las medidas prometidas en la proclama de los golpistas del 15 de octubre, se lanzaron por su propia cuenta contra el movimiento de masas, realizando paros patronales, movilizando capas pequeñoburguesas reaccionarias y reactivando aun más los organismos paramilitares ultraderechistas que venían operando. Los industriales agrupados en la ANEP y la Cámara de Comercio, después de haber dado su apoyo inicialmente a la Junta, cerraron filas con los agroexportadores de FARO y se retiraron de los ministerios.
A su vez, el movimiento obrero después de una breve pausa reaccionó con una intensa oleada huelguista, impulsando paros y movilizaciones a través de las distintas organizaciones sindicales. Se recrudecieron las acciones de las masas pobres y proletarias del campo. Se intensificaron las actividades guerrilleras.
4.- Esta aguda polarización condujo a la crisis total de la junta cívico-militar, reflejada en disolución de su gabinete a principios de este año. A pesar del apoyo del Partido Comunista Salvadoreño, la burguesía no logró establecer un gobierno aunque fuese poco estable. El intento por contener la movilización de las masas con la participación de la Democracia Cristiana, del MNR y del PC en la Junta, fue un fracaso, frente a la radicalización del movimiento de masas y a la extremada polarización entre las clases. El PC, así como el MNR, optó por retirarse del gobierno. Hoy la junta cívico-militar solo cuenta con la DC sometida inclusive a importantes contradicciones internas.
La extraordinaria voluntad de las masas de terminar con el régimen, que equivale a la voluntad de liquidar al imperialismo norteamericano, al cual se subordina la burguesía, provocó que los grupos nacionalistas pequeñoburgueses (en particular el Bloque Popular Revolucionario BPR) se negaron a apoyar a la junta de gobierno, lo que fortaleció aun más la determinación del movimiento de masas y su oposición a todo intento de continuidad de la dictadura romerista.
El derrocamiento de Romero y la crisis de la nueva junta, constituyen una nueva evidencia de la dinámica de la confrontación de clases hacia la huelga general y el levantamiento insurreccional. Si el 1 5 de octubre no se logró el triunfo definitivo fue gracias al papel traidor del PC que, junto a partidos burgueses como la DC y el MNR que habían estado en oposición a Romero, aceptó formar parte del gabinete de la junta, logrando así crear un desconcierto momentáneo en las masas.
5.- La lucha que libran la clase obrera y las masas salvadoreñas tiene como fundamento la creciente explotación económica que ejerce sobre la población el imperialismo norteamericano y la burguesía, así como la violencia que emplean para frenar la resistencia obrera, campesina y popular. Por un lado la oligarquía, la burguesía industrial asociada al capital imperialista y los terratenientes, exigiendo a las FFAA un régimen
altamente represivo que les permite mantener los altos niveles de sobreexplotación y acumulación capitalista, y por otro, la clase obrera industrial y agrícola y el campesinado pobre que resisten a la explotación mediante huelgas, paros generales, tomas de tierras y exigencias democráticas.
Esta confrontación es la que enmarca todo el proceso y signa la inestabilidad y las crisis políticas y económicas que caracterizan al país.
6.-El agotamiento sucesivo de gobiernos cívico-militares y el poderoso ascenso obrero y popular, aunando a la aspiración de las masas a la unidad ante la dispersión que prevalecía, condujo a las organizaciones más importantes (BPR, FAPU, UDN, LP-28) a establecer una unidad en la Coordinadora Nacional. Las masas sintiendo que han realizado la unidad en la coordinadora, utilizan esta unidad para ir más lejos en su movilización para acabar con la junta. Esto se expresó en la multitudinaria manifestación de más de 200 mil personas el 22 de enero, reprimida sangrientamente por el gobierno de la DC y los militares.
Los marxistas revolucionarios debemos estar dispuestos de manera decidida a la unidad de acción con estas fuerzas que constituyen la coordinadora, y con todas aquellas otras que se sitúen en el terreno de la lucha efectiva por derrocar a la junta cívico-militar, al mismo tiempo que mantenemos de manera inclaudicable la defensa de la independencia de clase del proletariado y de nuestro programa por el triunfo de la revolución obrera.
II. El programa de la Coordinadora
7.- La Coordinadora Nacional y sus componentes no son una dirección auténticamente revolucionaria. Cada uno de ellos tiene un programa de colaboración con la burguesía, como el FAPU que propone un gobierno de "salvación nacional""con el MNR, la DC y los militares "progresistas" y otros con las fórmulas de gobierno "democrático populares", o "populares revolucionarios", ninguno de los cuales expresa la lucha por un gobierno sin burgueses.
La propia declaración constitutiva de la Coordinadora Nacional es claramente un documento que defiende una alianza estratégica con la burguesía y un programa de colaboración de clases, se trata, como dice el Programa de Transición del frente popular de un último recurso, junto con el fascismo que utiliza la burguesía contra la revolución obrera, la declaración constitutiva de la Coordinadora Nacional afirma:
"(...) Para conducir esta revolución a la victoria lo que decidimos poner en marcha con nuestro acuerdo unitario es el proceso de unificación de todas las fuerzas revolucionarias y la unión de ellas con todas las fuerzas civiles y militares, religiosas y laicas y democráticas."
"(...) Nos dirigimos a los sectores progresistas de la Iglesia y de los militares (...), a los numerosos sectores de pequeños y medianos empresarios, que actualmente están preocupados por encontrar una salida patriótica para la crisis."
"(... ) Independientemente de las diferencias ideológicas y políticas que existen entre ustedes y nosotros, reconocemos el mérito de vuestro esfuerzo en conseguir la democracia y la justicia social para nuestro pueblo y les pedimos que contribuyan a su unificación para que se facilite la lucha por su liberación; les proponemos su incorporación activa al gran proceso que está en marcha, que concurran a él con sus ideas que respetamos, con su capacidad y talento, con su influencia y devoción por la libertad. (...)"
El acuerdo también tiene referencias internacionales que son las siguientes: "(...) Apoyamos las posiciones democráticas que asumen e impulsan cada vez más los pueblos y los gobiernos latinoamericanos. Le damos la mayor importancia a las posiciones antiimperialistas, a la defensa de los progresos democráticos y de la paz internacional dirigidas por los pueblos y los gobiernos de Panamá," (anfitrión del Sha y que ordenó disparar sobre los manifestantes que protestaban contra la presencia del verdugo del pueblo iraní en su país. N de R), "de México, de Costa Rica, de los países del Pacto Andino" (por ejemplo el gobierno militar del Perú o el gobierno burgués de Colombia N de R) "y del Caribe."
El Secretariado Unificado dio su apoyo a ese documento, al declarar que "la unidad realizada el 11 de enero, otorga mayor fuerza y autoridad para conducir la lucha revolucionaria hasta la victoria final, al unificar a todas las fuerzas verdaderamente comprometidas en la defensa de los intereses de la clase obrera y del campesinado" (Declaración de Alan Robs, en nombre del SU, para el diario La Crónica de San Salvador, el 28 de enero de 1980). Una vez más constatamos la dislocación política operada por el SU y que se expresa en Irán, en Nicaragua y El Salvador en donde podemos constatar lo siguiente:
En Irán el SWP apoya totalmente al régimen de Jomeini y apoya la invasión de Afganistán por las tropas de la burocracia del Kremlin, mientras que el régimen de Jomeini condena la invasión.
En Nicaragua, apoyo total al Gobierno de Reconstrucción Nacional que ataca las huelgas obreras, aplica un plan de austeridad y está compuesto por una coalición burguesa junto con el FSLN.
Hoy nuevamente en El Salvador, el SU apoya una política de frente popular impulsada por el aparato stalinista.
En todas partes, la política del SWP, a la que se pliega el SU, es una adaptación completa al orden burgués.
8.- Esta situación releva como factor subjetivo decisivo, la construcción del Partido Obrero Revolucionario todavía ausente. La ausencia de ese partido constituye la mayor debilidad del proceso en curso. En todo el periodo, la situación se inclina a favor de la revolución. Las masas trabajadoras ganan confianza en su movilización, se desarrollan y fortalecen los sindicatos y se organizan comités populares, como embriones de poder y se acelera el proceso de unificación de las organizaciones. Sin embargo no ha surgido como polo aglutinante y dirigente un partido sólidamente arraigado en la clase obrera que conduzca a las masas de las luchas actuales ininterrumpidamente hasta el triunfo de la revolución obrera y socialista.
III. ¡Abajo la Junta!
9.- La tarea inmediata y urgente de la clase obrera y las masas salvadoreñas es preparar las condiciones para que las luchas confluyan hacia una gran huelga general insurreccional que voltee a la Junta Cívico Militar.
En esta tarea deben colaborar todos los trabajadores y revolucionarios centroamericanos y del mundo.
Es necesario apoyar con todas nuestras fuerzas las acciones unitarias del movimiento obrero y de masas, propiciando su defensa de la represión por medio de los piquetes armados, los organismos de autodefensa, así como la formación, desarrollo y extensión de los comités populares y demás organismos que las masas construyan. Como parte de ello tenemos que apoyar a las organizaciones guerrilleras, no a su política, pero sí a su lucha mediante la colaboración material y humana, llamando a su mayor unidad y a que se incorporen a la Coordinadora Nacional, todas las demás organizaciones sindicales, populares y armadas.
En oposición a la Junta y como alternativa revolucionaria para su derrota, levantamos la consigna de, Gobierno de las organizaciones obreras, campesinas, de masas y guerrilleras, sin burgueses, civiles ni militares: Bloque Popular Revolucionario, FAPU, UDN, LP-28, Fenastras, Cuts yComité Coordinador de Sindicatos, así como también las federaciones campesinas y de masas y las diferentes organizaciones guerrilleras.
10.- Hoy en El Salvador, dada la existencia de una situación revolucionaria, cuando el derrocamiento de la Junta es un problema al orden del día, cuando el problema del poder está planteado de manera inmediata, toda nuestra acción revolucionaria gira alrededor de esta consigna: ¡Abajo la Junta!
En nuestra agitación debemos ligarla a la consigna: Que gobiernen las organizaciones obreras y campesinas, de masas y guerrilleras.
Hoy se entrelazan estrechamente con esta consigna la de organización, desarrollo, extensión y generalización de los órganos de poder de las masas y su armamento. En el momento actual es este el eje en torno al cual se anudan todas las demás demandas y consignas democráticas, obreras y campesinas. Como parte del desarrollo de estos organismos de poder dual es fundamental el trabajo en el interior del ejército con el fin de ganar a los soldados a las filas de revolución, impulsando comités de soldados.
11.- Durante todo el periodo se presentarán seguramente varias crisis políticas, en donde la burguesía y el imperialismo impondrán las más disímiles juntas cívico-militares de acuerdo a los distintos partidos y sectores políticos dispuestos a traicionar la revolución obrera.
Mientras el gobierno constituido no sea auténticamente obrero y campesino, sin burgueses, todos estos gobiernos serán enemigos fundamentales y deberán ser volteados por el movimiento de masas. Por tal razón, hay que exigir que los partidos y organizaciones del movimiento obrero se nieguen a participar en estos gobiernos burgueses, denunciando implacablemente a los traidores colaboracionistas y declarándoles la guerra a muerte, pues esa política es tan funesta como lo son el imperialismo y la burguesía salvadoreña.
12.- A su vez, es necesario mantener una lucha constante contra el imperialismo norteamericano y su política siniestra, mostrando que es enemigo mortal de las masas y la revolución, ya que no vacilará en propiciar, si ello le conviene, un aplastamiento a sangre y fuego. Otra variante de la contrarrevolución imperialista, está representada en El Salvador, por el peligro real de una salida frente populista.
En relación a la guerrilla y las organizaciones de masas, junto al apoyo incondicional a la lucha que libran contra esta junta cívico-militar, manifestamos nuestra más enérgica oposición a su programa político de colaboración de clases, llamándolos a que rompan con la burguesía.
IV. Por la construcción de la Cuarta Internacional en El Salvador
13.- El Comité paritario considera que todas las tareas anteriores se concretan en la tarea suprema de ayudar hasta el límite de las posibilidades a la construcción del partido trotskysta de masas, estrechamente ligado a la construcción del Partido Mundial de la Revolución Socialista.
Este apoyo tendrá que estar representado en el terreno político por una campaña internacional de ayuda a la revolución salvadoreña, además de dotar de cuadros y recursos materiales.
Este partido levantará el programa que es el único que será capaz de conducir al proletariado y a las masas al triunfo de la revolución obrera entre cuyos puntos se contemplan:
¡Abajo la Junta Cívico-Militar, ya! ¡Por su derrocamiento por la vía revolucionaria, huelga general y lucha armada!
¡Por la constitución de un gobierno de las organizaciones obreras, campesinas, de masas y guerrilleras sin burgueses civiles ni militares!
En esta lucha las consignas democráticas y antiimperialistas ocupan un lugar de fundamental importancia. Es en este sentido que la consigna de Asamblea Constituyente libre, democrática y soberana debe permitir asegurar ganar al campesinado y a las masas urbanas pequeñoburguesas a la alianza revolucionaria con el proletariado ligando estrechamente la revolución agraria y la independencia nacional, así como también salario digno, educación, salud, vivienda, la destrucción de las bandas paramilitares, las más plenas libertades democráticas.
¡Estamos por el armamento general de los trabajadores y el pueblo!
¡Por un trabajo en el seno del ejército que gane a los soldados para la revolución!
¡Por la construcción, extensión y centralización de los organismos de poder de las masas, hoy sintetizados en los comités populares y en las organizaciones sindicales!
¡Por el desarrollo de las milicias obreras y populares contra las bandas fascistas
Como una salida a la crisis económica y la sobreexplotación reinante, la expropiación sin indemnización de todas las empresas nacionales y extranjeras, colocándolas bajo control obrero.
Nacionalización de la tierra y creación de fincas colectivas y haciendas, bajo la dirección de los jornaleros agrícolas y campesinos pobres.
Ruptura con todos los pactos que atan a El Salvador con el imperialismo, OEA, TIAR, CONDECA.
Nacionalización sin indemnización de la banca y desconocimiento de la deuda externa.
Por la unidad de la revolución centroamericana es vital hacer hoy un llamado a las masas nicaragüenses y al FSLN a brindar todo su apoyo a la revolución salvadoreña. Exhortamos a las masas nicaragüenses, de América Latina y del mundo, a exigir al gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua que rompa relaciones con el gobierno de El Salvador.
¡Todo el apoyo material y combatiente a los luchadores salvadoreños! ¡Por la Federación Socialista Centroamericana!
14.- El Comité Paritario presentará inmediatamente la mayor colaboración a los partidos trotskistas existentes, Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y Organización socialista Internacionalista (OSI), y recomienda a estos dos partidos, iniciar un proceso de fusión con el fin de acelerar la construcción del partido trotskista de masas, que hoy más que nunca, es una necesidad vital para el triunfo de la revolución obrera y socialista en El Salvador.