Por Aquiles Izaguirre
Más de 600 años habrían pasado desde que se registró la última renuncia de un Papa. Es precisamente por esto que la dimisión de Benedicto XVI sorprendió a casi todo el mundo. Debemos ver la renuncia del Papa no solo como el acto de preocupación de un hombre senil que se aparta por el bien de la iglesia, sino como un hecho político meditado, bien meditado, que intenta dar un giro a una Iglesia desgastada por cientos de escándalos de corrupción, abusos sexuales y escándalos financieros.
La Iglesia Católica es una de las organizaciones más antiguas que subsisten en la historia de la humanidad. Esta “virtud” se debe precisamente al papel que ha jugado en esta historia, sirviendo como uno de los pilares del poder político y económico. Esta Iglesia no siempre fue como es hoy; de sus anales, y de la misma biblia podemos deducir que la Iglesia siempre tuvo fracciones. Siempre lucharon concepciones políticas hasta que se terminó instaurando en el trono de San Pedro, un papa que sería el que gobernaría en el nombre de dios.
Pero en pleno siglo XXI esta institución milenaria se encuentra con muchas contradicciones, sobre todo porque el desarrollo de la tecnología, la globalización y la modernidad han puesto límites al poder de la misma. Lejos están los años en que los Papas armaban ejércitos y conquistaban naciones a través de la lanza y no por el poder de dios, ahora la iglesia tiene el poder que le da la coerción espiritual que tiene sobre sus fieles.
A pesar de todos los problemas, la iglesia continúa siendo una institución fuerte, pero bastante golpeada. Así podemos ver que la Iglesia Católica es la institución que tiene más fieles esparcidos en todo el globo terráqueo: “En el último siglo, el catolicismo ha multiplicado por tres el número de los fieles, desde 290 millones en 1910 hasta 1.100 millones en 2010, y ha mantenido su proporción de la población mundial…lo que significa que la mitad de los cristianos siguen siendo católicos y que lo son también una sexta parte de los habitantes del planeta” (El País 20/02/2013).
La única creencia que supera en número de fieles al catolicismo es el Islam en su conjunto, con 1.600 millones de partidarios. Debemos comprender que el Islam se encuentra enmarcado en una sola región demográfica y no tiene la influencia política y económica mundial que tiene la casa de San Pedro.
Conspiraciones y Vatileaks
En medio de este enorme poder, la iglesia se ha venido debilitando por un sinnúmero de escándalos que han sacudido sus cimientos. De los últimos discursos que realizó Benedicto XVI se desprende esta pequeña pero significativa frase: "El rostro de la Iglesia aparece muchas veces desfigurado. Pienso en particular en las culpas contra la unidad, en las divisiones del cuerpo eclesial" (El País 13/03/2013).
Para no dejar las dudas de las cosas que pasan a lo interno del Vaticano Benedicto XVI continua: "Debemos atravesar el corazón y no los vestidos. En efecto, en nuestros días son muchos los que están dispuestos a rajarse las vestiduras ante escándalos e injusticias —naturalmente, las cometidas por otros—, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre su propia conciencia e intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta" (Ídem).
Según muchos analistas, tras los muros de San Pedro se viene librando una lucha por la sucesión de poder en el Vaticano. Entre los llamados Vatileaks, documentos confidenciales del Papa que fueron filtrados a los medios de comunicación por el mayordomo del mismísimo Benedicto XVI, podemos encontrar la filtración de una carta: “Carlo Maria Viganò, actual nuncio en Estados Unidos, en la que le contaba al Papa diversos casos de corrupción dentro del Vaticano y le pedía no ser removido de su cargo como secretario general del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos—. Viganò, sin embargo, fue enviado lejos de Roma” (El País 18/02/2013). Luego el periódico Il Fatto Quotidiano publicó una carta en la que se destapaba un supuesto complot para asesinar al mismísimo Benedicto XVI. La carta, escrita por Darío Castrillón, Cardenal colombiano, acusaba a Paolo Romeo de haber dicho en un viaje a China que el papa moriría en 12 meses. Asimismo filtró que el Papa y el número dos del Vaticano se llevaban de la patada y por último que el mismo Benedicto estaba amarrando la sucesión para dejar el trono al mismo arzobispo de Milán Angelo Scola.
El Banco de la Fe
En medio de estas filtraciones explotó un escándalo financiero en el Instituto Para las Obras de la Religión mejor conocido como el Banco del Vaticano. Ettore Gotti Tedeschi fue el encargado por el Papa para dirigir esta institución, pero en medio de sus pesquisas llegó a sospechar que en algunas cuentas cifradas que manejaba el banco se escondía el dinero sucio de empresarios, políticos y hasta jefes de la mafia.
Según mucho reportes, Tedeschi pasó sus últimos meses temiendo que lo asesinasen por los hallazgos realizados; es por esto que poco a poco fue construyendo un informe detallado de los movimientos y de los capitales sospechosos en las cuentas del Instituto Para las Obras de la Religión. Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa, fue detenido el 25 de mayo del 2012 por ser el artífice de los Vatileaks. Un día antes se anunció la destitución de Tadeschi porque se le había perdido la confianza. La verdad es muy diferente: “se escondía dinero sucio de políticos, intermediarios, constructores y altos funcionarios del Estado. Pero no solo. Como sostiene la fiscalía de Trapani (Sicilia), también Matteo Messina Denaro, el nuevo jefe de jefes de la Cosa Nostra, tendría su fortuna puesta a buen recaudo en el IOR a través de hombres de paja” (Ídem). Finalmente el Banquero de Dios fue requerido por la policía y se le incautaron los documentos que compiló en sus años al frente del Banco del Vaticano.
La ofensiva del Vaticano para que no se hicieran públicos los informes no se hizo esperar; en una misiva diplomática el Vaticano solicitaba: “La Santa Sede ha recibido con sorpresa y preocupación los recientes sucesos en los que está involucrado el profesor Gotti Tedeschi. Pone la máxima confianza en la autoridad judicial italiana para que las prerrogativas soberanas reconocidas a la Santa Sede por la normativa internacional sean respetadas adecuadamente” (Ídem).
Escándalos sexuales
Es algo conocido en el mundo, que el reinado de Benedicto XVI fue marcado por los constantes escándalos de pederastia y abusos sexuales que por el mundo fueron apareciendo. La iglesia como institución ha sido criticada no solo porque sus curas fueron los que realizaron los abusos sexuales, sino porque encubrieron a los violadores y abusadores de menores de edad, una práctica que debía ser condenada y castigada se volvió protegida y resguardada por la jerarquía eclesial.
En honor a la verdad, esta práctica fue heredada a Benedicto XVI por su antecesor Juan Pablo II, en cuyo reinado se protegió y cuidó a los abusadores. Tal vez los casos más trágicos fueron los protagonizados por la iglesia en Irlanda, donde las estadísticas son dantescas; se ha contabilizado 35,000 casos de abusos sexuales en 75 años de abusos de curas católicos. Tan pavoroso es el problema que el mismo Benedicto XVI pidió disculpas en Irlanda por los abusos cometidos con el resguardo de la iglesia. Marie Collins, víctima de abuso sexual explica “Benedicto XVI se disculpó por los abusos de los curas, pero jamás ha pedido perdón ni castigado a los obispos que les protegieron.
Él era el hombre del Vaticano más documentado sobre los escándalos. Nos prometió que haría algo, pero incumplió su palabra y traicionó a las víctimas” (El País 7/02/2012). Ella misma explica el modus operandum de la jerarquía eclesial: “Al encubrirlos, extendieron la pederastia por el país. El obispo que protege a un pederasta es aún peor que este. Quien abusa de un niño puede ser un enfermo, pero si su superior lo sabe no debe dejarlo en libertad. Si tienes un perro rabioso, lo encierras” (Ídem).
Los escándalos de abusos sexuales han explotado por casi todo el globo terráqueo, donde las víctimas de abuso han tomado el coraje de denunciar la degeneración a la que llegaron algunos miembros de la iglesia. En los últimos días, el periódico Italiano La Repubblica ha informado que Benedicto XVI renunció al conocer un informe que decía: “la comisión cardenalicia entrevistó a decenas de obispos, cardenales y laicos que fueron dibujando la situación actual del Vaticano. Esto es, una confluencia de grupos de poder articulados en función de las distintas congregaciones religiosas o de su lugar de procedencia, pero también de sus apetencias sexuales. Según la investigación, altos jerarcas de la Iglesia podrían estar siendo víctimas de “influencias externas” —una forma suave de decir chantaje— por culpa de “sus vínculos de naturaleza mundana”, o sea, por su relación con los bajos fondos.” (El País 22/02/2013).
Benedicto XVI dejará de existir, ahora regresa a ser Joseph Ratzinger, probablemente su renuncia responda a que se siente un hombre senil y no puede enfrentar los problemas y escándalos que enfrenta la iglesia. Así mismo, podemos deducir que su renuncia busca influenciar en la elección del nuevo Papa para dejar a una ficha afín al saliente Rey de la Iglesia y que tenga más fortaleza para afrontar los problemas que enfrenta en Catolicismo.
Pero el problema no deja de existir, y es que en medio de un mundo en donde se globaliza la miseria, la jerarquía de la iglesia misma es arrastrada por el poder y el dinero. Al final el problema es el mismo, no basta con pedir disculpas por los abusos sexuales y criticar al capitalismo salvaje, hay que hacer cambios reales que por su misma condición de pilar del poder, no podrá realizar la iglesia.