Por Nicolás Lebrun
Las recién pasadas elecciones presidenciales en Francia se han caracterizado por un alto grado de polarización en las urnas así, como de una alta abstención que han puesto en una posición de debilidad al presidente Macron, ganador de la contienda.
En la primera vuelta, los electores franceses tuvieron todo un crisol de candidatos provenientes desde la ultra derecha, representada por el polemista televisivo Éric Zemmour y la candidata del RN Marine Le Pen. La novedad en este campo, consiste en la entrada de Zemmour, que desde la antena televisiva ha sido propulsado para ocupar este espacio de una nueva corriente de la ultra derecha fascista que todavía no ha entrado dentro del aparato institucional, como si lo ha hecho el partido de Le Pen. Este hecho le ha permitido al RN de contar los privilegios que conlleva tener representantes en los diferentes parlamentos (Asamblea Nacional y Parlamento Europeo). Las pugnas intestinas dentro de este partido han llevado a miembros del clan LePen a proclamar su apoyo a Zemmour.
Durante la campaña electoral, Zemmour del partido Reconquista intentó diferenciarse con un discurso mucho más radical sobre la inmigración y la Unión Europea.
"Zemmour aporta un discurso más radical que no se dirige al mismo electorado. El de Le Pen es relativamente joven y obrero, y el suyo más mayor y cultivado", explica Alain Policar, politólogo del Centro de Investigaciones Políticas de Sciences Po.(www.noticiasdegipuzkoa.eus)
Estos dos partidos lograron, en la primera vuelta, casi un 30% de los votos.
Por otro lado, la Francia Insumisa de Mélenchon quedó en un tercer puesto en esta primera vuelta con 21,95% de los votos emitidos, quedando de nuevo fuera de la segunda vuelta. El conjunto de lo que se podría denominar de la votación de izquierda rondaba en la primera vuelta también cerca del 30%
El presidente Macron por su parte resentía una disminución de su caudal de votos tanto en la primera como en la segunda vuelta. En los resultados absolutos, es decir tomando en cuenta la totalidad del padrón electoral, en la primera vuelta el candidato del LREM obtuvo el 20% de los votos y en la segunda vuelta el 38%.
Esto significó un retroceso con respecto a los resultados del 2017 cuando en la segunda vuelta contó con el 43,62% de los sufragios. El desgaste sufrido durante su primer quinquenio ha sido importante a pesar que una buena parte de sus reformas neo liberales han pasado, no tanto por su estrategia sino por la falta de reacción de la dirección del movimiento de masas (sindicatos y partidos de izquierda).
Dentro de este clima que evidencia que la burguesía francesa no ha podido levantarse de la crisis política producida por los diferentes fenómenos que han asolado en el pentágono.
La crisis del 2008 se saldó por la derrota electoral del partido Los Republicanos de Nicolas Zarkozy. Este último se ha visto envuelto en varios procesos judiciales por asuntos de corrupción y hasta este momento ha sido condenado por uno. Su partido, por su lado ha caído muy bajo en las preferencias electorales. Por un lado, el partido del presidente Macron ha logrado galvanizar a una buena parte de los antiguos seguidores del partido de la derecha tradicional francesa. En estas ultimas elecciones, la candidata Valérie Pécresse no logró obtener el mínimo de los votos requeridos para lograr el pago de los gastos electorales.
El gobierno de Hollande creo muchas expectativas dentro de la clase trabajadora que veía en este gobierno la posibilidad de parar las reformas neo liberales y los ataques a las libertades democráticas del gobierno Zarkozy. Sin embargo, el gobierno de Hollande hizo todo lo contrario y puso en marcha toda una serie de reformas que ni siquiera el gobierno anterior había podido poner en vigencia.
El antiguo ministro de economía del PS, Emmanuel Macron y su proyecto de la Republica en Marcha, lograron entusiasmar de nuevo y arrasaron en las elecciones presidenciales y las legislativas, dándole casi un poder absoluto al nuevo presidente. Este gobierno fue una mezcla de tránsfugas de los grandes partidos tradicionales que vieron en el proyecto de Macron la posibilidad de avanzar en la agenda liberal y garantizar con esta mayores ganancias a los grupos industriales y capitalistas franceses.
Sin embargo, ante el deterioro del nivel de vida de importantes sectores de la población, el movimiento de los chalecos amarillos vino a frenar un poco el ímpetu del nuevo gobierno. La respuesta del gobierno fue una represión brutal que causó miles de heridos, mutilados y algunos muertos.
La lucha de los ferroviarios y otros sectores no llegaron a ganar por el manejo de las burocracias sindicales que jugaron la carta de la división y de la procrastinación. La huelga nacional indefinida no apareció dentro de las propuestas, tal y como en la era Zarkozy hizo temblar a la burguesía con la paralización de importantes sectores de la economía.
El resultado de las dos ultimas elecciones del PS ha sido categórico. El voto “castigo” ha sido fuerte, dejando a este partido a las puertas de la extinción electoral a pesar que logran todavía tener una cantidad nada despreciable de concejales, diputados y alcaldes a lo largo y ancho del territorio.
Dentro de este contexto, la posición de Mélenchon y los Insumisos ha sido vago, focalizando su acción dentro del marco institucional burgués y sin alentar las movilizaciones, es decir que ha sido un freno para las luchas del movimiento sindical y popular.
Las elecciones legislativas
La base de izquierda con toda razón y lucidez veía que la unidad electoral era necesaria para enfrentar el aumento de la votación de la derecha fascista. Sin embargo tanto en 2017 y en la primera vuelta de las elecciones de 2022 este objetivo no fue posible.
Para nosotros los socialistas revolucionarios, la unidad por la unidad no forma parte de nuestros principios. Esta unidad se debe centrar en programa que se levanta. Si este ayuda a movilizar para defender los derechos, el nivel de vida y las libertades democráticas, el ambiente contra la depredación capitalista y además asegura la independencia de clase, en grandes rasgos, estaríamos por suscribirlo.
Sin embargo, dentro del acuerdo de la Nueva Unidad Popular Ecológica y Social (NUPES), el nombre con el cual LFI, los Ecologistas, el PS y el PC han bautizado a esta unidad de un sector de la izquierda, está lejos de esto. La plataforma programática ha sido muy imprecisa.
“En cada uno de los acuerdos bilaterales, hay variaciones menores en los elementos esenciales que representan las diferentes partes de NUPES. Si hay compromisos en las formulaciones y en determinadas propuestas, estos acuerdos se inspiran en gran medida en “El Futuro en Común”, el programa de Jean-Luc Mélenchon para las elecciones presidenciales de 2017, que se actualizó en 2022. Incluye, entre sus puntos más importantes, la jubilación a los 60 años, la congelación de precios, la Sexta República o la planificación ecológica, elementos todos ellos que el resto de partidos han acordado suscribir. La Francia Insumisa y el PS, antagonistas durante las elecciones presidenciales, también han encontrado un compromiso en Europa. Sobre el tema de la "desobediencia" a ciertas normas comunitarias, motivo de discordia entre las dos partes, el acuerdo queda redactado de la siguiente manera: "Por nuestras historias, estamos hablando de desobedecer para unos, de derogar temporalmente para otros, pero persiguen el mismo objetivo", a saber, "poner fin a la trayectoria liberal y productivista de la Unión Europea".( francetvinfo.fr)
El gran objetivo pareciera ser la distribución de las cuotas electorales.
“A pesar de este acuerdo, cada formación espera mantener un grupo en el Palacio Borbónico. Para ello, la torta de los 577 distritos electorales se dividió en cuatro, con la mayor participación para los Insoumis, fuertes en su tercer lugar en la elección presidencial (21,95%). El PS conserva 70 candidaturas, EELV 100 y el PCF 50. LFI liderará la batalla en todas las demás circunscripciones.”
En este contexto, los candidatos que proponen los partidos no son necesariamente candidatos salidos de una concepción democrática y clasista. Es más, el fruto de un acuerdo con tintes oportunistas que no garantizan que el programa levantado que recoge puntos esenciales como la revaloración del salario mínimo, la congelación de los precios contra la especulación, pueda ser defendido por personajes salidos de otros sectores de clase.
Preparar la movilización contra el gobierno de Macron II
Los trabajadores no podemos confiar en las instituciones burguesas. Dentro de ellas, los reglamentos, las leyes y los procedimientos están hechos para que sus intereses no sean cuestionados.
La batalla que se puede dar dentro de estas esferas es limitada y por lo tanto la tarea de los diputados de la clase trabajadora es de poner estos puestos al servicio de la movilización y de las luchas populares.
En ese sentido, no podemos levantar falsas ilusiones que siendo primer ministro por si solo podrá hacer cambiar las cosas. El verdadero cambio vendrá si la relación de fuerzas hace variar el equilibrio y hacer retroceder a la jauría neo liberal.