Rescate global e integración regional (VI)
(La cuestión del intercambio desigual)
Por Sergio Barrios Escalante
Científico Social e Investigador. Escritor. Edita la revista virtual Raf-Tulum.
Introducción:
El principal objetivo analítico de este artículo (el capítulo sexto de este ensayo), es realizar un estudio radiográfico sobre los distintos mecanismos y dinámicas a través de las cuales, los principales factores estructurales del intercambio desigual, llevan a cabo la transferencia del excedente de las economías periféricas latinoamericanas hacia el centro capitalista.
Además, mediante el análisis de un considerable conjunto de información empírica (estadística), relativa al desempeño de las economías del centro y de la periferia durante las décadas pasadas y primeros años del siglo XXI, se demuestra la falacia e inexactitud de algunos postulados tenidos por básicos para la teoría neoclásica (y neoliberal) del comercio internacional.
Noticias ambivalentes sobre el curso de la economía mundial y latinoamericana
Los planes de rescate global que vienen siendo preparados y parcialmente implementados, desde que los centros hegemónicos del capitalismo mundial (CHCM), entraron al clímax de su actual crisis, empiezan ahora a entrar en una fase crucial, obligados a ir pasando gradualmente de la retórica a la acción y, a retomar de nuevo las viejas tareas en sus tradicionales campos de influencia económica internacional.
En consonancia con ello, el recientemente (el viernes 4 y sábado 5 de septiembre del presente año 2009), se llevó a cabo en Londres una importante reunión de ministros de finanzas del G-20, que entre otras resoluciones de orden preparatorio, a fin de afinar lo necesario para lo que será la próxima cumbre de ese conglomerado hegemónico, a realizarse la última semana de este mismo mes, destacó el asunto para ellos prioritario de la reactivación del comercio mundial, que como se sabe, ha sido severamente impactado en toda la zona del capitalismo central.
Si habremos de dar crédito al respectivo cable de agencia AFP, en dicha reunión el primer ministro inglés, Gordon Brown, propuso a los miembros del G-20 empezar el relanzamiento del comercio mundial, ello a través de la implementación de las principales conclusiones de la ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio –OMC- (Diario La Hora, Guatemala, 05/09/09, p. 20).
De acuerdo con la misma fuente informativa arriba señalada, el señor Brown da entre otras razones para sustentar su propuesta, la supuesta capacidad que tal agenda tendría al facilitar la inyección de la nada despreciable cantidad de 150 mil millones de fondos (¿dólares? ¿Euros?), hacia la economía global (AFP; fuente citada).
Surge aquí una primera pregunta; ¿A qué obedece en realidad esta propuesta del Sr. Brown? ¿Qué es lo que realmente hay detrás de ello? Sobre eso volveremos más adelante.
Por otra parte, casi al mismo tiempo (o con muy pocos días de diferencia), J. Sachs publicó un balance sintético sobre los efectos e impactos reales de los programas de rescate económico actualmente impulsados por la administración encabezada por Obama en los EEUU (“La crisis financiera un año después”; J. Sachs; Prensa Mundial, 30/08/09).
Resumido en una línea, el reputado economista dice que el estimulo de tales paquetes de rescate todavía influye demasiado débilmente sobre los niveles de consumo de las familias norteamericanas (malas noticias para los exportadores de la periferia capitalista), mientras que alaba los rápidos efectos de reactivación del programa de recuperación implementado por el gobierno de China, al invertir y ejecutar aceleradamente, enormes sumas de dinero en proyectos de infraestructura (construcción principalmente), en las ciudades más grandes de ese país (buenas noticias para los exportadores de materias primas de la periferia) (J. Sachs; artículo citado).
De manera simultánea y conectado a lo anterior, siguen llegando malas noticias sobre el incremento de las tasas de desempleo en los EEUU, el cual según fuentes oficiales, a fines de agosto recién pasado rondaría el 9.7 %, mientras que economistas independientes hablan de que la tasa real es del 17 %, afectando particularmente al empleo entre los jóvenes, quienes estarían sufriendo una tasa de desempleo cercano al 25 %, la tasa más alta desde 1,948 (Democracy-Now: Emisión del 08/09/09).
Si a ello le agregamos el drástico descenso de las remesas provenientes de EEUU hacia las familias latinoamericanas desde mediados del 2008, y las recientes apreciaciones de la ONU respecto a que a nuestra región latinoamericana le tomará al menos 10 años para superar la situación de hambre en el sub-continente, y retornar al nivel en el que ya estábamos antes de iniciar la presente crisis mundial (Jornada Online; 04/09/09), entonces resulta más que evidente la imperiosa necesidad de abrir e intensificar el debate continental, respecto a la urgente tarea de construir nuestras propias alternativas autonómicas, desde (y en) la periferia latinoamericana.
Pese a las perspectivas sombrías que anuncia la ONU para el año próximo (Argenpress; 09/09/09); a las evaluaciones recientes de la CEPAL respecto al aumento dramático de un 13 % del hambre en ALC en lo que va del 2009 (Jornada, 17/09/09); pese a ello, el Informe Anuario Latinoamericano 2009, elaborado por CESLA, de la Universidad Complutense de Madrid (para cuya elaboración anual analizan un total de 475 variables y más de 40 mil datos de 11 países latinoamericanos), anuncia que América Latina crecerá el doble que Europa en el 2010.
En todo caso, aunque los anuncios optimistas de CESLA para ALC estén bien fundados, se verá a lo largo de este documento como el problema central de las economías de nuestra región no radica en la falta de dinamismo. De hecho, como se verá más adelante, América Latina en ciertos períodos ha crecido incluso a ritmos más acelerados que los de otras zonas o regiones del centro capitalista.
Por lo demás, en medio de ese balanceo de erráticos desempeños económicos que desde el centro capitalista amenazan a veces con aplastar a las modestas economías de los pequeños países periféricos (PPP), retomar la cuestión del comercio y del intercambio resulta ahora más que nunca un asunto crucial para las economías de los países del Sur, no sólo porque esa es una de las principales vías para impulsar la reactivación económica, sino además, por el hecho mismo de que la actual coyuntura histórica por la que atraviesa la economía mundial, realza nuevamente la tarea prioritaria de que regiones como América Latina y el Caribe (ALC), encuentren respuestas a preguntas urgentes tales como; ¿Qué producir? ¿A quién vender? ¿Cómo hacerlo?
A tono con lo anterior, y para dar continuidad a las secuencias presentadas en los cinco capítulos anteriores, todos ellos relacionados con estos dos grandes ejes íntimamente relacionados (rescate global del centro y respuestas autónomas de la periferia), se aborda ahora en esta sexta entrega, el importante aspecto del comercio y el intercambio y las principales formas en que se expresa bajo el patrón dominante de la relación desigual entre las economías del centro y las de la periferia.
Este capítulo está compuesto de tres partes; en la primera se realiza un análisis sintético (necesariamente breve y de conjunto), acerca del contexto histórico y general en el cual se han venido manifestando los principales mecanismos y lógicas de funcionamiento de las dinámicas, patrones y procesos de intercambio comercial, especialmente, entre las periferias latinoamericanas y los llamados países desarrollados del Norte, en particular, desenmarañando de manera sencilla, y a muy grandes rasgos, lo que ello a significado para la región a lo largo de la mayor parte del siglo XX e inicios del XXI.
En la segunda parte, se hace una análisis de lo que en este texto el autor ha denominado como “Factores Estructurales del Intercambio Desigual” (FEID), revisados aquí a la luz de la rigurosidad científica y conceptual de una parte del instrumental analítico de la economía política marxista, y para ello, he retomado algunos “tramos” de la ruta metodológica propuesta y aplicada por Janina Fernández, particularmente, en lo tocante a la aplicación creativa y no rígida de la ley del valor, partiendo de la formulación general y necesariamente abstracta en la que inicialmente Marx la planteara y desarrollara, especialmente en distintas secciones de los tomos I (sobre la esfera de la producción), el II (la de la circulación) y el III (la esfera de distribución), de su obra cumbre El Capital (“Ley del Valor e Intercambio Desigual”; J. Fernández; Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA, Costa Rica, 1983).
A mi entender, lo interesante de la rigurosidad científica y metodológica con la cual Fernández aplica el citado instrumental teórico del marxismo clásico (y por ende, menos vulgarizado y caricaturizado), se debe en parte, a que ella desde un inicio advierte las predecibles y lógicas insuficiencias que naturalmente muestran algunas de las herramientas abstractas y conceptuales formuladas inicialmente por Marx, al tener ellas un carácter universal muy común y normal en el nivel de las formulaciones axiomáticas de cualquier ciencia.
En consecuencia, al desarrollar ella su análisis de las dinámicas del comercio centroamericano y latinoamericano, y particularmente, en relación a la articulación comercial de ALC con sus respectivas contrapartes (los países industrializados del norte), no tiene mayor problema en reconocer (y compensar), con otros aportes teóricos puntuales y complementarios elaborados en su momento por teóricos como Sweezy, Emmanuel, Bortkiewicz, Dos Santos y otros, conscientes todos ellos, de la necesidad de ir refinando gradualmente estos valiosos instrumentos y categorías analíticas del pensamiento marxista clásico (se trata de hacer ciencia y no de hacer acólitos).
Tal y como se ha sostenido en diversos ámbitos que anteriormente se han ocupado de este asunto;
“Sería absurdo aplicar las descripciones y conclusiones de Marx relativas al capitalismo europeo del siglo XIX a los problemas de los países que hoy llamamos subdesarrollados. Y sería igualmente absurdo culpar a Marx por la esterilidad de tal empresa” (“La teoría del desarrollo en transición”: Magnus Blomström y Björn Hettne; Fondo de Cultura Económica; México, 1990, p. 42).
En parte, un ángulo de estas insuficiencias tienen que ver el hecho de que cuando Marx elaboró su teoría sobre la formación del valor, precio, salarios y tasa de ganancia (antes de 1873), todavía no se había consolidado plenamente el surgimiento de los carteles y trusts, y por ende, el capitalismo todavía no se había transformado en imperialismo.
Después de esa fecha (1873), ello parcialmente afectó la aplicación general de la conocida teoría del valor de Marx, en parte (hay varias razones de peso y esta es sólo una de ellas), por cuanto las nuevas condiciones en las cuales ahora el capitalismo, en especial, a partir de fines del siglo XIX y principios del XX, crea el valor y los precios (que a la postre, tasan o valúan con magnitud unitaria concreta todas las mercancías, incluyendo la mercancía “fuerza de trabajo”, que en el capitalismo adquiere la forma de salario), cambian sustancial y cualitativamente, pues a partir de entonces, la formación e incidencia de esos importantes factores estructurales de la producción y el intercambio capitalista, se lleva a cabo bajo condiciones de monopolio.
Siempre en relación a esta segunda parte del artículo, de manera sintética presento una serie de análisis y críticas realizados por la autora citada, en relación a conocidos planteamientos de la teoría neoclásica, los cuales somete a contraste directo con la evidencia empírica proporcionada por las estadísticas que ella emplea. Ese importante ejercicio lo complemento con el análisis comparativo de algunas macro-magnitudes de ciertas economías del centro y su relación con algunas de la periferia, siempre con el sentido de reforzar los planteamientos y conclusiones a los que Fernández llega en sus análisis.
Dado que el estudio citado de Fernández fue realizado a inicios de los años ochenta, los insumos estadísticos empleados por ella datan fundamentalmente del desempeño económico de ALC en los años 50s, 60s y 70, y provienen de fuentes oficiales de la CEPAL, Naciones Unidas, la OIT y la UNCTAD entre otras, y el sentido de presentarlos ahora aquí es para demostrar, como pese a las décadas transcurridas, con algunas variantes ciertos patrones de intercambio mantienen su pervivencia.
En mi caso, he utilizado cifras de un sólo año específico (2006), provenientes principalmente de la recopilación estadística presentada por The Economist en su edición anual del 2008, y con datos provenientes del “Anuario Latinoamericano 2009”, informe que anualmente elabora el Centro de Estudios Latinoamericanos (CESLA), adscrito a la Universidad Autónoma de Madrid, y el cual estudia el grado de integración de los mercados globales de un total de 11 países latinoamericanos, en base al análisis de 457 variables y más de 40 mil datos.
Finalmente, en la tercera parte, presento una serie de esquemas elaborados a modo de síntesis global, acompañados de varias conclusiones generales con carácter provisional.
Todo el artículo está atravesado por una interrogante que nos cuestiona permanentemente; ¿Existen actualmente condiciones mínimas objetivas para el desenganche parcial de ALC? ¿Estamos los latinoamericanos listos para pasar de la dependencia hacia la desconexión?
Ayudar a encontrar respuestas a tal tipo de interrogantes constituye el objetivo más general y abstracto de este artículo. No tenemos al momento mayores certezas de donde asirnos. Pero como usualmente sucede en los períodos iniciales de cualquier empresa de investigación científica, es probable que en estos momentos las preguntas sean más importes que las respuestas.
Por lo demás, el enfoque analítico empleado en este texto es necesariamente global, de conjunto. Aunque en diversas ocasiones se analizan casos de países específicos, no es posible aquí ahondar demasiado en ellos, ni siquiera en un pequeño grupo de ellos, pues ello desbordaría con creces los límites propios que la lógica y el sentido común recomiendan para un texto dirigido a un público amplio, y además, nos tomaría todavía mucho más espacio abusando sobremanera de la paciencia del lector.
Tampoco me he permitido incluir y reproducir aquí en su forma original, los cuadros estadísticos utilizados por Fernández, y en cuanto a los míos, opté por extraer datos selectivos de las tablas de los anuarios citados, a fin de poder hacer cruces interesantes entre diversidad de macro-magnitudes, variables e indicadores, y reforzar así los argumentos que sustentan la perspectiva de nuestro planteamiento central, en el sentido de la existencia (y pervivencia), de una dinámica y de un patrón de intercambio desigual claramente desventajoso para las economías de las llamadas áreas periféricas.
A manera de no resultar cansino en cuanto al uso de algunos términos y frases empleadas aquí con particular reiteración, el autor recurre al auxilio de diversas siglas, entre las cuales se encuentran las siguientes; sistema-mundo capitalista o sistema mundial capitalista (SMC), centros hegemónicos del capitalismo mundial (CHCM), América Latina y el Caribe (ALC), mercado mundial capitalista (MMC), formación de valor y precios (FVP), factores estructurales del intercambio desigual (FEID), nuevo orden económico internacional (NOEI), entre otras.
Parte primera:
Desarrollo desigual: una historia que se niega a capitular.
Durante varias décadas algunas personas bienpensantes (y otras no tan pensantes ni tan buenas), han sostenido que las demandas latinoamericanas por el establecimiento de un nuevo orden económico internacional (NOEI), son pura retórica.
Hoy, la presente crisis global del capitalismo mundial hace ver con gran facilidad lo urgente y necesario de tal demanda, a tal grado que hasta las propias potencias occidentales aliadas tradicionales de EEUU (la cabeza más visible y emblemática del SMC), hablan sin tapujos del “desenganche”.
Pero para el caso de ALC, las históricas demandas de “desenganche” son cosa de hace bastante tiempo atrás, y lo que actualmente está sucediendo con el capitalismo anglosajón, no hace sino reforzar la justificación por alcanzar un NOEI sobre la base de una mayor autonomía económica, comercial y financiera.
Por ello, es importante resaltar que en términos históricos, la evolución de las economías de ALC ha estado en gran medida supeditada a la evolución de las economías centrales, y aunque si bien es cierto que centro y periferia constituyen las dos caras de una misma e inseparable moneda, denominada mercado mundial capitalista (MMC), también es cierto que es posible (bajo ciertas condiciones específicas y especiales), alcanzar ciertos grados de desenganche parcial.
En tal sentido, y para decirlo metafóricamente, visto el MMC como si fuese una naranja, solamente la división horizontal hace dos pedazos o porciones con real distinción (centro y periferia), por cuanto es una división económica innegable, derivada de la posición de cada país en la división internacional del trabajo.
Como nos recuerda Fernández, el mercado mundial siempre ha sido uno, y por cierto, uno muy integrado, ha despecho de lo que sostenía Stalin (y algunos de sus seguidores), en el sentido de que la economía mundial estaba dividida en dos grandes mercados sin conexión alguna entre sí, citando para reforzar su argumento, una cita de Brezhnev:
“Dados los amplios vínculos económicos entre los países capitalistas y socialistas, los efectos nocivos de la crisis actual de Occidente también han repercutido en el mundo socialista…” (Fernández: 1983, p. 121).
Ahora que desapareció esa división horizontal (Este-Oeste), es mucho más fácil observar esta otra, de tipo vertical (Norte-Sur). Si el llamado MMC está dividido en dos grandes zonas económicas, es únicamente por razones históricas y sistémicas, y no representa ninguna invención “ideológica”, en el sentido peyorativo del término. Conviene recordar esto, precisamente hoy, que a raíz de la presente crisis planetaria, hablamos nuevamente con insistencia acerca de un NOEI y de un mayor “desenganche” para las economías de ALC (ver en la tercera parte, un esquema sobre la actual estructura global del mercado mundial, de donde se genera una polarización y lucha de clases a escala planetaria).
Resulta obvio entonces, que tanto el llamado “centro” de este sistema mundial (predominantemente industrializado y con elevados niveles de vida e ingresos), como la vasta región llamada periferia, forman dos polos de un mismo ente sistémico, que entran en plena interacción a través del mercado mundial.
La subalternidad que se le achaca a la periferia no deviene en absoluto de una supuesta inferioridad moral, racial o intelectual (sino más bien, deviene a partir de una situación sistémica de expolio y dependencia crónica), y se deriva del tipo de relación que históricamente se ha configurado entre estas dos regiones, forjada al calor de un par de siglos en los cuales los países centrales realizaron su acumulación primitiva (capitalización inicial en base a las riquezas y recursos expropiados a las poblaciones sometidas al colonizaje), y sobre la base de campañas mundiales de conquistas y colonizaciones en África, Asia y el continente americano.
Esas zonas que a raíz de tales hechos se “ensamblaron” e incorporaron en el SMC en condiciones de clara desventaja, convirtiéndose en virtud de ello en periferia, es decir, en zonas económicas y grupos de países que estructuralmente están articulados al mercado mundial de manera tal, que su función asignada les impide adquirir procesos y mecanismos autónomos de acumulación y reproducción autocentrada, eso en gran medida por participar dentro de un juego en cuyas reglas ellos no han sido tomados en cuenta.
A partir de ello, una de las características principales que dominan la dinámica y la lógica bajo la cual funciona y se despliega el SMC y el MMC, está constituida por lo que los teóricos de la dependencia desde hace mucho han denominado como “desarrollo desigual” (o “desarrollo desigual y combinado”), que no sólo impide que la periferia realice su acumulación autocentrada, sino además, le impone una situación de desfinanciación permanente, que obliga a estos países, muy a pesar a sus enormes riquezas, ha vivir del fiado y del endeudamiento constante y creciente.
En eso consiste el ciclo vicioso del subdesarrollo y que, de alguna manera, a nivel micro lo viven hoy en día muchas familias y personas en crisis; prestar para seguir endeudándose y viceversa.
Y si ahora estamos hablando de comercio e intercambio, es porque una de las formas más importantes por las cuales fluye, se funcionaliza, refuerza y reactualiza permanentemente tal dinámica perversa de desarrollo, es por que precisamente a través del comercio es que se establece uno de los principales mecanismos por medio de los cuales los PPP llevan a cabo la sostenida financiación de las economías del centro, a costa de su propia des-financiación.
Tal y como sostiene Fernández, al citar la definición elaborada por Jagdish Saigal, respecto al intercambio desigual, se expresa la idea de que los países periféricos inscritos al SMC están obligados a vender el producto de su trabajo (y su propio trabajo), en condiciones de desventaja, de desigualdad con el centro.
Y lo cita textualmente de la siguiente manera;
“…por intercambio desigual, queremos significar que las economías del centro están en condiciones de comprar los productos provenientes de los países menos desarrollados a precios bajos y venderles a estos últimos sus propios productos a precios elevados…resultando una transferencia oculta de una cantidad considerable de excedente de la periferia hacia las economías del centro por el canal del comercio internacional. El comercio entre las economías del centro y de la periferia es desigual, especialmente porque las relaciones de producción y de comercio en la economía mundial están dirigidas o dominadas por el modo de producción capitalista, y los niveles de salario real existentes en la periferia son comparativamente muy bajos” (Ibid, p. 58).
Por otra parte, la lógica, la dinamicidad y las consecuencias bajo las cuales se expresa el desarrollo desigual entre el centro y la periferia, no pueden comprenderse a cabalidad sin antes entender como operan los principales factores estructurales del intercambio desigual (FEID), elementos todos ellos que determinan en gran medida los mecanismos bajo los cuales este grave problema histórico y estructural gira, se sustenta y reproduce.
Antes de citar cuales son esos factores particulares primordiales que determinan el intercambio y el crecimiento desigual, es necesario atender a la enunciación de una premisa que a todas luces parece ser fundamental, y que se relaciona con lo que Emmanuel denomina como “la preeminencia de los valores mundiales”, y dado que estoy de acuerdo con la interpretación que al respecto proporciona Fernández, la cito aquí textualmente;
“Nuestra opinión es que el punto necesario de partida es el aporte de Emmanuel sobre la preeminencia de los valores mundiales, lo que significa que el capital no se desarrolla únicamente al interior de los estados nacionales, concebidos como espacios autónomos que mantienen relaciones comerciales y políticas entre sí, lo cual no permitiría hacer más la teoría del comercio exterior, sino comprender que en la época actual con la transnacionalización del capital monopolista, el Estado Nacional está realmente subordinado a los intereses de ese capital. Lo que debiera conducir a la exploración científica del nuevo carácter del Estado que se ha ido conformando y su correspondencia o no con las fracciones de capital local funcionales a la reproducción del capital internacional” (Ibid, p. 176-7).
Pasemos ahora a revisar rápidamente cuáles son estos factores estructurales que intervienen decisivamente en la dinámica del intercambio desigual (FEID), y algunas de las formas y mecanismos a través de las cuales operan, se expresan y reproducen.
Los factores estructurales del intercambio desigual (FEID)
Incidencia y principales formas de expresión
¿Qué son los FEID? ¿Cuáles son?, y además, ¿Por qué es importante hablar de ellos en relación al comercio internacional de ALC? La primera interrogante se justifica en la medida en la que permite aclarar que el término es una invención puramente convencional que me he permitido utilizar, el cual refleja ante todo la intención de agrupar en un mismo conglomerado de conceptos, a una serie de factores plenamente identificados por su elevada incidencia en la generación, despliegue y completamiento del circuito económico fundamental, a través del cual el sistema capitalista lleva a cabo sus procesos de reproducción y acumulación simple y ampliada.
En otras palabras, los FEID representan un cuerpo de elementos sistémicos y esenciales (o categorías analíticas y económicas para usar el argot clásico), a partir de los cuales se articula y genera la dinamicidad que da vida a la totalidad del circuito económico fundamental del capitalismo, por medio del cual este materializa sus fases principales de realización orgánica, a saber; la transformación del capital-mercancía en capital-dinero y, la transformación del capital-dinero en capital-financiero.
Son estas tres fases fundamentales del circuito orgánico del funcionamiento y reproducción del sistema capitalista, las que Marx analiza en su obra El Capital (un abultado conjunto mayor a los 60 capítulos distribuidos en tres volúmenes), en el cual se analizan los principales factores que intervienen en la producción de mercancías (tomo I), las características y mecanismos que determinan el fenómeno de la circulación (tomo II), y el estudio de las particularidades del intercambio en el ámbito de la distribución y del consumo (tomo III).
Como se sabe, el eje conceptual central a partir del cual el análisis marxista estudia a profundidad estas tres grandes fases de reproducción orgánica, a través de las cuales el capital lleva a cabo sus procesos esenciales de acumulación y reproducción simple y ampliada, está constituido por la llamada Teoría o Ley del Valor, la cual articula, entre otras, a las siguientes categorías analíticas; a) Formación de valor, precio y salario, b) intensidad y productividad del trabajo, c) cuota de plusvalía –absoluta y relativa-, d) tasa de ganancia, y, e) transferencia de la renta entre otras.
Como ya se mencionó anteriormente, estos conceptos y categorías fueron formuladas inicialmente por Marx en una forma bastante general y abstracta, y estructuradas por él con el propósito inicial de proporcionar un criterio de costo real, aplicable a todas las sociedades, y en segundo lugar, para establecer un teorema (la ley del valor), aplicable sólo a las sociedades productoras de mercancías (“Crítica de la democracia capitalista”; Stanley Moore; Siglo XXI, Argentina Editores, Buenos Aires, 1971, p. 70).
Ahora bien, como respuesta a la tercera pregunta (¿Por qué es importante hablar de ellos en relación al comercio internacional de ALC?), es dable mencionar que para el caso de las economías de nuestra región, la importancia del estudio de estos FEIDs o categorías económicas, radica precisamente en el hecho de que nos ayudan a comprender de una forma mas precisa, los mecanismos a través de los cuales se produce y amplía constantemente el pernicioso fenómeno del “deterioro de los términos de intercambio”, que como se sabe, constituye una de las principales vías a través de las cuales se expresa el intercambio desigual entre el centro y la periferia capitalista.
Fernández lo explica de la siguiente manera;
“Fundamentalmente el deterioro secular de la relación de intercambio es uno más de los mecanismos de acumulación internacional de capital. Efectivamente, es por el canal del comercio exterior que las economías periféricas transfieren a las economías del centro la riqueza que generan socialmente. Esto no significa percibir los fenómenos propios de la circulación como divorciados de las realidades de la producción, sino inquirir científicamente en qué medida y por que medios la economía de la periferia está subordinada y penetrada por el capital monopolista… Según datos de las Naciones Unidas, América Latina ha perdido entre 1960 y 1974: [la cantidad de] 25, 558 millones de dólares en términos de intercambio…” (Fernández, 1983, p. 12).
Como vemos, hay una succión de importantes recursos desde la periferia hacia el centro, y resulta de gran interés e importancia, analizar cuales son los roles, procesos y mecanismos que la interrelación de tales elementos sistémicos (FEIDs), ponen en marcha para que se produzca ese continuo drenaje.
Con pocas variantes y alteraciones sustanciales, estos patrones dominantes de intercambio desigual se han generado, mantenido, reproducido y consolidado en ALC a lo largo de todo el siglo XX e inicios del XXI, y su desmontaje analítico y sistemático a profundidad comenzó en nuestro medio desde hace más de cinco décadas (1953), con las críticas de varios científicos sociales latinoamericanos hacia la teoría neoclásica del comercio, críticas que fueron tomando forma y confluyendo en lo que se ha conocido como escuela de los dependentistas.
Como se sabe, el enfoque neoclásico del comercio sostenía como uno de sus argumentos centrales, que tanto los países del centro como los de la periferia capitalista se beneficiaban por igual del intercambio entre ellos producido dentro de la división internacional del trabajo, en la cual, los países avanzados producen e intercambian con la periferia productos y bienes industriales, mientras la periferia se dedica a la producción e intercambio de productos preponderantemente agrícolas, materias primas y otras mercancías con base valor agregado (Blömstrom y Hettne; 1990, p. 60).
Desde el punto de vista crítico que al respecto desplegaron tanto los dependentistas, marxistas y estructuralistas, uno de los efectos y resultados más perniciosos de tal tipo de división internacional del trabajo ha sido el deterioro creciente en los términos de intercambio, entendido este como la tendencia al alza constante en los precios de los productos industriales exportados por el centro hacia la periferia, mientras que, simultáneamente, en los países de reducida industrialización (PPP), se presentaba una tendencia opuesta, caracterizada por una tendencia a la baja constante en los precios de los productos (primarios, agrícolas) por ellos exportados (Ibid, pp. 60-61).
Para los críticos pertenecientes a las corrientes económicas arriba citadas, este hecho comprobado empíricamente está en abierta contradicción con el supuesto o premisa de la teoría neoclásica del comercio, según la cual, el incremento constante de la productividad lleva [ría] hacia un continuo descenso en los precios, y supuestamente una tendencia opuesta con el descenso de la productividad (Ibid, p. 60).
Según datos de Naciones Unidas, para el caso de ALC y demás naciones de la periferia, este mecanismo de intercambio, determinado por el deterioro en sus precios de exportación, representó solamente entre 1960 y 1974, un drenaje (pérdida) de US $ 25,558 millones de dólares (Fernández, 1983, p. 12).
Para la citada analista, tal fenómeno sólo es posible gracias al hecho de que en gran medida los países del centro establecen los precios de sus productos de exportación en condiciones de monopolio, razonamiento que hoy en día esgrimen a su favor los teóricos que pugnan por una mayor desconexión de las economías periféricas hacia los CHCM.
Ya en la década de los años sesenta, Oswaldo Sunkel, uno de los teóricos del ala más radical de los dependentistas que laboraban para la CEPAL en Chile, sostenía que el problema del análisis del desarrollo en Latinoamérica empezaba por emplear teorías convencionales de crecimiento y modernización, en donde las condiciones alcanzadas por los países del centro eran la meta (y el espejo), al cual debían enfilar sus objetivos de copia y repetición los países periféricos (Blömstrom y Hettne; 1990, p. 72).
En sentido opuesto a tal enfoque por él criticado, Sunkel argumentaba que el desarrollo, con todas sus características estructurales (bajo ingreso, tasa lenta de crecimiento, desequilibrio regional, desigualdad, desempleo, dependencia, monocultivo, marginación cultural, social, económica, política etc.), no eran otra cosa más que el resultado normal de una determinada y específica forma de inserción y articulación de los países de la periferia con (al) centro capitalista (Ibid, p. 72).
Revisado el subdesarrollo desde esta perspectiva, como una mera parte de un proceso histórico global de desarrollo del capitalismo, Sunkel completaba su idea con críticas dirigidas también hacia el análisis marxista y hacia las teorías de los estructuralistas, en particular, en contra de los llamados “efectos residuales del comercio internacional”.
Consideraba él que tanto la tesis marxista de la subordinación al imperialismo (bajo la forma de capitalismo monopólico transnacional), como las tesis de Gunnard Myrdal sobre el comercio internacional, eran correctas pero insuficientes, por cuanto realizaban un excesivo énfasis en los factores externos, y dejaba de lado el análisis de importantes aspectos estructurales al interior de las naciones periféricas (Ibid, p. 82).
Dicho en forma resumida y en una sola línea, el principal planteamiento de Sunkel en ese nivel específico de la problemática, era que existe una dinámica que determina la función total del sistema, y para él, la institución clave en esa dinámica global del SMC es la empresa transnacional, en un contexto dinámico dicotómico en el cual, la integración de esta al ámbito nacional produce una creciente desintegración a lo interno de las zonas periféricas donde penetra…desintegración tanto en términos de pérdida de autonomía económica, política, social y cultural (Ibid, p. 93).
Los FEDIs en condiciones de monopolio
De acuerdo con Fernández, el problema del intercambio desigual esta íntimamente ligado al proceso de expansión del capital transnacional sobre ALC, el cual, según ella, cuya en los últimos cien años se ha producido en tres grandes oleadas o momentos cruciales.
Fernández lo expresa de la siguiente manera;
“Nos referimos a la exportación de capitales desde sus orígenes hasta los años treinta, que corresponde a la inversión de capital monopolista motivado por la ganancia con énfasis en el control de recursos naturales agrícolas o minerales. Su carácter se ejemplifica en la United Fruit Co. en el banano, la Anaconda y la Kennecott en el cobre y la Cuban Suggar Co. en el azúcar .
Un segundo momento corresponde al desarrollo de la industria mediante el proceso de sustitución de importaciones. Para el caso, los monopolios estuvieron presentes desde el inicio, pero es durante las décadas del 50 al 60 que se insertan en gran escala captando los beneficios de los mercados integrados (el MCCA por ejemplo*], y absorbiendo en forma disolvente la incipiente industria local.
El tercer momento se inicia a mediados de la década de los sesenta con la empresa transnacional a través de la implantación de la modalidad matriz-filiales, y tiene como principal ventaja la apropiación de plusvalía relativa basada en la explotación de fuerza de trabajo altamente productiva y de bajo costo en relación con los centros, concomitantemente al uso de maquinaria tecnológicamente sofisticada o con algún grado de sofisticación. La producción en estas condiciones permite la elevación de la cuota de ganancia. Los productos así obtenidos se destinan preferentemente a la sustitución de exportaciones tradicionales o a la ampliación de la oferta exportable…” (Fernández, 1983, p. 39-40).
En base a este esquema histórico-contextual y marco específico de interpretación, la autora arriba citada lleva a cabo el riguroso análisis de un importante conjunto de FEIDs, entre los cuales podemos citar los siguientes; valor, precios, salarios, productividad, cuota de plusvalía, tasa de ganancia, formación de precios en mercados alternos (para el caso especial del comercio exterior de Cuba), y la transferencia de la renta (Ibid, Op cit).
El comercio exterior de Centroamérica y América Latina y el Caribe (1950-1977)
Algunos hallazgos generales:
Al analizar y comparar el crecimiento económico del PIB global de EEUU con el de ALC (Cuadro 1), se advierte de inmediato que entre 1950 y 1977, prácticamente Latinoamérica cuadruplicó su PIB, pasando de 60 millardos de dólares en 1950 a 255 en 1977, mientras que EEUU en ese mismo lapso alcanzó un PIB de 467 millardos de dólares en 1950, hasta alcanzar un rendimiento económico global de 1,221 millardos en 1977 (una triplicación de su PIB en referencia al año base de 1950).
Al comparar el PIB Per cápita de ambas regiones durante ese mismo período de diecisiete años, ambas zonas tuvieron un crecimiento muy similar, al estar muy cerca de la duplicación de sus respectivas tasas (EEUU pasó de US$ 3,073 dólares en 1950 a US$ a 5,649 dólares en 1977, mientras que ALC pasó de US $ 398 dólares en 1950 a US $ 798 dólares.
Pese a los anteriores ritmos de crecimiento económico latinoamericano, en términos absolutos el PIB Per cápita de esta región está más cerca al de los niveles africanos que al de EEUU. En palabras de Fernández, pese al indiscutible dinamismo que refleja el crecimiento económico de ALC, su desempeño está lejos de ser ubicado como capitalismo desarrollado (Ibid, p. 24).
En cuanto a la Inversión Extranjera Directa (IED), por parte de EEUU hacia ALC, puede apreciarse que los flujos de inversiones directas del país del norte hacia Latinoamérica (Cuadro 2), alcanzaron en el período entre 1950 y 1965 un monto total de 3.8 millardos, mientras que los ingresos que EEUU obtuvo como compensación reditual sobre esos mismos fondos que invirtió en nuestra región en ese mismo período, alcanzaron la suma de 11.3 millardos (Ibid, p. 27).
A esta cruda realidad Fernández le llama “cuantum de la expoliación”. Los números se encargan de derribar el necio mito de las inversiones extranjeras de las naciones del centro como supuesta palanca de apoyo a los países pobres. En este caso analizado, el saldo neto de ganancias que EEUU obtuvo en ese período con la inversión de sus 3.8 millardos fue de 7.5 millardos, es decir, prácticamente por cada dólar invertido en ALC los EEUU obtuvieron 3.
En relación a los cambios operados en la estructura del PIB de los países centroamericanos (se exceptúa aquí a Panamá y Belice), durante 1950 – 1977, se observa que de manera casi general y con la sola excepción de Honduras (Cuadro 3), en Centroamérica se produce una sensible disminución de la importancia del sector agropecuario (Ibid, p. 32).
En contraste con ello, y siempre durante el mismo lapso (e igualmente con la excepción de Honduras), se incrementó en todos cuatro países del área la importancia del sector de la industria manufacturera, siendo Costa Rica (que pasó del 10.4 % del PIB en 1950 al 18.4 % en 1977 y Nicaragua con el 10.6 % en 1950 al 19.1 % en 1977), los países en los cuales este sector obtuvo su mayores incrementos (Ibid, p. 32).
Por otro lado, y siempre en relación a las inversiones estadounidense en Centroamérica, la investigadora citada encontró que al menos en el período 1950 – 1968 (Cuadro 4), los mayores porcentajes de IED se concentraron en la ya mencionada industria manufacturera y en la exploración y explotación de petróleo (de una inversión de US $ 307 millardos en 1950 pasó a US $ 593 millardos en 1968) (Ibid, p. 33).
Los datos arriba citados son muy reveladores. Muestran en primer lugar, el inicio en Centroamérica de un acelerado proceso de “descampenización” y abandono de la pequeña y mediana agricultura de subsistencia y auto-consumo local, que durante mucho tiempo dio relativa seguridad alimentaria a miles de familias en la región.
Prueba de lo anterior (Cuadro 13), es que el monto total de las importaciones centroamericanas en materia de granos básicos (maíz, frijol y arroz), ascendieron de 4.1 millones de pesos centroamericanos en (y de) 1970, a un total de 26.9 millones (de PC) ya en el año 1978 (Ibid, p. 73).
Por otra parte, al observar esos datos de la composición del PIB de esos años, se constata lo que muchos analistas han señalado respecto al preponderante carácter industrializador del Mercado Común Centroamericano (MCCA), en detrimento del sector agrícola (ver por ejemplo; “La inversión extranjera en Centroamérica”; Xavier Gorostiaga et al; Educa, 1976; “Globalización y Comercio: Memoria del II Seminario de Relaciones Económicas México-Centroamérica”; CIDECA, Guatemala, 1999).
Se constata además, que durante ese período se produce con intensidad en estos países un fenómeno que Fernández y otros investigadores han denominado “redespliegue industrial”, cuya característica principal es la incorporación y participación de la industria norteamericana y europea al proceso centroamericano de sustitución de importaciones de esa época, re-localizando industrias del centro capitalista por la vía de casas matrices y filiales en C.A.
El inevitable resultado, según la autora citada, no es otro más que la captura de los beneficios de los mercados integrados de Centroamérica (aprovechando las ventajas del MCCA), y la “absorción en forma disolvente de la incipiente industria local (Ibid, p. 40).
Si lo vemos por el lado de las exportaciones a nivel de toda la región latinoamericana y el Caribe, durante el lapso de dos décadas completas (1955-1975), se observa el mismo fenómeno de “re-despliegue industrial” (Cuadro 6), con el cual, en ALC la participación del sector industrial en las exportaciones totales de la región pasó de un 3.1 % en 1955 a un 13.6 % en 1975, mostrando, prácticamente una cuadruplicación del crecimiento del sector industrial “latinoamericano” (Ibid, p. 41).
De alguna manera, este giro en el esquema productivo en ALC siguió los pasos recomendados por la corriente de los “dependentistas” de la CEPAL a lo largo de casi dos décadas completas (mediados de los cincuentas hasta fines de los sesentas). Empero, en la práctica, quien tomó el mayor control y beneficios del proceso industrializador fue el gran capital transnacional.
Emitiendo opinión al respecto, O. Martínez, citado por Fernández apunta lo siguiente;
“La re-localización de una parte de su producción [de las corporaciones transnacionales –N. del E.-], manteniendo las corrientes de productos dentro de su red de control internacional. Para el país receptor significa creación de filiales o sucursales, la realización de cierto volumen de inversión extranjera directa y la expansión de algunas exportaciones manufactureras, además del establecimiento de un sector de producción que se integra precariamente con el resto de la economía nacional –cuando existe subcontratación local de alguna parte de los insumos-, o que se aísla completamente de ella, actuando como un virtual enclave, cuando todos los insumos se importan” (Ibid, p. 42).
Dicho sea de paso, años después, según la perspectiva de Guerra-Borges, habría de cambiar la composición de la inversión extranjera directa hacia Latinoamérica (desde mediados de 1975 hasta fines de los años noventa), cuando el tipo de capital externo que llegó fue preponderantemente de tipo especulativo (sin ningún interés en la inversión directa), orientados principalmente al crédito con elevados intereses y con altísima rotación de corto plazo (“Guatemala; 60 años de historia económica”; Alfredo Guerra-Borges, PNUD, 2006).
Prosiguiendo con los hallazgos del estudio de Fernández, en relación a los indicadores de endeudamiento externo y el saldo del balance comercial, los resultados para Centroamérica en ese período fueron igualmente desalentadores (Cuadros 7 y 8). Durante los años de 1975 a 1980, casi todos los países centroamericanos duplicaron su deuda externa, siendo Honduras el caso más dramático, cuya deuda ascendió de US $ 347 millones de dólares en 1975 a la astronómica cifra de US $ 1,170 millones de dólares en 1980 (Ibid, p. 48).
Mientras el saldo negativo del balance comercial experimentó igualmente un ascenso en todos los países centroamericanos sin excepción alguna (lapso de 1974-1978), representando Costa Rica el caso más relevante, país cuyo saldo negativo pasó de -67 millones de dólares en 1970 a -252 en 1978, cuadruplicando su déficit en menos de una década (Ibid, p.44).
Ante estos datos puede hacerse una rápida lectura en términos de impacto social. Producto del abandono de la pequeña economía campesina centroamericana, se produce en esas décadas un creciente flujo migratorio de numerosas zonas rurales hacia las ciudades, provocando con ello una rápida urbanización sin industrialización, ya que la pequeña y mediana industria manufacturera también resulta afectada y no pudo absorber la nueva y creciente oferta laboral.
Ello a su vez se tradujo en un incremento del desempleo, aumento del déficit de vivienda, aumento de la presión sobre la demanda de servicios públicos básicos, y al llegar a mediados de los años setenta, se experimenta en casi toda el área centroamericana un intenso agitamiento social en torno a la lucha por incrementos salariales en la ciudad y en el campo.
En términos generales, la erupción de la crisis general del capitalismo focalizada en el vertiginoso auge de los precios del petróleo en los setentas, aunado a la desfinanciación y des-acumulación de las economías centroamericanas según lo muestran los datos ya citados, junto al cierre del “chorro” de crédito público fácil y barato en los mercados financieros, pavimenta las condiciones para que toda el área y el resto de naciones latinoamericanas acudan en auxilio (usurero) del FMI y el Banco Mundial, dinero que en efecto habría hacia de fluir hacia ALC pero bajo nuevas (y des-capitalizadoras) condiciones, “empaquetadas” en lo que durante los ochentas y noventas se conoció como “Programas de Ajuste Estructural” (PAE) o “re-estructuración neoliberal”.
Análisis de los FEIDs
Algunos hallazgos específicos en el estudio de Fernández;
A la luz de la presente crisis global del capitalismo mundial, resulta de gran importancia analizar algunos aspectos centrales del rol que juegan los factores estructurales del intercambio desigual, debido, en parte, al hecho de que es a través de su operación mediante el comercio internacional, la vía mediante la cual las economías de centro “succionan” el excedente producido por la periferia en desmedro de esta última.
Al igual que la crisis de la Gran Depresión de los años treinta, esta otra, la primera del siglo XXI, es igualmente una crisis de sobre-acumulación y de sobre-producción. En tales condiciones, las economías dominantes del capitalismo mundial sufren una drástica caída en sus tasas de ganancia, expresada en la trayectoria descendente en los promedios de crecimiento global registradas en las últimas décadas (3.5 % en los sesenta; 2.4 % en los setenta; 1.4 % en los ochenta; 1.1 % en los años noventa) (“La crisis capitalista y la respuesta política de la izquierda”; Walden Bello; Revista Sin Permiso; 2009).
No es casual entonces, tal y como mencionamos al inicio de este texto, que el primer ministro británico haya declarado la urgencia de reactivar cuanto antes el comercio internacional (según las pautas de la última Ronda de Doha), dado que es a través del intercambio externo (y por sobre todo, en condiciones de gran desigualdad para la periferia), como las economías del centro capitalista logran recuperar más rápidamente sus tasas de ganancia.
Por ello, resulta de particular importancia analizar algunos aspectos relativos a la forma como operan y se dinamizan estos FEIDs.
En el estudio de Fernández que hemos venido siguiendo como eje analítico a lo largo de este artículo, vemos que ella toma como guía metodológica para analizar estos factores o categorías económicas estructurales, la conocida ley del valor, que es el punto de partida metodológico del marxismo clásico para analizar el intercambio desigual.
Dicho en una forma muy breve y sencilla, en la teoría marxista del valor, “el precio de una mercancía está determinado por el mercado: un intercambio entre dos mercancías siempre se hace sobre la base de estos precios equivalentes. Por otra parte, una mercancía es también un valor “objetivo”. Con el fin de determinar este valor objetivo, Marx utilizó como sistema de referencia el número de horas trabajadas por la mano de obra. Ya que “precio” y “valor” tienen diferentes sistemas de referencia, no es necesario que coincidan. Por lo tanto, un intercambio de mercancías podía ser desigual en términos de valor, a pesar de que las mercancías tuviesen precios iguales, con lo cual se da lugar a una transferencia de valor” (M. Blomström y B. Hettne; 1990, p. 107).
Debido a que desde inicios del siglo XX hasta la fecha actual, el sistema capitalista está dominado por el capital monopolista transnacional, la primera tarea del investigador es analizar la forma preponderante en la cual este tipo de capitalismo obtiene los mayores beneficios.
De entrada sabemos que ello lo logran a través del incremento constante de sus niveles de competitividad. En tal sentido, Fernández identifica tres herramientas estratégicas con las que cuentan las economías centrales para alcanzar esa meta; 1) una mayor tasa de acumulación, 2) una elevación más rápida de la productividad, y 3) un desarrollo tecnológico y científico considerablemente mayor que en los países subdesarrollados (Ibid, p. 27).
En tal sentido, una preocupación constante que se manifiesta a lo largo del estudio de la autora citada, consiste en demostrar la inexactitud de la teoría neo-clásica del comercio internacional, en particular, respecto a la productividad, una de las herramientas más importantes que el capitalismo monopólico transnacional emplea constantemente.
La economía neoclásica estipula que los precios deben de moverse de manera inversa a las variaciones de la productividad. Es decir, mientras la trayectoria de la productividad sea ascendente, la de los precios (incluyendo el de los salarios, que en el capitalismo también son mercancía), debería ser descendente, y viceversa.
Pero como bien señala Fernández al respecto;
“…y resulta, a la luz de los intercambios reales, que las mercancías que se producen en el centro capitalista experimentan un encarecimiento relativo, pese al desarrollo más rápido de la productividad en esas áreas, y las mercancías producidas en la periferia experimentan un abaratamiento relativo, a pesar de que en ella la productividad se eleva más lentamente que en los países del centro. Este abaratamiento incluye a la fuerza de trabajo…”
Y concluye su argumento;
“Los bajos salarios son la clave para la elevación de la cuota de ganancia que crece a expensas del aumento de la cuota de plusvalía. Esto es particularmente cierto en la época actual para las mercancías producidas en la periferia por el capital transnacional” (Ibid, p. 59).
Este mecanismo totalmente contrario a lo que debería suceder, según las argumentaciones de la teoría económica neo-clásica, explica en gran parte, las causas subyacentes detrás del fenómeno del deterioro permanente y creciente en los términos de intercambio entre el centro y la periferia, en desmedro, por supuesto, de la segunda.
Pero además de la ampliación de la cuota de plusvalía (absoluta y relativa), por medio del descenso drástico de los salarios, hay otras vías por las cuales las economías del centro logran el aumento de la productividad y por ende, de sus cuotas de ganancia.
La deflactación de los costos de producción, de los procesos de circulación y de distribución de mercancías, bienes y servicios es otro recurso importante utilizado por el capital monopólico transnacional.
A continuación se presentan de manera esquemática algunos de estos mecanismos:
FEID ó
Categoría económica
Mecanismos empleados para su operacionalización en condiciones de ventaja para el capital monopólico transnacional y de primacía del mercado capitalista
Valor y Precios
-Manipulación de la estructura de costos de producción por la vía de;
a) Deslocalización industrial: traslado de una parte de la infraestructura productiva y operativa hacia zonas de la periferia (en forma de subsidiarias o filiales).
b) Utilización de materias primas de bajo costo.
c) Empleo de materias primas e insumos sintéticos.
d) Aprovechamiento de las ventajas de las zonas francas.
e) Aprobación y aplicación de cláusulas ventajosas específicas logradas en acuerdos y tratados comerciales (TLCs etc.).
f) Medidas proteccionistas disfrazadas o abiertas.
g) Establecimiento de cuotas de exportación restrictivas.
h) Subsidios abiertos o encubiertos a sus empresas.
i) Otros.
Elaboración propia con base en argumentos de Fernández (Op cit.).
FEID ó
Categoría económica
Mecanismos empleados para su operacionalización en condiciones de ventaja para el capital monopólico transnacional y de primacía del mercado capitalista
Salarios
a) Desconocimiento de tablas salariales oficiales en la periferia.
b) Desconocimiento de leyes laborales nacionales (derecho a sindicalización, prestaciones laborales básicas, etc.).
c) Flexibilización laboral.
d) Sub-contratación.
e) Intensificación y/o extensión de la jornada laboral.
f) Pago a destajo y otras medidas.
Elaboración propia con base en argumentos de Fernández (Op cit.).
FEID ó
Categoría económica
Mecanismos empleados para su operacionalización en condiciones de ventaja para el capital monopólico transnacional y de primacía del mercado capitalista
Transferencia
De la
Renta
a) Negación o pagos mínimos de la renta absoluta (Diferencial I y II), por el uso de recursos naturales pertenecientes al Estado nacional (o comunidades indígenas), tales como tierras, minerales, bosques, fuentes hídricas etc.
b) Ahorro sustancial de costos de operación por parte de las corporaciones transnacionales con el uso de empresas de transportes y de seguros de su propiedad (Fletes terrestres, compañías navieras etc.). Estas a su vez son utilizadas para extraer recursos adicionales de los exportadores locales, encareciendo los costos de estos y por ende, haciéndolos menos competitivos.
c) Puesta en marcha (en el centro y en los países periféricos donde operan), de procesos productivos con uso intensivo en tecnología, baja participación de fuerza de trabajo no calificada, y elaboración y comercialización de productos con elevado valor agregado.
d) Innovación tecnológica constante.
e) Elevada participación en registro de patentes.
f) Constantes descubrimientos científicos y técnicos.
g) Alta inversión en investigación científica en alianzas con universidades públicas y privadas.
h) Reciclaje cada vez más intenso y extenso de materiales e insumos utilizados en partes y piezas de autos, maquinaria y diverso tipo de aparatos electrónicos.
i) Otros.
Elaboración propia con base en argumentos de Fernández (Op cit.).
Si acordamos que V refleja valor; P los precios; S los salarios; y TR la transferencia de la renta; CP la cuota de plusvalía y CG tasa de ganancia, entonces podríamos representar la competitividad (C), con la siguiente fórmula básica;
C= V+P+S+TR+CP+TG
O de esta otra forma simplificada: TG= C
Por otro lado, además de los hallazgos particulares encontrados por Fernández en su estudio, descubrió el caso específico de Cuba dentro del CAME en los años sesenta y setenta, tiempo en el cual pudo gozar de cierto tratamiento especial para el establecimiento de precios en algunos de sus productos de intercambio a lo interior del mercado regional socialista.
En ese sentido, encontró que la economía dominante en el CAME acordó junto con la isla la estructuración de una tabla especial de precios deslizantes, en general, orientado a mejorar los precios y condiciones bajo las cuales Cuba vendía su azúcar.
De alguna manera la ex Unión Soviética subsidiaba una parte de esos precios del producto mencionado, pero eso en mi opinión era totalmente válido, dado que la formación de los precios (incluyendo los salarios) no es una variable independiente ni del mercado ni de factores geo-políticos y/o geo-estratégicos.
Lo mismo han venido haciendo la mayoría de gobiernos de economías del centro capitalista (principalmente Europa y EEUU), al subsidiar desde hace mucho tiempo a sus agricultores. Y lo mismo han hecho durante mucho tiempo muchos gobiernos latinoamericanos dando subsidios al azúcar de los empresarios criollos, al punto de que en ciertas épocas el precio de la libra de ese producto en el mercado local está por encima de lo que vale ese mismo producto y en esa misma cantidad en el extranjero.
Esa es una de las razones además, por las cuales se detuvieron en agosto del 2007 las discusiones sobre la llamada “Ronda de Doha”, al interior de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pues los gobiernos de las economías hegemónicas que dominan dicha entidad no ceden en sus inclinaciones políticas de sobre-proteger con subsidios, cuotas, tratamientos especiales, barreras proteccionistas y cuotas límites, a su agricultura, industria y a su gigantesco sector terciario (servicios) (“OMC: la parálisis pude ser creativa”: Humberto Mazzei; Este País; Guatemala, septiembre 2006, pp. 39-40).
No en vano el primer ministro británico acaba de pedir con carácter de urgencia, durante la más reciente reunión ministerial del G-20 en Londres, cita llevada a cabo a inicios de este mes de septiembre como mencioné al inicio, que se reactive de inmediato el alicaído comercio internacional en base a los acuerdos alcanzados al momento de interrumpirse las negociaciones.
En ese sentido, la mayoría de analistas coincide en que fue un error el iniciar con las negociaciones comerciales al interior de Doha en la OMC, cuando habían quedado muchas cosas pendientes de negociar (y sobre todo desequilibrios pendientes de revisar y enmendar a favor de las pequeñas economías periféricas), de anteriores e inconclusas negociaciones de la Ronda de Uruguay al interior del GATT en los 90s (“La resolución de la Ronda de Doha: su significado político y la especialización productiva de América del Sur”; Rafael Padula; Sociedad Global; htt://eumed.net/rev/sg/ol/rp.htm).
Otros analistas sostienen que tal y como quedaron las negociaciones de Doha al interrumpirse hace un par de años, se reafirmaba el esquema tradicional de división internacional del trabajo, donde la periferia es obligada a llevar a cabo el comercio e intercambio en condiciones de desigualdad y desventaja.
Análisis de Macro-magnitudes de dos casos específicos (datos año 2006)
CENTRO
Finlandia
PERIFERIA
México
Extensión territorial: 338,145 Kms.2
Extensión territorial: 1,972,545 Kms.2
Población: 5.2 millones de H.
Población: 107 millones de H.
PIB= 193 billones (miles de millones)
PIB: 768 billones (miles de millones)
PIB Per cápita= 37,150 (US$)
PIB Per cápita: 7,180 (US$)
Índice de Desarrollo Humano (IDH)= 94.7
Puesto No. 9
Índice de Desarrollo Humano (IDH)=82.1
Puesto No. 51
% de la Población incorporada a la PEA=
50.0 (Puesto 24 en Ranking global)
% de la Población incorporada a la PEA=
No aparece en lista de primeros 40 países.
Competitividad (Ranking)= 11
Competitividad (Ranking)= No figura en
Lista de primeros 44 países.
Participación de la Agricultura en el PIB
3.0 %
(US $ 5.3 billones aprox.)
Participación de la Agricultura en el PIB
3.8 %
(US $ 24 billones aprox.)
% de la PEA (Fuerza de trabajo) involucra-
da en la agricultura = 5 %
(125,000 personas aprox.)
% de la PEA (Fuerza de trabajo) involucra-
da en la agricultura = 5 %
(10 millones de personas aprox.)
Puesto en Listado países menos dependien-
tes de Agricultura (% del PIB)=
No figura.
Puesto en Listado países menos dependien-
tes de Agricultura (% del PIB)= 3.8
Puesto No. 32
Costo del empleo = 33.14 (US$) por hora.
(Uno de los más altos a nivel mundial).
Costo del empleo (X)= 1.5 (US$) por hora
(Maquila); el más bajo a nivel mundial.
Rendimiento Exportador- Ranking= 36
(0.66 % del PIB mundial)
Rendimiento Exportador- Ranking= 17
(1.6 % del PIB mundial)
País de destino al cual se dirigen mayores
Exportaciones= Rusia (11.0%)
País de destino al cual se dirigen mayores
Exportaciones = EEUU (85.7 %)
País de destino al cual se dirigen mayores
Importaciones = Alemania (14.9%)
País de destino al cual se dirigen mayores
Importaciones = EEUU (59.5%)
Remesas = No aparece en lista de 44 países
(No es relevante).
Remesas = Primer Receptor Mundial
(25 mil 38 millones dólares)
Gini= 31.8
Gini= 51.8
Elaboración propia en base a datos del Anuario Estadístico de The Economist (2008); la mayor parte de estas cifras pertenecen al año 2006.
*Los datos relativos a la PEA involucrada en la Agricultura son aproximativos en base a cálculos propios del autor, por lo que tienen carácter estimativo.
**Los datos referentes al costo del empleo por Hora tiene vigencia exclusiva como promedio en el sector de la Maquila mexicana, provienen de la investigadora mexicana de la UNAM Josefina Morales, y dado que tienen 6 años de antigüedad, es posible que hoy hayan cambiado (¡ojala hacia arriba!); Ver; “En maquiladoras de México y China, los salarios más bajos del mundo”; La jornada, 08 sept., 2002.
*** Los datos del Gini constituyen el promedio continental, por lo que es muy posible que en el caso de Finlandia este sea menor, y en el de México mayor. La fuente proviene de Narcís Serra, en; “Apuntes para la agenda de desarrollo en América Latina”; Fundación CIDOB, España, 2006.
Algunas observaciones puntuales:
La razón de comparar algunas de las macro-variables vitales de dos países tan distintos como Finlandia y México, obedece no tanto a la búsqueda de algún tipo de relación dependiente (de hecho, tienen muy poca interrelación), sino más bien, en primer lugar, a resaltar uno de los puntos centrales que a lo largo de este artículo se han venido desarrollando, como es, la crítica a la teoría neoclásica sobre la supuesta relación inversa entre competitividad y bajos precios (incluyendo el de los salarios).
En segundo lugar, decidí comparar a ambos países por ser cada uno de ellos un fiel reflejo y vitrina del resto de países componentes de su respectivo campo (Finlandia para Europa y México como botón de muestra de todos nuestros malestares latinoamericanos).
En los datos arriba presentados queda claramente de manifiesto que en un país perteneciente al centro del capitalismo, con una de las economías más competitivas del mundo, tiene igualmente uno de los costos salariales y PIB Per cápita igualmente más elevados del planeta.
De acuerdo a la teoría neoclásica (incluyendo su variante neo-liberal), México por ser un país de más baja competitividad que Finlandia, tendría que tener precios de sus mercancías (incluyendo la mercancía salario) muy altos, y en realidad ocurre todo lo contrario.
De hecho, a pesar de que México está muy por encima de Finlandia en cuanto rendimiento exportador (ostenta nada menos que el puesto mundial No. 17 mientras que Finlandia está muy lejos en el puesto 36), pese a ese dato impresionante, su PIB Per Cápita es tres veces menor que el de Finlandia, y el costo de sus salarios (al menos en el sector extremo de la maquila) es 36 veces menor que los sueldos promedios finlandeses.
Ello indica, entre otras cosas, que México es un país con un elevado crecimiento económico y baja productividad, es decir, ilustra perfectamente la situación de la mayoría de países latinoamericanos, en el sentido de que muestra como la economía nacional es altamente extrovertida, al extremo de que no se dinamiza y orienta en función de las necesidad de desarrollo interno, endógeno.
Lo dicho líneas arriba se comprueba fácilmente al ver todo esto por el lado del Gini. Como se sabe, ese importante indicador refleja el grado de desigualdad en la distribución de la riqueza que hay en un país. Se interpreta de tal forma que mientras más se acerca a O se está más cerca de la igualdad absoluta, y mientras más se eleva y acerca a 100 refleja la desigualdad absoluta.
Por ello, al ver el Gini de Finlandia no resulta extraño que este se acompañe con un ranking elevado en su Indice de Desarrollo Humano (94.7), muy por encima del de México.
Ello indica, entre otras cosas, que pese a que la economía finlandesa es tres veces más reducida que la mexicana (el PIB global del primero es de 193 billones y el del segundo es de 768), Finlandia invierte mucho dinero en educación, salud y en ingresos salariales, lo cual se ajusta precisamente a lo que indica su Gini.
Volviendo a la productividad, la enorme diferencia de sus niveles entre ambos países queda también manifiesta cuando se observan los rendimientos del sector exportador y la fuerza de trabajo en el involucrada.
Mientras que en México se involucran en la agricultura una fuerza de trabajo en un número aproximado a los 10 millones de personas para producir un total de 24 billones de dólares, en el caso finlandés únicamente 125 mil personas logran producir prácticamente una quinta parte de ese total (5.3 billones), lo que indica las enormes diferencias en la productividad en general y en la productividad agrícola en particular, diferenciación que tiene mucho que ver con el uso intensivo de tecnología e innovación.
Un par de observaciones finales sobre la agricultura y la maquila mexicana. De acuerdo con los datos respectivos, México a pasado a engrosar la lista de los países con menos dependencia agrícola, esto es, en términos de producción para la exportación, y al mismo tiempo, en los últimos años EEUU se ha convertido en un gran productor, que para el caso de los vegetales, ostenta el puesto No. 3 del ranking global (produjo 35,984 millones de toneladas en el 2006), solamente por debajo de China y la India.
Ello indica que a México el tratado de libre comercio (NAFTA) con EEUU lo ha convertido de antiguo productor y exportador de productos agrícolas a productor y exportador de ropa. A deja de ser el granero de EEUU para convertirse ahora en su “ropero”.
Por que hablando de la ropa y textiles, Fabiola Martínez reporta que México ha pasado a convertirse en el principal proveedor hacia Estados Unidos, exportando la astronómica suma de 9 mil millones únicamente en el año 2000 (“En maquiladoras de México y China, los salarios más bajos del mundo”; Jornada, 08 sept. 2009).
Según la misma fuente, las zonas francas de textiles (legales y un montón clandestinas que operan en diversas regiones empobrecidas de México), proveen de todo tipo de piezas y prendas de vestir y con excesivamente bajos costos totales de producción, a corporaciones internacionales tales como Nike, JC Penny, Tomy Hilfigger, Polo, Calvin Klein, Gap y otras (Ibid), con lo cual, se ilustra a la perfección, la forma de operar de una de las principales vías de transferencia del excedente desde la periferia hacia el centro del sistema, por intermediación del capital monopolista transnacional en contubernio con el Estado supuestamente nacional.
Para finalizar, en el siguiente cuadro ilustro de manera esquemática la participación de algunos FEIDs en el esquema global y dicotómico centro-periferia, previo a sacar algunas conclusiones provisionales y así dar por terminado este artículo.
Diferenciaciones y polarizaciones fundamentales
CENTRO
PERIFERIA
Dominio del Mercado Mundial
-Tamaño del PIB Global= 44,688 $ Bns.
-Tamaño del PIB G-7= 40.4 %
-Tamaño Ventas de las 41 Corporaciones
Más grandes del mundo= 5,479.6 billones $
(el doble del PIB de América Latina)
Tamaño del PIB de ALC= 4.5 %
(2,539bns. $)
Producción Agrícola
Elevada Participación en Productos Agrícolas y Pecuarios esenciales (trigo, cereales, carne, vegetales) =
EEUU/Canadá/Francia/Italia/Alemania
Tendencia a bajar su participación
(con excepción de Arroz, Cacao, Azúcar y Café).
Mayor Endeudamiento Externo
Hay varios países centrales.
Mayor Endeudamiento Externo –MEE-
Todos lo integrantes del BRIC están entre los ocho más endeudados de la periferia mundial (juntos en total deben
821.7 billones $).
Hay 10 países latinoamericanos en la lista de las cincuenta naciones con MEE (Brasil, México, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Uruguay y Cuba)
Recepción de Inversión Extranjera
Directa (IED)
-Dominan 9 de los 10 primeros lugares.
No aparece ningún país de esta esfera.
Investigación, Ciencia y Tecnología
-Dominan los 15 primeros lugares en uso y pertenencia de computadoras (por c/100ps).
-Dominan junto a economías emergentes los 30 primeros lugares por nivel de inversión anual en % a su PIB (2004).
Investigación, Ciencia y Tecnología
No aparece ningún país latinoamericano.
Brasil asoma en el puesto 31 con una inversión anual promedio equivalente a un 0.93 de su PIB (2004).
Patentes
-Dominan los 16 primeros lugares.
Patentes
-No aparece ningún país latinoamericano en los 19 primeros lugares.
Fuga de Cerebros
No aparece ningún país central en primeros lugares.
Fuga de Cerebros
Dominan los primeros 15 lugares los países periféricos.
Fuente: Elaboración propia con base a datos de The Economist (Anuario 2008).
Algunas consideraciones finales (a modo de conclusiones globales y provisionales):
En primer lugar, puede apreciarse que la aplicación dinámica de las principales categorías analíticas (FEIDs en este documento), que forman la ley marxista del valor, utilizadas en el contexto específico que se deriva de las condiciones imperantes en el mercado mundial bajo el dominio del capital monopolista internacional (bajo la forma de gran corporación), permite dilucidar las múltiples formas y mecanismos bajos los cuales se lleva a cabo la transferencia de excedente desde la periferia hacia el centro.
En segundo término, se puede comprobar de manera empírica la falacia e inexactitud de la teoría neo-clásica sobre la productividad y la formación tendencial de los precios.
En tercer lugar, el intercambio desigual es una condición sine quanon para que las economías del centro puedan aumentar sus tasas de ganancia y salir de esa manera, de sus crisis cíclicas.
En cuarto lugar, se hace evidente de que ante la ausencia de una teoría sobre el intercambio entre economías asimétricas, resulta de gran importancia analizar a profundidad los viejos y nuevos mecanismos a través de los cuales operan estos factores estructurales del intercambio desigual, con el fin de buscar la reducción de su impacto negativo sobre las economías periféricas.
En quinto lugar, relacionado con lo anterior, es importante continuar estudiando las posibilidades reales de construir mercados paralelos (como el de las tablas de precios deslizantes del caso cubano al interior del CAME), que permitan a los países latinoamericanos estructurar novedosos procesos de integración regional, con miras a lograr un mayor “desenganche” de las economías del centro.
En sexto lugar, se advierte además la profundización del carácter extrovertido de las pequeñas economías latinoamericanas, proceso en el cual se está acelerando la virtual des-agrarización y des-industrialización de región. Si se pudiera usar el caso mexicano para evaluar lo que está sucediendo en otras zonas de ALC, diríamos que quizás estas economías están en tránsito de concentrarse exclusivamente en el sector de servicios, un área en la cual también el gran capital transnacional ha penetrado bastante, con salarios y con condiciones de flexibilidad laboral cada vez más perniciosos.
Finalmente, pese a que por razones de método el énfasis llevado a cabo en este análisis está dado sobre el ámbito externo de las economías latinoamericanas, eso no significa que debamos minimizar o menos aún, invisibilizar el papel de los factores y estructuras internas. Detrás del intercambio desigual que padecemos hay en la mayoría de países latinoamericanos una triple alianza entre oligarquía criolla, Estados “nacionales” y corporaciones transnacionales, que permite que este tipo desventajoso de intercambio se lleve a cabo. Ese es el aspecto político del comercio exterior que no se debe descuidar.