Por Nicolás Le Brun
Dos de las superpotencias imperialistas del siglo XXI se encontraron en Múnich para llegar a un acuerdo, para según ellos, alcanzar un alto al fuego en Siria. El conflicto sirio que hasta la época y de acuerdo a cifras oficiales ha alcanzado cerca de doscientos sesenta mil muertos y las cifras no dejan de aumentar. A parte de las bajas civiles, se suma el drama humanitario de los cientos de miles de refugiados que salen cotidianamente del país y que luego de tortuosas rutas controladas por mafias, logran llegar a una Europa que pone cada vez más trabas para su llegada.
Pero lo urgente para el imperialismo es de tratar de apagar el fuego de este conflicto que provoca una situación de crisis en el conjunto del área. Esta área que representa casi la mitad de las reservas de petróleo mundial y por donde transitan el grueso de los millones de barriles que se utilizan diariamente en los cuatro rincones del planeta.
La conferencia anual de seguridad de Múnich
El imperialismo en los albores de la denominada guerra fría precisamente en el año 1963, instituyó esta conferencia anual en Múnich para evaluar la situación de la seguridad a nivel mundial. En un principio los participantes eran casi exclusivamente los miembros de la OTAN, luego de la caída del muro, otros países de Europa Central fueron admitidos y en la actualidad, ciertos países denominados por la burguesía como “emergentes” han ganado su lugar en esta conferencia. Desde hace unos cinco años con la explosión de la primavera árabe, representantes de estos países también han sido admitidos.
En el marco de esta conferencia se llevaron a cabo las negociaciones entre las dos grandes potencias que se enfrentan en el marco de la guerra civil en Siria. Luego de la caída y desaparición de los estados obreros y el posterior control de la estructura económica de estos países por el imperialismo y la burocracia estalinista transformada en burguesía, Rusia volvió a estar presente en estas conferencias.
En un artículo anterior se analizaba la entrada de la aviación rusa como un factor para empujar las negociaciones a un marco más equilibrado, desde el punto de vista ruso y poder aumentar su relación de fuerza en el conflicto. Desde la entrada en acción de la aviación rusa, las tropas de Al Assad han ganado terreno, principalmente por los bombardeos estratégicos que han permitido cortar el aprovisionamiento de pertrechos para los combatientes de Ejercito Libre Sirio y de otras fracciones sunitas apoyadas por Turquía. En el momento de escribir este artículo se encuentran en una posición de retomar el bastión de la oposición, Alepo. Este giro en la relación de fuerzas ha puesto de nuevo en la arena política al gobierno y esto le ha sacado provecho Putin para inclinar un poco la balanza.
Las negociaciones llevadas a cabo en Múnich, principalmente entre John Kerry, secretario de Estado del gobierno yanqui y Sergei Lavrov, ministro ruso de asuntos extranjeros, llegaron a pactar un “cese de hostilidades” en Siria. Este acuerdo logrado el 12 de febrero en el marco de 52 conferencia no ha surtido efecto. De hecho este acuerdo debería entrar en vigor el 19 de febrero, sin embargo el ritmo de las operaciones parece intensificarse lejos de atenuarse.
Este cese de hostilidades se encuentra lejos de concretizarse. La multiplicidad de interventores en el terreno, los conflictos étnicos como el de los kurdos, el conflicto entre las potencias del eje sunita (Arabia Saudita, Turquía, Kuwait) contra las potencias del eje chií (El gobierno de el Assad, Irán, el Hezbolah en el Líbano) además la entrada en acción del Estado Islámico en Libia hacen que el equilibrio se vuelva cada vez más precario y más difícil para el imperialismo de mantener el control y velar por sus intereses.
La estructura de los países del golfo hace que se encuentren diseminadas poblaciones de diferentes confesiones, siendo en la mayoría de los casos los sunitas la población mayoritaria. Este sectarismo religioso que ha permitido la aparición de grupos parias como el Estado Islámico, que reivindican esta corriente del islam, no son que manifestaciones de la descomposición de los estados nacionales impuestos por el imperialismo en el último siglo. Esta situación es de vital importancia, ya que de crecer esta dinámica a su máximo exponente, el estallido de los estados aliados de los Estados Unidos y las potencias occidentales podría ser una posibilidad que los pondría en mayor dificultad.
Solo para tener una idea de la situación, las poblaciones de origen chií representan en Arabia Saudita entre un 12 a un 20 por ciento. Pero las mayores reservas y la más grande cantidad del tráfico de petróleo transita por sus territorios; De ahí la importancia para los saudíes de dar un golpe de fuerza para mantener el control en la península. Una crisis militar o política de mayor envergadura, podría hacer que los precios del petróleo se fueran por las nubes. La producción de Arabia Saudita equivale a unos 103,3 millones de barriles al día. Si esta producción se detuviera por varios días, el precio podría llegar a los 200 dólares o más. (TheDaily Telegraph 4/01/2016).
El actual curso de los precios del crudo ha hecho que la monarquía wahabita haya anunciado importantes recortes en los gastos del reino, un plan de austeridad.
La reaparición del “bombero loco”?
El levantamiento de sanciones a Irán luego del acuerdo nuclear con las potencias occidentales han creado la ilusión que una posibilidad para llegar a un acuerdo en Siria podría ser posible, debido al apoyo incondicional del régimen de los Ayatolas al régimen sirio. Sin embargo, la entrada de los rusos en el campo de batalla, precipitaron la participación también de los turcos en teatro de operaciones. Para ponerle todavía más combustible a la hoguera, el conflicto en el Yemen enfrenta también saudíes e iraníes. Las amenazas de los primeros de intervenir directamente con tropas en Siria hacen que las perspectivas de lograr el cese al fuego no sean tan realistas. Hay que recordar las escaramuzas fronterizas entre los turcos y los rusos que avivan la intensidad del conflicto. Sin embargo la OTAN ha sido clara al decir que no necesariamente tendría que intervenir en el caso de un conflicto ruso-otomano (The Dialy Mail, 20 de febrero de 2016). el artículo 5 del tratado establece que en caso de agresión a un país miembro, este sería apoyado por los otros países miembros. Este distanciamiento de la diplomacia europea pone en evidencia la fragilidad de su situación pero también de las consecuencias todo nivel, sobre todo la intensificación del flujo de refugiados que podría suceder.
Por eso los riesgos por el momento son compartidos por las dos potencias, en el marco de este acuerdo John Kerry ha declarado “ Es esencial que Rusia cambie los objetivos. Nosotros determinaremos lo que debe ser alcanzado y lo que no…porque es evidente que, si los que están dispuestos a participar en el proceso político son bombardeados, las conversaciones estarían limitadas. (Rusia Today, 13 de febrero de 2016).
A pesar del discurso evocando una nueva guerra fría, el número dos del régimen ruso, Medvev, declaró en su discurso durante esta conferencia que “ Debemos preservar a Siria como un estado unido y evitar su disolución… el mundo no podría sobrevivir otra Libia, Yemen o Afganistán. Las consecuencias de este escenario serian catastróficas para el Oriente Medio. La implementación de estas medidas deben ser conducidas por Rusia y los Estados Unidos. Quiero hacer énfasis en que la clave es el trabajo diario de los militares de Rusia y Estados Unidos. Hablo de un trabajo regular …trabajo diario, el trabajo de todos los días” (Voltaire Network 13 de febrero de 2016)
Como se puede ver después de estas declaraciones es que los objetivos estratégicos de ambos es re establecer el statu quo en la zona. Como también habíamos anotado en un artículo precedente, la derrota de la primavera árabe es fundamental para el imperialismo. El re establecimiento del régimen militar en Egipto y los esfuerzos de los yanquis para hacerse de un lugar en Libia también apuntan a eso. En el caso de este último país, la presencia de fuerzas especiales gringas en el terreno desde el 2015 cuando menos. Lo mismo pasa con otros grupos militares de las potencias europeas que tratan de impedir que el Estado Islámico tome el control de los pozos petroleros.
Una política de clase
Los socialistas revolucionarios rechazamos los acuerdos de Múnich porque conducen al pueblo sirio por el camino del matadero. El pacto que se avecina con el régimen sanguinario de Bacher El Assad para salvar al régimen demuestra una vez mas que la burguesía no escatima nada para mantener a los aliados fieles mientras puedan servir a sus intereses. No es casual que la mayor parte de los bombardeos tengan como objetivo las ciudades controladas por las fuerzas “laicas” que combaten a Al Assad.
Las masas insurgentes en el Medio Oriente tienen una labor fundamental, la construcción de un partido revolucionario que esté por encima de todas estas diferencias étnicas, que se dé la tarea de derrotar por la vía de la insurrección a las monarquías sanguinarias, a los ayatolas y a todas las variantes de estos que reivindican la opresión religiosa como elemento aglutinador.
El bloqueo de los países occidentales a Rusia luego de la crisis en Ucrania también forma parte de las tensiones que tratan de limar en medio de esta conferencia, a pesar de estas, la posibilidad de encontrar acuerdos en algunos aspectos no es imposible sobre todo cuando importantes reservas energéticas están en juego.