Por Nicolás Lebrun
La tensión entre los Estados Unidos e Irán no es nueva desde que a finales de los años 70, el régimen dictatorial impuesto por ellos, fue derrumbado por una revolución conducida por los ayatolas.
No más recién nacido el nuevo régimen chiita, el imperialismo armó a su rival sunita representado por el gobierno del dictador Hussein (derrocado por la intervención yanqui del 2003) y condujo a una sangrienta guerra de ocho años entre esos dos países que costó la vida a millares de personas.
Pero el cerco contra el régimen de Teherán no acabó. Una serie de embargos decretados por los diferentes grupos imperialistas, Estados Unidos, la ONU, la Unión Europea en diferentes décadas y con motivos varios no lograron por el momento derrocar al gobierno fundamentalista. Parte de la explicación reside que a pesar de contar con una población cercana al 1% del planeta, el país posee cerca del % de las reservas naturales energéticas del planeta, dentro de estas se encuentran el 11% de las petroleras (www.cairn.info 2011)
Por otro lado, el frágil equilibrio en que se encuentra la región desde la época en que ese rincón del planeta empezó a ser el centro neurálgico de la energía necesaria para los países de la metrópoli. Luego de la primera guerra mundial, las potencias vencedoras se repartieron los restos del imperio Otomán, perdedor del conflicto. Los británicos y los franceses fundamentalmente, afilaron la punta a sus lápices y trazaron las fronteras de los protectorados que luego de la expulsión de estos últimos, se convirtieron en países independientes. Esa independencia fue para las burguesías locales la forma de caer en los brazos de los nuevos amos del planeta, los Estados Unidos, vencedor de la segunda guerra planetaria.
Sin embargo, en esta nueva repartición las cosas no fueron duales, blanco y negro. La entrada en escena del estado sionista de Israel, creó la oposición de ciertos países del área que protagonizaron varios conflictos armados. El enclave imperialista que representa el estado de Israel, sirvió a los yanquis para acrecentar su influencia en el terreno dominado hasta entonces por las potencias europeas.
Pero esta situación tomó un nuevo giro como indicamos arriba con el derrocamiento via la invasión militar yanqui y de los británicos para derrocar al gobierno de Sadam Husein. Esta intervención abrió las puertas a toda una serie de contradicciones mantenidas por la camisa de fuerza de la dictadura durante décadas. La aparición del Estado Islámico, luego de que las fuerzas de intervención decretaran el fin de la organización terrorista liderada por Ossama Bin Laden, Al Qaeda, motivo de la intervención luego de los atentados del 11 de septiembre.
Un “nuevo” actor entra en escena
Desde la Antigüedad los chinos y los persas han tejido lazos económicos debido a la existencia de la Ruta de la Seda. Ya en la presente época, la China e Irán establecen relaciones diplomáticas a partir de 1971, las cuales se fueron acrecentando a lo largo del tiempo. Estos intercambios crecieron principalmente en el campo económico, energético, en la seguridad y político.
Hace una década los intercambios comerciales entre ambos países habían aumentado fuertemente. El monto de las transacciones comerciales pasó de 400 millones en 1994 a 29 millardos de dólares en 2008. Al mismo tiempo China es el principal socio comercial en Asia y el tercero a nivel mundial de los iraníes. El intercambio no solo se produce a nivel de los hidrocarburos, si no como en otros países del mundo, los chinos han venido con un agresivo plan de inversiones en sectores como el transporte y la infraestructura. (op cit)
La dependencia del petróleo iraní es muy fuerte. Las sanciones anunciadas por Trump no han surtido todo el efecto esperado. Según fuentes periodísticas, un super tanquero llevó un gran cargamento iraní hacia China desafiando la prohibición puesta en vigencia desde el primero de mayo de este año.
Pero la cooperación y los intereses van mucho mas allá. Según el gobierno de los Estados Unidos, los chinos están detrás del mejoramiento de las armas balísticas iraníes. Esta cooperación de larga data ha sido sancionada de manera reciente por la administración Trump, que en la escalada de la guerra comercial con China apunta a este objetivo.
En el mes de mayo, la actual administración de la Casa Blanca, anunciaba a la manera de los cowboy que un ciudadano chino “había proporcionado a Irán una gran cantidad de materiales requeridos para la fabricación de misiles balísticos , todo los componentes para sistema ultra precisos de guía y control hasta los materias primas necesarias para producir el combustible de los misiles” (www.newsweek.com 22/05/2019) Todo este anuncio se producía bajo una lluvia de amenazas sobre las consecuencia si no entregaban a este traficante de armas.
El otro aspecto es el acuerdo nuclear iraní, el cual fue revocado por el gobierno norteamericano. Cabe recordar que la administración Obama había logrado este acuerdo donde los iraníes se comprometían a no desarrollar el arma nuclear. Desde la campaña electoral pasada, Trump venía promulgando la salida de los Estados Unidos de diferentes acuerdos internacionales, que parecer de los halcones de Washington, comprometían los intereses del país.
La salida del acuerdo nuclear iba en varios sentidos. Por un lado, el programa nuclear iraní es una amenaza para los intereses yanquis en la zona y principalmente para Israel. Hasta el momento los sionistas son los únicos en el área en tener acceso a la tecnología militar atómica. En el contexto de los conflictos que se dan en la región, aparte del apoyo del gobierno iraní al régimen de Al Assad, el frente de guerra se extiende también en Yemen, donde las fuerzas saudíes se enfrentan a las milicias sostenidas por Teherán. El control de la zona no es solo por motivos sectarios, es esta la zona de paso de la mayor parte del petróleo que se consume en los países industrializados.
Por otro lado, el papel cada vez más preponderante que tiene China en el área hace que los Estados Unidos utilice todas las cartas para contrarrestarla.
Esto se inscribe dentro de una nueva de correlación de fuerzas en el área y a nivel mundial.
Durante la guerra civil en Siria, los aliados del régimen de Damasco han sido los ayatolas iraníes, el imperialismo ruso, las milicias del Hezbollah fundamentalmente. El apoyo abierto del gobierno de Putin al gobierno del asesino de Al Assad ha sido muy importante para el aplastamiento militar de la oposición que se ha visto disminuida a su mas exigua expresión. Pero detrás de todos estos, los intereses chinos están también en juego. Las inversiones en el área, además de los aspectos energéticos y políticos hacen que el imperialismo chino mueva sus fichas. Según Kamal Alam, un analista militar sirio “Siria puede ser un centro logístico para Cina. Esta historia es la clave para obtener la estabilidad en Levante, lo que significa que debe integrar el plan de China en la región. Del punto de vista de la seguridad, si Siria no es segura, las inversiones chinas en la región tampoco lo serán” (Newsweek 19/1/2018) Durante el periodo que va entre 2006 y 2010 (antes de estallar el conflicto) los chinos estuvieron entre los cinco mayores proveedores de armas al régimen sirio. Pero no solamente se han contentado con aprovisionar al Al Assad. Han sido uno de los principales vendedores de armas de Arabia Saudita, las cuales han sido usadas por grupos rebeldes sirios y el Estado Islámico. Cerca del 40% de las armas usadas por este ultimo grupo son de proveniencia china.
En todo este tiempo, la política de “no injerencia” en los asuntos “internos” de Siria levantada por el gobierno de Pekín, ha sido un gran espaldarazo al dictador. Todo esto en el mismo sentido de afianzar su posición en la región y consolidar sus aliados.
La temperatura sube en el golfo
Los imperialistas no saben dirimir sus diferencias fundamentales por otra vía que la guerra. La misma lógica que aplican las maras y todo tipo de pandillas a lo largo y ancho de nuestro continente es la que aplican estos bandidos imperialistas.
Las amenazas de intervención pueden pasar, pero son una advertencia para los otros países que se posicionan en el área. El interés de Washington de acabar con el régimen de Teherán no pasa. La entrada en el tablero de China hace que este objetivo se complique para los yanquis. Las bases yanquis en el golfo son muy importantes. Estas están localizadas en Bahrein, Kuwait y Qatar que es la sede regional del Comando Central. La venta de armamentos estadounidenses en la región no cesa. El acuerdo entre Trump y la monarquía saudí por casi 400 millardos de dólares en el 2017 lo deja en evidencia. Durante este tiempo, los Estados Unidos no han cesado de vender armas a este país (últimamente por 8 millardos de dólares), invocando “la agresión iraní” y como lo define el secretario de Estado Mike Pompeo que Arabia Saudita es una “piedra angular” de la “estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos” (Le Point 25/05/2019)
El lanzamiento de la campaña electoral en los Estados Unidos también pesa en este asunto. La imagen de Trump como presidente fuerte sigue siendo fundamental. Pero esto no impide que la situación pueda desbocarse en un pequeño conflicto o escaramuza como una señal de los conflictos por venir.
Para los socialistas revolucionarios que no confiamos en las instancias y organismos de la burguesía como la ONU, sabemos que el capitalismo nos lleva actualmente a la guerra.
Es nuestro deber alertar y no hacer falsas expectativas en soluciones milagrosas. La derrota revolucionaria del imperialismo en los países centrales sigue siendo de importancia capital y dentro de ellos el régimen del nuevo emperador chino.