Por Nicolas Lebrun
El pasado 15 de setiembre se firmó un acuerdo presentado por la administración Trump como un acuerdo de paz entre los Emiratos Árabes Unidos –Bahréin e Israel. Cabe notar en primer lugar que estos acuerdos no pueden ser denominados de paz, puesto que no existe ni ha existido un conflicto declarado entre los países signatarios. Este detalle sin embargo no le quita los efectos nefastos que recaen sobre el pueblo palestino y la aspiración histórica de recuperar su territorio desmantelado por la ocupación sionista sostenida por los Estados Unidos en todos sus ámbitos, sean económicos como políticos y militares.
El enclave sionista en el Medio Oriente vino a cambiar las relaciones de fuerzas entre las viejas potencias imperialistas europeas que poco a poco fueron perdiendo ( y lo siguen haciendo) su influencia en sus viejas colonias y protectorados. Este vacío no duraría mucho tiempo, ya que los yanquis estaban listos a suplir en materiales militares, tropas y acuerdos económicos a las monarquías de la península Arabe, asi como el resto de los países del área.
Un acuerdo (más) contra revolucionario
Lo más temido por las burguesías del Medio Oriente y las potencias imperialistas es el resurgimiento de una nueva intifada como la de fines de los años 80 que vuelva a poner contra las cuerdas al estado sionista. Un triunfo de las masas palestinas contra el estado de Israel, supondría un efecto multiplicador que socavaría las bases de todos los estados del Medio Oriente, pero podría ir todavía más allá y abarcar los países del Magreb, la misma Turquía y por qué no la república islámica de Irán.
Es por esto que un cerco militar, político, económico y diplomático se ha ido tejiendo a lo largo de los últimos años, con el fin de reventar al pueblo palestino en todos los frentes. Los acuerdos de Oslo no han sido más que un espejismo y la solución a dos estados no ha sido más que el sumun de la distopía reaccionaria.
Durante todo este tiempo, los diferentes gobiernos sionistas no han cesado de construir asentamientos de colonos en los territorios ocupados violando todas las resoluciones emitidas por las Naciones Unidas. Todas las condenas al estado sionista no han sido que palabras que se las lleva el viento puesto que no hay ninguna fuerza detrás con capacidad de imponerlas. El enclave sionista está bien respaldado por su creador, el cual no ha permitido que nadie toque a su creación.
LA derrota de la primavera árabe, la gran movilización de masas que puso en jaque a casi todos los gobiernos del norte de África y supuso la caída de regímenes como el de Ben Ali en Túnez, que fue la campanada de inicio. El polvorín se fue esparciendo, provocando también la caída de Mubarak en Egipto, luego de enormes movilizaciones reprimidas a sangre y fuego por el régimen, así como el desmantelamiento del estado libio luego de la caída estrepitosa de Gadafi. La guerra civil en Siria ha sido el punto más álgido de este proceso y que hasta el momento el signo de la derrota de las masas producto de la más brutal represión del gobierno de El Assad y sus aliados han impedido el triunfo.
Esta primavera también tocó el a las monarquías de la península en mayor y menor medidas. Todos estos regímenes se basan en modelos autocráticos con pocas libertades democráticas. Concretamente en los EAU esto se presenta de la siguiente manera:
“El derecho a voto está muy restringido en Emiratos: solo algo más de 300.000 ciudadanos puede votar. Los votantes son seleccionados representativamente por el Comité Electoral Nacional siguiendo parámetros de edad, sexo, formación o comarca. Las primeras elecciones se celebraron en 2006, en las que solo se permitió la participación de 6.000 hombres y mujeres. Desde entonces, el censo ha ido ampliándose a 130.000 en 2011 y a los actuales 300.000 en 2019. 180 mujeres llegaron a presentarse a las urnas ese año, en las últimas votaciones, aunque solo siete han llegado a formar parte del Consejo Nacional Federal. “ (elordenmundial.com)
Esto no los ha dejado inmunes a la ola de movilizaciones y de los conflictos militares como el que se lleva a cabo en Yemen. Los EAU, potencia militar en crecimiento, ha jugado un papel preponderante.
“Emiratos Árabes Unidos ha utilizado sus bien equipadas fuerzas armadas en Libia y Yemen. Pero su enemigo potencial más serio es Irán, justo al otro lado del Golfo.
Las bases aéreas locales de Israel están a un largo vuelo de Irán. Los Emiratos están al otro lado de las aguas del Golfo. Eso sería muy significativo si se volviera a hablar de ataques aéreos contra las instalaciones nucleares de Irán.” www.bbc.com
Esta fuerza militar ha sido posible gracias a la cooperación con el gobierno de los Estados Unidos, cooperación que se extiende desde la salida de los ingleses en 1971.
“Tras su independencia, Emiratos pronto se convirtió en un estrecho aliado de EE. UU., que mantiene unos 5.000 soldados desplegados en el país, entre el puerto de Jabel Ali, próximo a Dubái, la base aérea de Al Zafra y la base naval de Fuyaira. Bajo la Administración Trump, las relaciones entre Emiratos y Estados Unidos se han reforzado, dado que ambos rechazan el ascenso regional de Irán y están preocupados por la estabilidad del golfo Pérsico.” (elordenmundial.com)
El acuerdo que según la diplomacia emiratí representa un gran avance porque detiene los asentamientos en las zonas ocupadas no es más que un atolillo con el dedo. Casi inmediatamente el anuncio del acuerdo, el presidente del estado sionista, Benjamín Netanyahu salió al paso de lo declarado por el ministro de relaciones exteriores del emirato, Anwar Gargash, con respecto al fin de la construcción de nuevos asentamientos, precisando que solo es una “posposición”
Este acuerdo es un retroceso incluso con respecto a las declaraciones anteriores de los países árabes.
“El acuerdo significa el principio del fin de las viejas premisas de la cumbre árabe de Kartum del 1 de septiembre de 1967, que había dado lugar a la resolución que enmarco sus tres No históricos (“no” al dialogo con Israel, “no” a su reconocimiento y “no” a la paz con el estado judío). Sin embargo, los parámetros actuales que permitieron arribar al acuerdo se fundaron en una iniciativa árabe de paz incluyendo en las nuevas relaciones con Israel una solución que dé lugar al proyecto demorado por mucho tiempo de dos estados con los palestinos. “ www.infobae.com
La última declaración del 2002 mantenía el espíritu de la anterior. El viraje que han tenido los países sunitas, etnia mayoritaria en la casi totalidad de los países de la península y en otros países de confesión musulmana, es deplorable. Lo que ha cosechado la administración Trump no es solo el fruto de su nuevo estilo diplomático. La política imperialista ha buscado aislar al máximo al pueblo palestino con el contubernio de los gobiernos cipayos.
“Este avance diplomático es tanto más espectacular cuanto que torpedeó el consenso árabe adoptado en 2002, según el cual Israel solo sería reconocido a cambio de la retirada israelí de los asentamientos ocupados ilegalmente en Cisjordania desde la Guerra de los Seis Días en 1967. Pero frente al creciente intervencionismo de la República Islámica de Irán en la región, el Estado hebreo y los países del Golfo han encontrado un enemigo común y durante diez años han multiplicado los acercamientos discretos sobre los planes estratégicos y de seguridad, relegando al segundo plano la cuestión palestina” (www.lepoint.fr)
El ministro de Relaciones exteriores del emirato niega consecuentemente que este acuerdo se basa en una estrategia para aislar a Irán, en consonancia a la política yanqui.
“No, no creo que este acuerdo se centre en Irán. Se trata de nosotros, de cómo vemos nuestras relaciones y de cambiar una política que no ha tenido éxito. Ahora bien, si se mira a nivel regional, hay que admitir que las declaraciones belicosas frente a los países del Golfo han creado un entorno que ha facilitado lo que está sucediendo hoy. Pero, repito, esto no tiene relación con Irán, un país con el que tenemos desacuerdos que hemos decidido resolver mediante la desescalada y la diplomacia. No tenemos ningún interés en ver el Golfo (convertirse) en una zona de confrontación.” (lepoint.fr)
Las reacciones de la ONU y de los países imperialistas han sido positivas al acuerdo. Con esto buscan no aislarse del una potencia económica y militar estratégica como la de los EUA. Las inversiones de los emiratos en varios países europeos son muy importantes. Dubai es un centro importante del turismo y del comercio mundial. El fondo soberano es de 828 000 millones de dólares uno de los más grandes del mundo.
“Francia acogió con satisfacción este acuerdo el viernes, pero también la decisión de Israel de "suspender la anexión de territorios palestinos". Londres también elogió “un paso histórico que ve la normalización de las relaciones entre dos grandes amigos del Reino Unido”, mientras que Berlín lo ve como una “importante contribución a la paz”. Egipto también aplaudió el anuncio, al igual que el Sultanato de Omán y Bahréin, un pequeño estado del Golfo.” (leparisien.fr)
Con las masas palestinas
Los acuerdos como este no han sido ni los primeros ni los últimos que han quedado en el cajón de la basura de la historia. En este sentido, el rol determinante es el que pueden jugar las masas palestinas que siguen resistiendo en condiciones infrahumanas en las ratoneras que ha impuesto el estadio sionista. En las fronteras de los países vecinos, se encuentran también millones de palestinos en campos de refugiados sufriendo casi la misma suerte de sus compatriotas dentro de los guetos.
La crisis económica y sanitaria causada por la pandemia tampoco dejan inmune a estos gobiernos de la península, por muchos recursos que tengan.
La crisis política, social y económica también golpea al estado artificial de Israel. Todos estos elementos hacen posible que nuevas movilizaciones se den, pero con el consecuente problema de la dirección. La OLP claudicó a las aspiraciones históricas del pueblo palestino cuya élite se ha enriquecido de los manejos de fondos de la ANP.
Pero así, como en 1987 la juventud palestina se movilizó e hizo temblar los cimientos del apartheid sionista, desde el PSOCA apostamos por una nueva insurrección que pueda hacer explotar el régimen racista de ocupación.