Las reformas fiscales que ordena Hilary Clinton
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Recientemente, en la Conferencia de Las Américas, realizada en Washington, el 11 de Mayo del año en curso, la secretaria de Estado de Estados Unidos, señora Hilary Clinton, regañó a los gobiernos latinoamericanos, al quejarse que "muchas personas dicen que esta es la década de América Latina y yo estoy de acuerdo. Pero seamos honestos, aún hay sistemas educativos débiles, instituciones democráticas débiles, políticas fiscales inadecuadas (…) hay muy pocas personas con recursos pagando impuestos justos para financiar servicios que asistan a aquellos que estarían en pobreza por generaciones. Y hay demasiada violencia".
A esa conferencia asistió únicamente Mauricio Funes por parte de los gobiernos centroamericanos, como un reconocimiento a la labor abyecta que desarrolla actualmente. De las palabras de la señora Clinton puede deducirse que, ante la crisis financiera internacional, cuyas repercusiones todavía se sienten, la orientación del gobierno de los Estados Unidos es la implementación de reformas fiscales en todo el continente, para que sean los propios gobiernos quienes asuman los gastos sociales y los costos de la lucha contra el crimen organizado.
Clinton se quejó que "el ingreso por vía fiscal (en América Latina) es de los más bajos de mundo. Es un modelo insostenible. Es necesario aumentarlo para poder ayudar a la población más necesitada (…) No tenemos a población más pobre del mundo pero tenemos la mayor inequidad (…) Pese al crecimiento positivo del PIB, la desigualdad en el ingreso continúa aumentando. Es una fuente de inestabilidad social y política. Alimenta mucha actividad criminal, dominada por traficantes de drogas y armas".
Algo grave ocurre en las entrañas de América Latina para que la más conspicua representante de la política exterior del imperialismo norteamericano, se preocupe por la desigualdad e inequidad en América Latina. Por un lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aplica planes de ajuste que martirizan a los más pobres, pero, por el otro lado, la señora Clinton alerta en lenguaje diplomático que de continuar así, las democracias burguesas latinoamericanas están en peligro y que se vienen permanentes convulsiones sociales.
En realidad, hay dos tipos de democracia burguesa: la imperialista y la de los países atrasados. En el primer caso, las finanzas del Estado dan para cubrir mínimamente los servicios públicos, pero cada vez con tendencia a la reducción de las conquistas sociales, por la crisis del sistema capitalista e imperialista. En el segundo caso, las democracias burguesas inestables de los países atrasados, el presupuesto no da ni para mantener el funcionamiento mínimo del Estado.
En el caso de los países centroamericanos, estos ya no son auto sostenibles. Los presupuestos ya no garantizan el funcionamiento mínimo del Estado. Todos sin excepción, sobreviven por el endeudamiento externo (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) e interno (Costa Rica). Al parecer, por el discurso de la señora Clinton, el financiamiento a estos gobiernos ha llegado un límite insostenible, y por eso recomienda la implementación de reformas fiscales para que las “personas con recursos” paguen impuestos.
Pero la señora Clinton no ha dicho que los ricos deben pagar más impuestos. Esta política no la aplica Obama en Estados Unidos, donde se reproduce el eterno debate entre demócratas y republicanos sobre si deben cobrar más impuestos o liberar a las empresas de cargas impositivas para que supuestamente generen más empleos. Lo que la señora Clinton está orientando es que se apliquen reformas fiscales que en el fondo recaerán sobre la clase media, porque los trabajadores a duras penas sobreviven y no tienen dinero que se les pueda arrancar.
Las reformas fiscales propuestas en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica tienen la misma paternidad. En algunos casos, como Nicaragua y Honduras, se ha aplicado parcialmente la recomendación de la señora Clinton, pero hay mucha resistencia de parte de los empresarios en Guatemala, El Salvador y Costa Rica, aunque en este último país ha sido el movimiento sindical quien más se ha opuesto al asalto que significa el Plan de Laura Chinchilla.
En los próximos meses, se producirá una intensa lucha por sacarla plata a la clase media. Los trabajadores centroamericanos debemos cerrar filas y gritar unidos: Que los ricos paguen mas impuestos!!