Las duras lecciones de la derrota electoral del Chavismo en Venezuela.
El resultado de las elecciones legislativa del pasado 6 de Diciembre en Venezuela, no constituye una sorpresa. Las diferentes encuestas así lo anunciaban, aunque no deja de asombrar la magnitud de la victoria electoral obtenida por la oposición burguesa agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
Los resultados finales del Consejo Nacional de Elecciones (CNE) indican que de un total de 167 diputados de la próxima Asamblea Nacional, 116 pertenecerán a las listas de la MUD (obtuvo el 56,7% de los votos) y 55 diputados (obtuvo el 40,8% de los votos) pertenecerán al oficialista Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV).
La enorme crisis económica y social que vive Venezuela, por el desplome de los precios internacionales del petróleo, produjo en fenómeno de polarización política y un masivo voto castigo contra el gobierno de Nicolás Maduro, heredero del chavismo.
Se ha producido la segunda gran derrota política y electoral del chavismo en los 17 años de gobierno. La primera fue la derrota electoral del referendo constitucional de 2007, en donde el chavismo no salió debilitado a nivel de las instituciones del Estado. Pero en esta ocasión, la situación es diferente. La acumulación de poderes del presidente Nicolás Maduro deviene del control mayoritario dentro de la Asamblea Nacional, la que delega supremos poderes a través de las leyes habilitantes.
Ahora la MUD tiene la mayoría absoluta de diputados dentro de la Asamblea Nacional. Las dos terceras partes de los diputados pueden reorganizar los poderes del Estado, convocar a Asamblea Nacional Constituyente, aprobar leyes orgánicas, etc.
La oposición ha dejado de ser minoritaria para convertirse en una poderosa fuerza política. Hay un vuelco en la correlación de fuerzas entre las clases sociales en Venezuela. No obstante, a pesar de semejante triunfo, es poco probable que la antigua oposición se embarque en la aventura de recortar el periodo presidencial, a través de un referendo revocatorio. Ganas no les faltan, pero aunque ganasen las elecciones generales y recuperaran la presidencia de Venezuela, no subirán los precios internacionales del petróleo.
Por ello, está cada vez más claro, que la estrategia de la nueva mayoría parlamentaria será desmantelar gradualmente el régimen bonapartista que instaló Hugo Chávez, cocinando a fuego lento al gobierno de Nicolás Maduro.
Aunque el chavismo ha perdido el control de la Asamblea Nacional sigue teniendo importante arraigo en sectores populares. Sería un grave error creer que esta liquidado, está en crisis, en cuidados intensivos, pero no ha muerto. Lo más probable es que se imponga una línea de negociaciones entre la MUD y el PSUV, organizando una suave transición para atrás.
Ahora bien, la derrota del pasado 6 de Diciembre es producto de la política consciente del chavismo de no romper el modelo de dependencia económica del petróleo. En vez de impulsar una reforma agraria, y la creación de una industria manufacturera nacionalizada, que sería subsidiada con los petrodólares, que ampliaría el mercado interno y al menos daría la autosuficiencia alimentaria (como lo hizo el cardenismo en México en 1940), prefirió establecer relaciones con sectores de la burguesía latinoamericana, dando la falsa imagen de unidad latinoamericana, profundizando la dependencia de Venezuela en relación a los precios del petróleo y creando una burguesía compradora, conocida como “boli-burguesía”, que ha acumulado mucho dinero y poder con las coimas de los multimillonarios contratos de compra en el extranjero.
Por el momento, los partidos de derecha han canalizado el descontento social, pero no siempre será así, porque la crisis económica continuará y no hay fuerza política de derecha que logre revertir la postración estructural de la economía dependiente del petróleo.
Se avecinan, pues, momentos de lucha y de traiciones. Este giro a la derecha de casi el 60% de la población, quiere mejores condiciones de vida. Las ideologías sin sustento material se desvanecen rápidamente. Por ello es urgente y necesario construir una nueva dirección revolucionaria.