¿Podrán los jueces detener a Trump?
Los juicios contra Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, tienen un profundo significado: constituyen una evidencia de la profunda crisis de la democracia norteamericana. Veamos por qué.
Con un discurso populista imperialista, de supremacista blanco, Trump se apoderó del partido Republicano y se presentó como el único que podía evitar el declive de Estados Unidos. Trump representa un peligroso fenómeno político: refleja la base social de los descendientes del colono blanco anglosajón que no quiere perder sus privilegios ante el crecimiento de las minorías inmigrantes que, según los expertos, dentro de poco serán mayorías.
Bajo su presidencia intentó imponer un régimen bonapartista bajo el cual el presidente tendría mas poder que el Congreso. No ha sido el primer intento. Richard Nixon intentó lo mismo, bajo la guerra de Vietnam, pero fracasó y mas bien fue obligado a renunciar. Desde entonces hay una lucha tras bastidores para imponer un régimen fuerte dentro de Estados Unidos.
Trump intentó romper el sagrado sistema de “pesos y contrapesos” entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, sobre el cual se construyó la democracia norteamericana. Avanzó mucho en ese sentido, pero el tiempo se le agotó y el establishment finalmente lo bloqueó.
Ante la derrota electoral en 2020, intentó cambiar los resultados, algo nunca visto en Estados Unidos. Trump actuó como un mafioso conspirador que quiso imponer su relección de manera forzada. El asalto al Capitolio fue un ataque demoledor a la institucionalidad norteamericana.
Por el otro lado, los demócratas no son lo que dicen ser. Se presentan ante el pueblo norteamericano como una opción liberal, progresista, pero en realidad defienden los intereses de las grandes corporaciones.
Trump está en campaña electoral desde que dejó la presidencia. Los demócratas creen que pueden detenerlo con juicios en los que se demuestre que ha actuado al margen de la ley. Es poco probable que un fenómeno político y social, como el Trumpismo, sea detenido con debates legalistas dentro de los juicios. A veces se olvida que una buena parte de los actuales jueces federales y magistrados vitalicios de la Corte Suprema de Estados Unidos, fueron nombrados directamente por Trump.
Hasta el momento, Trump tiene más del 65% de simpatías en las internas del Partido Republicano. La estrategia de los demócratas es activar los juicios en su contra, para evitar su postulación y su legitimación en las elecciones internas. Y aquí es donde llegamos al clímax. Aunque Trump arrasa en la base electoral republicana, no tiene mayoría en el conjunto de la población. Es posible que el desgaste de la administración Biden le dé un mayor empuje a las aspiraciones de Trump
Sin embargo, llama la atención que a pesar de hay pruebas de que Trump no pagaba impuestos, que conspiró para cambiar los resultados electorales en el Estado de Georgia, que alentó la marcha que se tomó el Capitolio, etc., todavía tiene una base social significativa que lo sigue y le cree.
Estados Unidos es un imperialismo en declive ante el empuje de las nuevas potencias imperialistas como Rusia y China, y otros países como India que, de continuar su ascenso, llegará a ser otro imperialismo que disputará su cuota de poder en el mundo.
La democracia norteamericana, tal como la conocemos, que ha durado dos siglos, es posible que deje de seguir existiendo. Estados Unidos es un país polarizado, profundamente dividido, casi al borde de una guerra civil.
Los juicos que los demócratas están montando para detener a Trump, parecen inútiles conjuros mágicos que no logran detener a la bestia. Aunque Trump sea declarado culpable y no pueda presentarse como candidato presidencial, la decadencia de Estados Unidos continuará y surgirán nuevos Trump
Solo la movilización independiente de los trabajadores norteamericanos, en estrecha alianza con los trabajadores migrantes, podrá recuperar las conquistas que se han perdido. Son los únicos que pueden cambiar la situación y darle un contenido distinto a la democracia norteamericana.