El significado de las nuevas protestas en Cuba
El pasado 17 de marzo volvieron a estallar movilizaciones populares en Cuba, demandando algo tan básico: fin de los apagones de energía eléctrica y más abastecimiento de comida.
A diferencia de las protestas de junio-noviembre del 2020, estas nuevas movilizaciones de protesta no fueron tan masivas, ni se extendieron por todo el territorio de la isla. Pero las protestas son una clara manifestación que la crisis económica y la escasez de productos básicos es desesperante para las masas cubanas, y que en cualquier momento puede producirse un estallido social, que tendrá serias repercusiones en la isla y en el resto del continente.
En Cuba, salir a la calle a protestar, es arriesgar la vida. Los ataques del imperialismo contra la revolución cubana, sirvieron de justificación al castrismo para instaurar una dictadura burocrática, de partido único, que prohíbe terminantemente cualquier tipo de critica o protesta contra el gobierno.
En 2020 el gobierno de Miguel Diaz-Canel hizo algunas concesiones (parecía que se abría un periodo de perestroika a la cubana) para calmar el descontento, pero al final terminó reprimiendo y encarcelando y condenando a los principales dirigentes. Pero la crisis económica, que es la fuente del descontento social, ha continuado profundizándose y por eso hay un rebrote de las protestas populares. El gobierno de Diaz-Canel ha respondido con una inicial cautela, consciente de la magnitud del problema.
Si bien es cierto que la burocracia cubana ha sido una mala administradora del Estado, el origen real del hundimiento de Cuba no está en la economía “socialista” (en realidad, manejada por la burocracia castrista) sino en los 60 años de continua y sistemática agresión imperialista. El bloqueo económico y financiero es brutal. Desde 1961, cuando Fidel Castro declaró el carácter socialista de la revolución cubana, se mantiene un cerco económico y financiero. Cuba logró sobrevivir y progresar por el subsidio de la antigua URSS. Los altos niveles de educación y salud fueron reconocidos por diferentes organismos internacionales.
Después del derrumbe de la URSS en 1991, durante el llamado “periodo especial”, el castrismo orientó la economía hacia el turismo, es decir, se inició, estando vivo Fidel Castro, un lento tránsito hacia el capitalismo.
A pesar de mantener el férreo bloqueo, Barack Obama restableció las relaciones diplomáticas con Cuba en 2016. El objetivo de Obama era ayudar a restablecer el capitalismo de la manera más rápida posible, convirtiendo a Cuba en una nueva Singapur, recolocando en Cuba las empresas norteamericanas que estaban en China, utilizando la barata, pero muy capacitada mano de obra cubana.
El ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2017, muy ligado a la burguesía cubana en Miami, desechó el plan gradualista de Obama. Trump apretó mas la soga contra Cuba. La Ley Helms-Burton contra Cuba fue aprobada en 1996, pero bajo la administración Obama se suavizó su aplicación.
En 2019, la administración Trump activó por primera vez el Título III de la Ley Helms-Burton, que permite a ciudadanos estadounidenses demandar en cortes federales a personas y empresas que "trafiquen" con propiedades confiscadas por el gobierno cubano después de la Revolución de 1959. Esta medida amplió el alcance extraterritorial de la ley, lo que significa que no solo afecta a empresas cubanas sino también a empresas extranjeras que hacen negocios con Cuba.
Mientras Obama buscaba una lenta transición hacia el capitalismo, Trump quería recuperar las propiedades confiscadas hace 60 años, es decir, restaurar en el poder a la burguesía cubana que reside en Miami.
Debido a que los bancos norteamericanos controlan el sistema financiero internacional, ninguna empresa puede hacer negocios con Cuba, porque cae bajo las sanciones. Después de varios años, el resultado es demoledor.
Venezuela ha evitado el colapso de Cuba, suministrando petróleo a precios preferenciales. Pero también Venezuela sufre las consecuencias del bloqueo económico y financiero, en el contexto de una nueva ofensiva de la derecha en América Latina.
La administración Biden no se ha atrevido a suspender el bloqueo a Cuba, a pesar de todas las resoluciones de la ONU, ni siquiera a regresar a las políticas gradualistas de Obama. Un posible retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, significaría, probablemente, un tiro de gracia contra la moribunda revolución cubana.
Solo la movilización independiente del pueblo cubano, reclamando sus derechos, luchando contra la escasez y las penurias materiales, pero sin dejarse atontar por los cantos de sirena del imperialismo norteamericano, puede evitar el colapso de Cuba y que la isla se convierta en una semicolonia controlada por Estados Unidos. No hay solución mágica, el pueblo cubano debe decidir libremente el camino a seguir.