EL ROSTRO DE LA PATRIA.
A las víctimas del 12 de agosto.
Belleza mancillada:
es una realidad verlo sucito, desnutrido
y en una expresión conformista
como si no pensara.
¿Qué gesto es su ecuación
de pobreza y desarraigo
a fuerza de incertidumbre?
Un rostro así es difícil de resolver
en una hoja de papel
o en la simple gama del iris.
Explicar su área es una batalla
en el que el lenguaje verbal
se queda sin palabras.
En lo más alto del cuerpo, la cabeza
y su expresión es el rostro:
cutis, músculos, rubor,
frente, sienes, pómulos,
barbilla, labios, nariz.
cejas, pestañas y ojos.
En su conjunto: luz.
Una sonrisa, un guiño, una mirada,
un beso, una coquetería.
¡Pero viene una bestia uniformada
y te lo aplasta de un macanazo
con la solvencia
de cumplir una orden superior!
¡Ahora, hoy, ya!
Así se presenta el rostro de Honduras.
Rostros desfigurados, irreconocibles,
destruídos por las macanas policiales,
con la energía de la barbarie
del golpe militar que desintegra
la dignidad y borra el rostro,
el indicio de mirar, decir, protestar,
manifestar, cara a cara,
en toda la conciencia de sus detalles.
El pequeño espacio de una cara
es la grandeza de un universo pleno.
Es una persona de frente
y el arte milenario
de haber aprendido a ser gente.
El rostro dice y niega,
acepta o deniega.
Es lo que es.
Hoy los rostros, enrostran al golpe
y es duro el golpe
que sufre su resistencia,
su desobediencia
al gritar ¡Basta ya!
Una mirada alcanza
la sonrisa que prospera
y la luz se hace cercanía.
Y un golpe, para que la sombra
sea dueña de la muerte,
el dolor,
el vejamen,
la vergüenza.
Enojo, tristeza, repulsión, asombro, miedo:
dibuja en el rostro el golpe.
Repetición de la mentira,
Máscaras antigases, capuchas,
odio,
furia
es el rostro fanático
de los golpistas.
Pero fingen, saben actuar;
gran profesionalismo
en la mala intención,
saben lucir su doble cara.
Plástica, camalionismo,
olfato y buen tacto,
los voceros arguyen, que no,
que no hay golpe,
ni violación,
tortura, desaparición y muerte.
Presupuestos para el vasallaje,
maquillaje de usura,
muecas, rostros de inquina
que jamás podrán envejecer con dignidad.
Deshecho, maltrecho,
golpeado, vejado,
el rostro de la patria
es del pueblo que sufre y redime;
de su belleza toma curso la luz,
al coincidir los ideales
y los sueños de los horizontes,
en que es posible saber
que mañana,
amanecerá
en un sinfín de amaneceres.
Candelario Reyes García
Honduras
46 días de resistencia.