Por Luis Dubon
Es indignante ver como algunas organizaciones que se autodenominan marxistas leninistas han caído en la más abyecta PROSTITUCION ideológica. Y aunque estos “compañeros y compañeras” traten hoy de disfrazarla con eufemismos; no podrán ser capaces de esconderla al veredicto implacable de la historia, ni mucho menos a la triunfante revolución socialista que estoy totalmente convencido instauraremos en Honduras.
El día en que eso ocurra muchos de estos filisteos deberán ser juzgados por tribunales revolucionarios y ser pasados por las armas. Ya que gente oportunista y revisionista como ellos, son los que dañan los procesos de emancipación revolucionaria de los pueblos; y son los que inoculan en las masas el eclecticismo político e ideológico que las desvía de su protagonismo en la construcción de un nuevo orden social sin capitalismo ni capitalistas. Porque no hay capitalismo bueno ni capitalista humanista, esas son patrañas de la burguesía que un cuadro proletario de avanzada no esta dispuesto a aceptar.
Como tampoco un verdadero revolucionario puede estar anuente a vender falsas ilusiones derivadas de un proceso constituyente erigido dentro de los marcos de un capitalismo, ni mucho menos someter su independencia política y de clase ante unas masas carentes de conciencia de clase (cuyo máximo conductor es un jefe de la burguesía). Es preferible ser llamado sectario y desfasado antes que rendir pleitesía a Mel ante las masas.
Camaradas, Zelaya no es el preludio de la revolución sino la contención a la revolución; no representa el posible transito de una revolución democrática burguesa a una revolución socialista (como muchos incautos seudo marxistas suelen predicar), sino el andamiaje para la construcción de amplios consensos que oxigenaran y consolidaran el dominio “progresista de la burguesía” (ridículo eufemismo).
Zelaya es a mi juicio hoy en día el mayor peligro a la causa de la revolución socialista en Honduras. Causa a la cual por su miopía y pobre formación política muchos militantes marxistas suelen considerarla tan solo una utopía. Y aunque no lo reconozcan, esa ha sido una de las muchas razones que ha engendrado entre ellos una crisis de identidad que no les ha permitido darse cuenta de sus potenciales capacidades revolucionarias.
Muchos de “nuestros” dirigentes sufren de minusvalidez política, razón por la cual se entrega hetairamente a las predicas de cambios graduales hechas por lideres populistas de la burguesía. Las “brillantes mentes” de estos dirigentes, les hacen creer que sumándose a estos procesos sientan las bases para avances cualitativos en la lucha de clases del proletariado. Lo cual me parece una garrafal equivocación que solo refleja su cínico oportunismo. Puesto que no es siendo condescendiente o rindiendo pleitesía a estos procesos reformistas como prestamos un mejor servicio a la causa revolucionaria.
Lo posición más digna de un revolucionario es desenmascarar la superficialidad de las medidas predicadas y la esencia de clase de quienes las enarbolan. La adopción de estas posiciones auténticamente revolucionarias nos granjearan seguramente la impopularidad entre las masas imbuidas por la ideología reformista de la burguesía y la incomprensión y el enojo de muchos de nuestros “minusválidos” dirigentes políticos. Sin embargo, es la única manera de proyectar y crear una independencia política y de clase ante las masas oprimidas.
No voy a negar el hecho, que la adopción de estas posiciones representara un alto costo político para quienes actúan entre las masas convertidas al “melismo”, no obstante, no debemos cohibirnos por ello. Nuestra meta a mediano y largo plazo justifica este sacrificio. Además estas es una de las enseñanzas legadas por el camarada Lenin, quien después de la revolución democrática burguesa de febrero en Rusia y de su regreso del exilio, enarbolo temerariamente las famosas Tesis de Abril, mediante las cuales llamaba al proletariado ruso a la insurrección.
Este planteamiento político suscito en aquella época una enorme indignación en todos los partidos socialistas rusos e incluso despertó un fuertes malestar en las propias filas del bolchevismo, puesto que para esa fecha todos los revolucionarios (incluido Lenin) consideraban a la Rusia post zarista el país más libre del mundo.
Ni los ataques, ni los calificativos de sectario y anacrónico lanzados contra el camarada Lenin por el Soviet de Petrogrado (la organización de masas más grande en Rusia) y por todos los periódicos liberales y socialistas, lograron impedir en lo más mínimo las fuertes críticas que vertía sobre la revolución y el proyecto reformista de la burguesía. Ya que para él, era de vital importancia desenmascarar a la burguesía ante las masas obreras y campesinas y con ello arrebatarle al proletariado revolucionario a los burgueses y sus lacayos e inyectarle a su vez a este la independencia política y de clase que le infundiera fe en la victoria. El triunfo de la Gran Revolución Proletaria de Octubre confirmaría la acertadísima posición política de Lenin.
La gran mayoría de sus tesis no han perdido su vigencia a través de los años.
Y nos enseñan que en Honduras hay un largo camino por recorrer. De eso podemos darnos cuenta cuando comparamos la situación política en la Rusia de finales de febrero de 1917 con la de la Honduras actual. En aquellos años en Rusia por ejemplo había un fuerte proletariado revolucionario con un alto nivel de conciencia de clase, en cambio en la Honduras actual eso no es así; en Rusia había embriones de poder popular que dieron paso a una innovadora forma estatal (Soviet) que hizo posible la dictadura del proletariado, en Honduras no existe ninguna expresión parecida; en Rusia existía un político con visión, valor y genialidad como Lenin, en Honduras no se ha podido producir un Lenin (ni siquiera un Fidel Castro) sin el cual según Roque Dalton no existe una autentica revolución.
Y aunque nosotros estamos lejos de entrar a una etapa revolucionaria como la que vivió Rusia, no podemos por ello restarle validez hoy en día a la aplicación práctica de la política leninista de independencia de clase, so pretexto de ser anacrónica a nuestro tiempo. De hecho eso es lo único que puede garantizarnos un destacamento de revolucionarios capaz de SOBREVIVIR a la vorágine reformista de la burguesía; es la única manera de garantizar una vanguardia que pueda conducir en su momento un proceso revolucionario auténticamente nuestro. Proceso en el que lamentablemente la gran mayoría de nuestros dirigentes y militantes se niegan a creer posible.
Su poca convicción se deriva del hecho de ser algunos de ellos viejos e influyentes cuadros sindicalistas que perdieron con el derrumbe de la URSS su devoción y pasión revolucionaria, otros son antiguos dirigentes de extintas organizaciones de izquierda que se rehúsan todavía a abandonar las práctica burocráticas a las cuales se aferraron y acostumbraron en el pasado y por último los jóvenes militantes que han sido atraídos por una idea más romántica de la revolución y el socialismo que por un compromiso serio de por vida.
Todos ellos tienen en común el hecho de que no creen en la posibilidad de concretar ellos mismos una revolución socialista. Ellos hablan de ella en sus discursos mas no creen en ella, no viven por ella y no mueren por ella. Y paradójicamente viven de ella. Se han tristemente convertido en los genuinos representantes de la nueva izquierda levantada sobre los escombros dejados por la podredumbre de la vieja.
El ideal para estos fariseos no es ya la revolución, sino las elecciones; no los militantes revolucionarios conspiradores, sino los militantes revolucionarios de cafetín. Esa es la realidad y por mucho que algunos quieran negarla o maquillarla, sus acciones terminan rebotándoles calamitosamente sobre ellos.
Esta dirigencia y militancia de izquierda no esta hambrienta de revolución sino de ocupación (en el parlamento, alcaldías y ministerios); no quieren liberarse del yugo asalariado del capital, sino someterse al yugo asalariado estatal. Muchos de ellos han echo de la revolución un modus vivendi y reciben jugosas subvenciones solidarias del Estado (al que en retórica dicen querer destruir).
Otros en cambio se afanan y afanan por tratar de expandir sus campos de influencia no con el objeto de sembrar conciencia de clase y preparar a sus bases para la insurrección, sino para el momento decisivo de la elección (electoral).
La retórica de estos dirigentes es muy revolucionaria, pero sus acciones casi siempre muy reaccionaria. Llaman a la insurrección popular y contradictoriamente se resiste a la declaratoria formal de una huelga general (su acciones se reducen a altisonantes comités de huelga).
Me da risa al escucharlos hablar de organizar barrios, aldeas y colonias para así poderlas liberar, y más risa me da cuando los oigo hablar de liberar municipios y departamentos, cuando nunca han tenido la iniciativa de emprender acciones decisivas. Toda su verborrea revolucionaria se reduce a un patético juego de palabras vacuas y vacías.
Mientras entre nuestras filas tengamos gente como esta, que busca su “liberación” a través de elecciones y no de revoluciones difícilmente podremos llegar al umbral de nuestra emancipación. Y a pesar de que no toda la dirigencia y militancia marxista es así, lo cierto es que esa gran mayoría cuyo comportamiento colinda entre el revisionismo y el oportunismo terminan al final determinando la marcha por la cual muchos buenos compañeros y camaradas acaban siendo instrumentos ciegos de la burguesía y de la pequeña burguesía y no del proletariado en su lucha a muerte contra ellos.
Sus razones
Para estos “experimentados dirigentes marxistas” ¡Urge Mel! y ¡Viene Mel! Ya que sus organizaciones se han nutrido de miembros melistas y promelistas. Sus consignas se han ligeramente modificado y “adaptado” en función de la ideología reformista en boga. Con lo cual han logrado penetrar en círculos y espacios antes cerrados para ellos. Esto les ha permitido tener un crecimiento cuantitativo quizás sin precedentes.
Sin embargo, este engañoso crecimiento esta supeditado no a los ideales revolucionarios sino a la figura y al proyecto reformista de José Manuel Zelaya Rosales. Quien desde arriba con el titulo de Comandante dado por Chávez se erige como el máximo jefe político.
Para el 28 de mayo es el tan anunciado retorno de MEL y algunas de las organizaciones marxistas leninistas (deberían llamarse marxistas melinistas) acolitas a él, le están preparando un apoteótico recibimiento digno de un libertador. Con MEL en Honduras creen en la posibilidad de alzarse con un histórico triunfo electoral. Ese es el mayor deseo de la mayoría de las fuerzas políticas y sociales que convergen en el Frente Nacional de Resistencia Popular (organización liderada e inspirada por el proyecto reformista del caudillo).
El FNRP quiere seguir los pasos del FMLN de El Salvador y el FSLN de Nicaragua. Ambos partidos renunciaron completamente a sus aspiraciones revolucionarias y hoy por hoy, son importantes piezas dentro del engranaje capitalista de sus respectivos países. ¿Acaso este es un avance cualitativo y cuantitativo en la lucha de clase del proletariado por su total emancipación? No, no lo es, me resisto a creerlo. Aceptarlo equivaldría a abandonar la firme creencia de que algún día nos impondremos y aplastaremos a la burguesía sostenedora del sistema capitalista. Sería reconocer la inutilidad de nuestra lucha y la bancarrota de nuestra ideología libertaria. Eso es inaceptable, mi fe en la victoria es absoluta.
La mejor forma de comprender mejor las causas que originan el voraz oportunismo de esta mal parida izquierda nuestra, es remitiéndonos a la plataforma política que en algún momento fue el crisol de toda la izquierda hondureña: el Partido Unificación Democrática (UD), y en particular a sus profundas contradicciones internas que son las que han determinado el accionar de las más importantes organizaciones de izquierda en el país.
Una de esas últimas grandes contradicciones dentro de UD que moldearía y definiría el futuro de la dirección del FNRP, se produciría en el 2008. En donde dos corrientes internas: Trabajadores al Poder (promovida por la TR y apadrinada en aquel momento por Evelio Reyes) y Pueblo Unido se enfrascaron en una fuerte pelea por el control del partido. Las dos corrientes presentaron candidaturas presidenciales por separado y toda hacia creer que ambas recurrirían a elecciones primarias.
Esto no fue así, Trabajadores al Poder no se presento a las internas y Pueblo Unido que si participo, logro imponerse fácilmente y ser reconocida legalmente por el Tribunal Supremo Electoral como la única autoridad legítima de UD. Este reconocimiento por parte del TSE no fue aceptado por la facción liderada por TR y otros movimientos al interior de UD. Y decidieron formar una directiva paralela, compuesta por Gregorio Baca, Renán Valdés, Rafael Alegría, Marcos Sandoval entre otros.
Esta paralela expulsó del partido a Cesar Ham por el uso indebido de las despensas de vehículos, y suspendió bajo la figura de revocatoria de mandato a la junta directiva que este dirigía. La medida fue eminentemente simbólica puesto que Cesar Ham había sido ya reconocido por el Estado como el legítimo representante de UD. Al final Ham termino expulsando a algunos de sus oponentes y otros decidieron renunciar voluntariamente a la UD después de que esta decidiera participar en las elecciones del 2009.
Con la expulsión de un lado y el abandono voluntario de otro, estos dirigentes (líderes algunos de ellos de organizaciones que se definen marxistas leninistas) se quedaron sin la plataforma política legal que les permitiera presentar sus candidaturas electorales y esto para ellos realmente eran un gran problema. Como ya no podían controlar UD, se posicionaron y obtuvieron el control del FNRP. Su despótico y autoritario control derivo en deserciones de los liberales en resistencia, quienes a partir de allí empezaron a formar sus propias estructuras (el poderoso movimiento 28 de junio y otros más); deserciones de destacados lideres sociales y de derechos humanos como Andrés Pavón (que junto a la UD y algunos liberales formaron el FAPE) y genero innumerables protestas de algunos dignos movimientos marxistas al interior del FNRP a los cuales injustamente se les margino.
Con el férreo control que tienen de la dirección del FNRP, esta nueva izquierda se aferra a la esperanza de que la Resistencia (FNRP) pueda ser reconocida por el Estado burgués como un partido político o bien pueda formar parte de un frente amplio político electoral junto a la UD y las diferentes corrientes del Liberalismo en Resistencia con miras a participar en las elecciones generales del 2013.
Participar en las elecciones ha sido siempre el gran objetivo de esta izquierda derrotista, oportunista y revisionista. No me opongo a eso, pero ese no es el camino.
Por eso el ¡Urge Mel! y ¡Viene Mel! , les llena de entusiasmo. Zelaya es para ellos la clave para impulsar las reformas políticas electorales que posibilitaran sus objetivos. Y aunque no se definan como melistas, hablaran, pensaran y actuaran como melistas. Todos ellos acudirán en masa el sábado a recibir como un héroe a su gran paladín. Y es que desgraciadamente MEL se ha estado convirtiendo en un Perón para las masas oprimidas en Honduras. Quien conozca un poco de la historia de la Argentina se dará cuenta del nefasto papel que significo este personaje para la consolidación de un movimiento obrero y popular independiente de la burguesía. Perón fue en gran medida uno de los responsables de que en Argentina no se produjera el surgimiento de una vanguardia revolucionaria capaz de hacer la revolución. Incluso, en la actualidad existen en ese país centrales obreras que aun se define como peronistas y se acomodan a los intereses de los distintos gobiernos justicialistas (partido fundado por Perón)
Si alguien tratara de convencerme de que las masas oprimidas no están con Zelaya; le diría, que vive alejado de ellas y que no conoce el sentir y el espíritu que las anima.
Hay un largo camino que recorrer compañeros, camaradas. Desfallecer es lo último que podemos hacer, y aunque en el horizonte no se visualice nuestra revolución, no debemos desanimarnos; el futuro es nuestro, nos pertenece y hay que ser merecedores y dignos de el. Nuestro deber es luchar por la resurrección de nuestra revolución socialista, luchar y combatir y de ser necesario dar la vida por nuestra causa.
Y a todo pulmón me despido con un ¡Viva el Socialismo!
¡REVOLUCIÓN O MUERTE!
¡VENCEREMOS!