Por José Leal y Sergio Castañeda
"La muerte como espectáculo de ver a los otros de nuestra misma especie morir y la clara indiferencia que forma parte de nuestro diario vivir y sentir".
Alrededor de nuestro entorno miramos esas caras vacías, preocupadas, temerosas, tristes agobiadas como si realmente estuviéramos combatiendo una batalla en cada momento en nuestro diario vivir, luego preguntarnos si realmente existirá la posibilidad de poder regresar a casa a salvo o al menos no ser asaltado en los buses o calles de la ciudad. Todas estas situaciones incomodas y absurdas que vivimos hoy en día en Guatemala nos lleva a sentir miedo y muy probable hasta en nuestras propias casas. La intimidación brutal a través de los medios de comunicación, las fuerzas represoras del ejército y policía civil; cámaras de vigilancia, periódicos amarillistas que solo basta con exprimirlos y podremos ver esa sangre que brota de ellos, La intimidación por parte de nuestros servidores públicos "Buses Urbanos" en los cuales somos víctimas de maltrato verbal, psicológico y muchas veces hasta físico en donde pasamos a ser usuarios pagadores a usuarios que pagan por ser maltratados, no basta con las labores mal pagadas y esas jornadas largas sobre todo cuando se trabaja de pie, no basta con la preocupación sobre nuestros hijos; familias, deudas, inseguridad, y problemas laborales sino que también ahora al salir de nuestras labores diarias tengamos que "colgarnos, apretujarnos, somatarnos y arriesgándonos a tener un accidente, vigilar nuestras pertenencias para que no se las roben, pagarles a unos "pilotuchos" para que nos lleven a nuestra casa o la siguiente parada, mientras somos objeto de ser cobrados a la manera más sutil de la extorción urbana la cual será más tarde pagada a otros extorsionistas, Lo más interesante de ver todo esto es que llegamos a un momento de conformismo; de aceptación, de indiferencia y de costumbre, ante todo esto que se está dando alrededor de nuestras vidas, las gorras hacia abajo, las gafas oscuras, cervezas baratas, los audífonos, Smartphone (en su mayoría adolescentes) son síntomas ya de una ausencia notable de existencia y una preocupación alarmante por la falta de participación hacia una sociedad que la necesita como la nuestra, así mismo hemos creado nuestros propios círculos de protección para no tener que involucrarnos más en los problemas que queremos ser excluidos, por nuestra propia ignorancia hacia lo que en realidad preocupa.
Hemos llegado a tener morbo en la muerte, el insulto, la extorción, la violencia en toda su máxima expresión, cuando existan personas que estén dispuestas a ser parte de la indiferencia estarán siendo muertas conscientemente y se propagara esa influencia hacia las masas para crear una sociedad muerta y enfermiza.
La violencia, tal y como la entiendo, se ha ido arraigando en la subjetividad de cada individuo. No es casual pues, que muchas personas repitan día a día con total normalidad e incluso con tono bélico, discursos como los siguientes: "por eso los matan" o "hay que matarlos a todos". En esta sociedad se ha arraigado tan profundamente la violencia que nunca se le piensa, un claro ejemplo se pudo observar años atrás cuando la mayoría de la población eligió en las urnas como gobernante a un militar, cuya mayor promesa y eslogan de campaña fue el de "mano dura" (fracasada en antaño y hoy) que claramente promovía atacar a la violencia con más violencia y todo eso; por encima de la búsqueda de resolver de raíz las diversas problemáticas sociales.
La violencia la han normalizado, la hemos normalizado, es parte de nuestro discurso y algunos la creen una solución. Los medios de comunicación son grandes maximizadores es este tipo de problemática con su amarillismo y sus noticias rojas. ¿Cuántos aspectos han influido para promover esta normalización y la insensibilidad ante la violencia? Esta sociedad es víctima de una insensibilidad colectiva, que es justamente eso; insensible y/o indiferente ante el asesinato de cualquier civil que aparecerá dentro de los diarios amarrillos como una cifra más mientras todo esto pareciera no importar mucho y a muchos. No nos hemos dado cuenta que la muerte colectiva se ha adueñado de una sociedad apática y pasmada que no mueve un dedo y que considera inútil la participación ciudadana ante los flagelos sociales.
Este tipo de indiferencia e insensibilidad, nos ejemplifican como un grupo de individuos que conforman una sociedad que se vislumbra como muerta en vida, una sociedad que en su silencio y poca solidaridad se encamina cada vez más; hacía una muerte colectiva. Habrá que escudriñar más acerca del por qué esta insensibilidad colectiva y seguramente encontraremos trasfondos que nos llevaran a escudriñar todo tipo de estructuras y problemáticas sociales las cuales lamentablemente, también pasan inadvertidas por esta sociedad desinteresada.