Por Manuel Sandoval
El diputado Jonathan Acuña, a nombre de la bancada del Frente Amplio, ha desmentido categóricamente que hayan habido conversaciones con el PLN con vistas a una alianza electoral. Reconoció que impulsan “una amplia convergencia progresista”, “con base en acuerdos mínimos” “con personas y sectores progresistas”, pero dice que excluyen al PLN porque dejó de ser socialdemócrata y obedece a los grupos económicos más poderosos del país.
Del desmentido se desprende que las declaraciones del diputado Ariel Robles habrían sido mal interpretadas por el Secretario General del PLN, Miguel Guillén, que planteó que su partido debía abrirse a acuerdos políticos, quedando claro, conforme lo presentaron los periodistas de Delfino.cr, que lo decía en dirección al Frente Amplio. Lo interesante del asunto es que Patricia Mora, en declaraciones adjuntas en la misma nota de este noticiero digital, pareció ratificar la información, haciendo alusión, de forma abstracta, a la necesidad de esta convergencia progresista.
Ahora Guillén, que quedó mal parado, sale con una política parecida a la que esboza Acuña, diciendo que los acuerdos se los plantea con sectores sociales como “el campesinado, los educadores, los estudiantes, el sector productivo y los trabajadores de nuestro país”, y con tono de resentimiento (cosa que dice mucho) añade en la Extra de hoy que “el posicionamiento de su homólogo “no es de demócratas” ni prioriza los intereses de la nación”. Dirigiéndose a Jonathan Acuña añade que “(…) Quiero aclararle que no estamos pidiendo permiso para trabajar en beneficio de Costa Rica, su dogmatismo le impide ver con claridad el delicado momento que estamos viviendo.”
Saludamos la declaración de Acuña, mal haría el Frente Amplio entregándose a brazos abiertos al partido que expresa mejor las fracciones más poderosas de la burguesía costarricense, partido que ha sido eje y parte, desde el anterior gobierno, de la ofensiva con la Reforma Fiscal y otras leyes para descargar la crisis fiscal sobre los hombros de los sectores populares. Sin embargo, tenemos que advertir que esta política de convergencia progresista (que ubica al FA más al centro en el espectro político) no excluye que se tiendan puentes hacia figuras y sectores del PLN, el PAC y el PUSC, como el mismo Acuña lo señala, y que “los acuerdos mínimos” pueden terminar siendo una capitulación a fuerzas que sostienen la evasión fiscal, el recorte del gasto social del Estado para sostener el castillo de naipes de la deuda pública y el pacto con el FMI que moldea la política de todas las fracciones de la burguesía costarricense.
Por no ubicar la política en términos de clase, por la ideología democrática, de colaboración de clases y referencia socialdemócrata que lo inspira, un resbalón del Frente Amplio a apoyar un candidato presidencial verdiblanco, como mal menor frente al candidato chavista o de extrema derecha, no está excluido. Aunque todavía es temprano para avizorar el curso que tomarán las próximas elecciones y si se llegan a plasmar coaliciones.
No es una crítica gratuita que les hacemos a los compañeros del FA: votaron en la Comisión de Hacendarios, y probablemente lo van a hacer en el plenario legislativo, el proyecto de presupuesto nacional de Nogui Acosta, con algunos remiendos “miserables” de partidas por ¢61 000 millones que hizo el PLN para hacer demagogia contra Chávez. Es un presupuesto nacional que va a seguir profundizando la crisis de la educación y la salud públicas, pero que le permite a los partidos de la oposición burguesa mantener la evasión y el fraude fiscal de los grandes empresarios. Vamos a ver si el Frente Amplio lo denuncia o lo avala.
En las declaraciones de Jonathan Acuña hay una confusión peligrosa: Si el proyecto de desarrollo capitalista del PLN (con algún barniz socialdemócrata) permitió el desarrollo de sectores medios y la modernización capitalista del país por tres décadas, después de aplastar al movimiento de masas en la guerra civil del 48, esto se explica porque se enmarcó en otra etapa de la economía mundial (de la reconstrucción y el boom de la posguerra). Hoy día, la socialdemocracia europea (que algunos ahora denominan social-liberalismo) sólo le ofrece a los trabajadores duros planes de austeridad para sostener la tasa de ganancia de las patronales del Viejo Continente y el curso guerrerista rabioso, impulsado por los lobbies de la industria militar, que vemos en la guerra en Ucrania, alentado por Biden.
En el marco de crisis orgánica del sistema capitalista mundial, la burguesía costarricense defiende la evasión y el fraude fiscales, se abraza con el narco y desmantela las conquistas sociales, para sostener una expansión capitalista (no se puede negar que este país crece) con un tremendo costo social. Las banderas socialdemócratas que enarboló el PLN en otro momento, ya gastadas y sucias, no ofrecen alternativa al curso neoliberal de la burguesía. Ojalá que el Frente Amplio, si de veras va a apelar a los sectores populares para levantar una alternativa, abra el debate democrático que se requiere para darle una alternativa clasista y revolucionaria a la crisis en que la burguesía costarricense sumerge al país.