Por: Alberto Castro.

Cuando Nayib Bukele recibió la banda presidencial, en su discurso ofreció medicina amarga al pueblo y consenso a la oligarquía. Parte de esa medicina es la profundización del proceso de remilitarización, el cual fue robustecido durante la gestión FMLN-Sánchez Cerén, es evidente el poco énfasis para la solución estructural de la violencia y delincuencia que tiene Bukele, quien no está innovando sino repitiendo los esquemas de los otros seis Gobiernos de la posguerra.

Plan de Seguridad de Bukele es repetición de fracasados planes. 

A 20 días de haber asumido la presidencia, Nayib Bukele anunció su plan de seguridad ’’Control Territorial' basado en tres ejes: atacar las finanzas de las pandillas, cortar la comunicación entre los reos pandilleros de los centros penales con los líderes en libertad y  recuperar los centros históricos de las ciudades, ’’Vamos a cortar el suministro de dinero, atacando los activos y sobre todo la extorsión, controlando los territorios como los centros históricos de las ciudades más importantes. Vamos a controlar los territorios en donde más flujo de dinero le generan a la pandilla, en vez de atacar a personas, estamos cortando suministros’’, expresó.

Con ello se observa que en lo estratégico, dicho plan no difiere a los del último Gobierno del FMLN, el cual se empecinó con la concreción de resultados basados en esa dirección, las líneas del Plan Control Territorial  se basan en reciclaje de fallidos planes de seguridad y para desviar la crítica al respecto, Bukele ha dicho que está vez si los hará funcionar, jactándose de dar fiel cumplimiento de otra solución parche al grave problema de criminalidad y delincuencial que sacude al país, agregando además que lo anunciado es solo el 10% del plan, el 90 restante es información confidencial, colocando hermetismo sobre la situación, al hacerlo de esa manera asegura que en caso de fallos, poder  hacer uso gradual de la fuerza, justificada por las renuencias  de los grupos criminales, en concreto, el plan de Bukele es parte del proceso de remilitarización de la sociedad salvadoreña, bajo el pretexto del combate a las maras y pandillas, sin dar una solución real y efectiva a los problemas estructurales que nutren a esos grupos.

Demencia y control carcelario.

Dentro del Plan Control Territorial, como si de un acto paranoico se tratara, el fanático al odio e incitador al crimen, Osiris Luna, fue nombrado por el presidente como director Ad honoren de la Dirección General de Centros Penales. El diputado y dirigente del ultra derechista partido gobernante, GANA, será pieza fundamental dentro del plan que se enfoca en la continuidad del estricto control carcelario. Eso podría tener aciertos positivos, si inefablemente se buscara el propósito de separar de las calles a los cabecillas de maras y pandillas recluidos.

Así fueron reubicados 1624 reos, con la intención de desmontar la estructura de comunicación hacia el exterior, lo cual no está mal. Lo que no está bien es la mediatización que le acompaña a esa acción, esto es la propagandización de fotografías de reos que durante el proceso de traslado están en ropa interior y de rodillas, muy adecuado para viralizar imágenes demostrando a los dirigentes de las pandillas humillados y derrotados.

Consiguientemente, tenemos un mensaje al estilo fascista: ’’Las personas que pertenecen a maras o pandillas terminan en las cárceles o asesinadas. Joven no te dejes manipular por estas estructuras terroristas, no seas parte de una generación perdida’’.  El mensaje contiene amenazas a la omisión del mismo; la cárcel o la muerte, que son las máximas expresiones de represión del sistema capitalista, donde se propicia la criminalidad y delincuencia, y a su vez la represión para ejemplarizar al proletariado sus límites en sus formas de lucha.       

La solución que nunca es opción.

La respuesta al accionar de las maras y pandillas debe orientarse en la búsqueda de las causas estructurales que causan la exclusión de jóvenes, para impedir que sean absorbidos por ellas, por lo hasta ahora visto, Bukele continúa repitiendo viejas ideas. El Control Territorial tiene que ir en busca de la prevención del delito y programas de rehabilitación psicopedagógica de mareros y pandilleros, de igual manera su inclusión laboral y educativa. La reducción del accionar delincuencial debe ser progresivo y constructivo, lo cual implica aislar completamente a los elementos irrecuperables para la sociedad en recintos especiales.

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