Por: Salvador Belloso
La pandemia causada por el COVID-19 implicó confinamientos a nivel mundial, y las políticas económicas para afrontar la situación fueron enfocadas en la protección del capital transnacional, cuyos efectos han sido diferentes entre los imperialismos y los países situados bajo su órbita de dominación imperial, en este contexto la situación sanitaria y social favoreció a ciertos sectores entre las grandes corporaciones transnacionales, como es el caso de las que versan sobre Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), claro ejemplo se muestra con el crecimiento de las FAANG que, tras la nueva normalidad han salido fortalecidas. Sin embargo, El Salvador que no es un países que genere producción de TICs a gran escala, cuya economía es predominantemente de servicios, donde el crecimiento del año pasado se redujo un 7,9 % respecto al año anterior, el déficit fiscal del 9,2 % y con más del 90 % de la deuda del PIB, lo cual lo sitúa en una situación económica extrema.
Situación previa: estancamiento y bajo crecimiento
Antes de la gestión de Nayib Bukele, la economía salvadoreña no superó en toda una década significativamente el 2.5%. Tras la crisis capitalista del 2008 los dos Gobiernos del FMLN asumieron un Estado roto por la implementación del modelo neoliberal en plena posguerra, al no poder hacer maniobras con la moneda de circulación como es el caso de los demás países del istmo centroamericano quienes mantienen en circulación sus monedas, optaron por dos formas de financiamiento: venta de CETES y LETES; y prestamos, estás medidas paliativas se volvieron rutina, a esto debemos agregar los errores cometidos con los Tratados de Libre Comercio y políticas que abrieron las puertas a las empresas transnacionales y maquilas que al día de hoy no dejan significativas recaudaciones de impuestos, lejos de ello han puesto en desventaja en el primer caso al pequeño y mediano productor y en lo segundo ha dejado en vulnerabilidad a la clase trabajadora de maquilas al perder garantías laborales, el caso de Industrias Florenzi da fe de ello. Bukele a inicios de su gestión no fue claro públicamente sobre las medidas económicas quinquenales, se encontró en ese marco con la pandemia, por lo que para analizar a Bukele actualmente es necesario abordar dos momentos: el del confinamiento y el de la nueva normalidad.
La situación económica actual y la proyección del futuro
Las medidas económicas giran alrededor de la visión de desarrollar sectores económicos aliados, ante la diferencia que tiene con facciones de la oligarquía nacional, se ha enfocado en consensuar con grupos económicos vinculados a las transnacionales como primer grupo estratégico y seguidamente ha optado por consolidar a pequeños y medianos empresarios como grupos potencialmente aliados a futuro, pero a diferencia del primero estos con dependencia, al respecto es importante ver que para lograrlo se vale del Banco de Desarrollo de la República de El Salvador (BANDESAL), utilizado como el mecanismo por medio del cual ejercerá control mediante fideicomisos a determinados sectores.
En esta línea la Asamblea Legislativa órgano del Estado que ahora es dependiente del Ejecutivo, le aprobó el año pasado la gestión de tres mil millones de dólares, mil de ellos consisten en un fideicomiso que da vía a la recuperación económica enfocado en gran parte hacia las micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES). El otro fideicomiso es el que consta de los 150 millones para la implementación del BITCOIN como moneda de curso legal, esta arriesgada operación que entre tanto es una alternativa ante las dificultades de acceso financiero que tiene la mayoría de salvadoreños. Bajo estas y otras medidas el Gobierno es optimista en cuanto a la proyección del crecimiento económico del 2021, según el Banco Central de Reserva será de 9%, datos respaldados por el FMI, la proyección es dada por el organismo financiero a posteriori que se suscribiera un acuerdo con El Salvador por $1,300 millones de dólares. Esta proyección es ambigua porque se sustenta solo por la inyección económica que parte de préstamos pero no tiene base para sostenerse en el tiempo, no hay garantía que el BITCOIN dinamice la economía y que las MIPYMES se consoliden. Es la clase trabajadora quien debe tomar la dirección de la economía.