Por Francisco Salgado
Este 1 de Junio del 2024, Nayib Bukele asumirá como Presidente de la República de El Salvador un segundo mandato, quien terminó imponiendo su candidatura presidencial a pesar de todas la prohibiciones constitucionales, logrando ganar las elecciones del 2024 con 2, 701, 725 (43.47%) de un total de 6,214,399.
Ya para las elecciones municipales de los 5,473,305 votantes solo emitieron su voto 1,647,368 personas lo que representa solo un 30.10%, además de lo anterior el apoyo para los candidatos del partido oficialista bajaría drásticamente obteniendo solamente un 632,245 lo que representa un 11.55% del total de votantes, logrando apoderarse de la mayoría de gobiernos locales.
Queda claro Bukele no es el presidente de la mayoría, y los gobiernos locales de Nuevas Ideas son los que menor apoyo electoral han tenido.
En la toma de posesión del 2019 Bukele le ofreció aplicar una “medicina amarga” a los males que aquejaban al pueblo. Están por cumplirse los 5 años de dicho ofrecimiento. Es necesario hacer un balance de su gobierno, así como también de la oposición electoral, los sindicatos y demás organizaciones.
Verdadera enfermedad: capitalismo, pobreza, desempleo, salarios bajos, alto costo de la vida
A Bukele le toco iniciar su mandato en momentos que el mundo vivía bajo la pandemia del COVID-19 y existía un deterioro de la economía, han pasado varios años y a pesar de los discursos la economía salvadoreña sigue estancada, el poco crecimiento no ha logrado llegar a las grandes mayorías, la clase trabajadora continua con pírricos salarios, los precios de los productos de la canasta básica van en aumento. Gran parte de la economía salvadoreña se ve fortalecida por las remesas.
Los sectores populares que sobrevivían con las ventas ambulantes han sido durante golpeados por los planes de remordimiento ejecutados por las municipalidades sin dar una respuesta real al desempleo.
En cinco años Bukele no logró dar la medicina correcta para la enfermedad.
“Medicina amarga” solo alivió violencia y delincuencia
En sus cinco años de gobierno el mayor logro de Bukele fue “llevar la paz” para ello tuvo que recurrir al régimen de excepción, el cual lleva más de dos años, suprimiendo así muchas garantías y libertades democráticas, producto de dicho régimen muchas personas inocentes han sido privadas de su libertad, así mismo han perdido su vida en los centros penitenciarios. Prefirió construir la mega carcel del CECOT en lugar de asignar un mejor presupuesto a la Universidad de El Salvador.
Dicho régimen de excepción ha sido utilizado para infundir terror en la población y en ciertos casos se aplica contra voces opositoras.
Reorganiza el gobierno para su beneficio
Una vez tomó posesión la bancada parlamentaria oficialista de Nuevas Ideas (NI), a las pocas horas Bukele dio un golpe al poder Judicial, sobre todo a la Sala Constitucional, los Magistrados impuestos se dedicaron a obedecer sus órdenes y ha legalizar sus actos. Posteriormente reorganizó a su favor al poder legislativo y a los gobiernos locales. En sus cinco años se ha dedicado a suprimir, fusionar y crear nuevas instituciones.
En pocas palabras en estos cinco años Bukele ha reorganizado el gobierno para poder implementar su proyecto económico y político que le permita a su núcleo empresarial emergente consolidarse o negociar un espacio como grupo económico y político hegemónico.
Política antisindical y antilaboral
Rolando Castr, Ministro de Trabajo. desde su llegada se encargó de imponer Juntas Directivas afines a el y al gobierno de Bukele, como fue el caso del Sindicato del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (STISSS), posteriormente le siguieron otros sindicatos de las instituciones de gobierno.
Estos cinco años del Bukelismo dejan un movimiento sindical dividido en donde las Juntas Directivas que lograron negociar sus credenciales con Rolando Castro terminaron negociando beneficios propios.
El Bukelismo usando cualquier pretexto se ha negado a negociar Contratos Colectivos de Trabajo con los Sindicatos y otros casos no los ha cumplido lo cual ha golpeado a los trabajadores en su mayoría empleados.
Los sindicatos de empleados públicos afines al oficialismo quedan divididos entre quienes apoyaron a Rolando Castro y los que adulan al Bukelismo, estos últimos creen que al llegar un nuevo ministro las cosas cambiarán, no aceptan que el Ministro hace lo que Bukele le ordena y si Rolando Castro tuvo ese compartimiento fue por que Bukele se lo permitió.
La gran tarea de los sindicatos será recuperar su independencia.