Por: Alberto Castro
En El Salvador la distorsión de la realidad que el bukelato ha creado a través de propaganda diseminada en todas las plataformas posibles, principalmente en las redes sociales, a un El Salvador totalmente renovado, el cual salió del oscurantismo de la posguerra y que ahora todo es luces led, espectáculos, fiestas y alegría por montones.
Eso es la propaganda oficial, cuya retorica se basa en mostrar un mundo de ilusiones de un país cuya población por décadas estuvo acostumbrada a noticias grises, así se impone la idea sobre un entorno social donde lo objetivo queda reducido al mundo de las ilusiones y a base de expectativas se va dejando de observar lo real; una labor acompañada por trolls y fanáticos cyan en las redes sociales, así casi nadie se atreve a contradecir la retórica oficial, la crítica abierta y objetiva queda limitada por la violencia digital y los memes. Pero hablemos del bukelato como tal, para preparar herramientas de lucha acordes a este aliado de grupos oligarcas y enemigo de la clase trabajadora y pueblo salvadoreño.
Lo que el viento se llevó
A estas alturas el “Plan Cuzcatlán” persé es el orbe de ese tipo de promesas de campaña que una vez se llega al poder, se vuelven polvo en el viento. Ya hasta resulta risible recordar aquello que fue insignia en su momento, pero que nunca se ejecutó, pasó justo lo opuesto, pues el primer periodo de Nayib Bukele, se basó en ser un proceso de asentamiento de las bases para una nueva dictadura y remozamiento neoliberal.
El control absoluto de la institucionalidad del Estado y la eliminación de todas las formas de transparencia, fueron los primeros ejercicios para adecuar el ejercicio de poder político de cara a lo que ahora le acompaña; reorganización del Estado conforme a la instauración de una dictadura que comienza su andar por la endeble institucionalidad democrática creada hecha a la medida de ARENA y FMLN, por lo que hundir a estos partidos era no un simple capricho, sino algo necesario para los intereses dictatoriales, al igual que encaminar a la dócil oposición restante dentro de su propio redil, eso explica la impresionante campaña de odio vertida sobre los viejos pilares del bipartidismo de la posguerra, con esto y mediante maniobras a través de reformas electorales ARENA-FMLN pasaron a ser meras sombras de un pasado expuesto por la retorica oficial como oscuro, en el caso del FMLN resultó ser aún peor, pues fue reducido a escombros.
Acomodos acordes al régimen dictatorial
Con estos cambios la brújula política de El Salvador, en este momento podemos comprenderla en cuanto a la dimensión legislativa como unipartidista con un eminente bloque de derecha oficialista dominante, y, un lacónico bloque de derecha en la oposición parlamentaria, en cualquier caso, sin presencia de la izquierda reformista.
En cuanto a la dinámica de poder y las fuerzas sociales, podemos situar con claridad al Bukelato, el cual consolida los mecanismos de interacción entre el régimen político concentrado alrededor de la figura de Nayib Bukele, su Gobierno arbitrario e inconstitucional y el Estado coaptado a conveniencia del Ejecutivo. Así, podemos identificar categóricamente a una fuerza política que no se reduce al partido Nuevas Ideas, sino a la figura persé de Nayib Bukele, quien ya asimiló su rol dentro de esta nueva dictadura.
Los grupos empresariales pertenecientes a la oligarquía salvadoreña globalizada, tienen en Bukele su salvador, por eso se pasaron de su lado, abandonaron a ARENA y hasta el momento no tienen tensiones con el permanente régimen de excepción, el cual es la forma legal de coerción social y política del Bukelato. No existe una fuerza popular autónoma y clasista, lo que nos señala las tareas organizativas que requerimos construir.
Hablemos de lo que debemos hacer
Ante un enemigo que ostenta el poder formal en su totalidad, corresponde adecuar las maneras de organizarse, ya no basta con pensar y reutilizar organizaciones formales; sindicatos y asociaciones por su carácter legal quedan a merced del Bukelato, pensemos en la construcción de lo esencial: la construcción de un auténtico y legitimo poder popular.